Una mujer israelí ha obtenido la autorización de la Justicia para poder utilizar los espermatozoides de un joven al que ni siquiera conocía y que murió de cáncer a los 22 años, ocho meses después de congelarlos.

El caso de la mujer, de unos 40 años, ha sido ventilado en un tribunal del distrito de Haifa, que hoy dio su venia a que ella use el semen congelado que el joven había dejado en un hospital poco antes de someterse a un tratamiento de quimioterapia, temiendo quedar estéril.

La muerte del joven, que cumplía el servicio militar obligatorio, dejó sin descendencia a sus padres, por lo que estos vieron en el ofrecimiento de la mujer la oportunidad de tener nietos y firmaron con ella un acuerdo.

Los servicio sociales del Estado dieron su aprobación al documento firmado por las partes, cada uno por su propio interés, pero otros organismos prohibieron la entrega de los espermatozoides por razones éticas, religiosas y legales.

El fiscal general del Estado alegó que la voluntaria no tenía ningún estatus legal como pareja o esposa del fallecido, ni lo conocía, por lo que no podía legalmente reclamar el semen dado que "no había ninguna constancia de que el fallecido quisiera tener hijos con ella".

El Ministerio de Salud y el hospital Ramban de Haifa sostuvieron en su defensa que, según al ley, necesitaban una prueba contundente de que, al dejar su semen para un uso futuro, el joven pretendía tener hijos con una desconocida y "de sus cartas, actos y conversaciones no llega a desprenderse esa voluntad".

Ha sido la jueza Esperanza Alón la que ha puesto fin al litigio al sentenciar hoy que ni la ley ni la jurisprudencia son decisivos en cuanto a la pregunta de si debe permitirse a terceros el uso del semen de alguien fallecido.

"Los cambios sociales justifican una desviación de la corrientes más aceptadas que están contempladas en la justicia al interpretar el significado de la célula familiar", dijo la jueza.

Irit Rosemblum, presidenta de la asociación "Nueva familia", que apoyaba el recurso judicial, calificó la decisión de "revolución histórica", al "convertir la cuestión del derecho a la paternidad en un asunto que sobrepasa los límites de la vida".

Según el veredicto, la mujer no prestará su vientre a los abuelos para concebir descendencia a su hijo muerto, sino que será la madre de sus nietos.

Fuente: EFE