En Londres crearon un antídoto contra jóvenes que han pasado a ser algo más que meros “rebeldes sin causa”.  Se trata del “mosquito”, una alarma que emite un zumbido imperceptible para los adultos, pero que es intolerable para la mayoría de los menores de 25 años.

El "mosquito" emite un sonido constante de aproximadamente 17,4 kHz. Fue inventado por Howard Stapleton, un joven galés que durante años trató de comprender por qué sufría dolores de cabeza cada vez que visitaba el taller de su padre, un fabricante de caños que utiliza soldadoras que emiten alta frecuencia. En 2005, con los 32 años cumplidos, Howard patentó su creación para uso en la prevención delictiva.

En tanto, decenas de negocios ubicados en los barrios más periféricos de su ciudad natal, Newport, instalaron el aparato y reportaron efectos instantáneos en la eliminación de los "indeseables" que, instalados día y noche frente a sus locales -muchas veces bebiendo alcohol y tomando drogas- solían intimidar a su clientela. El sistema fue pronto adoptado también por la policía local y, en cuestión de meses, contó con la bendición de las autoridades nacionales, según publica La Nación de este domingo.

Los poderes del "mosquito", sin embargo, están empezando a ser limitados. Peor aún, el invento no sólo parece haber generado polémica, sino también una nueva camada de problemas.

El Comisionado para la Infancia de Inglaterra, el profesor sir Albert Aynsley-Green; su par escocesa, Kathleen Marshall, y la directora de la organización defensora de los derechos humanos Liberty, Shami Chakrabarti, reclamaron su prohibición por considerarlo discriminatorio y violador del derecho a la asociación en público.

"Este aparato tiene en la mira a todos los niños, jóvenes y hasta bebes, sin distinguir su comportamiento. El zumbido afecta tanto a los buenos como a los malos. No hace más que demonizar a los jóvenes, al crear una poderosa y totalmente innecesaria línea divisoria entre las generaciones", argumentó Aynsley-Green.

"Es un gran símbolo de la gran enfermedad que tenemos en el corazón de nuestra sociedad: el deseo de hallar una fórmula mágica para lo que en realidad requiere respuestas profundas y serias a nivel comunitario", estimó la directora de Liberty.