Este martes, una potente bomba sacudió Estambul. La bomba fue dejada a un costado de la autopista, según dijo el alcalde del distrito de Bayrampasa, Atilla Aydiner, a medios locales, y agregó que cinco personas resultaron heridas.

El estallido provocó algunos trastornos en el servicio el subte y el cierre de calles adyacentes, además de desatar temores por la seguridad en la gran ciudad de dos continentes, con una parte en Europa y otra en Asia.

Turquía se encuentra en alerta máxima desde que más de un centenar de personas murieran en octubre en un doble atentado suicida en Ankara, la capital del país, atribuido por el gobierno al grupo Estado Islámico (EI).

Tres meses antes, en julio, otro atentado similar dejó 33 muertos en una ciudad cercana a la frontera con Siria, donde actúa el EI. Ese ataque provocó además la reanudación del conflicto de décadas con la guerrilla separatista kurda que opera en el sureste del país, que responsabilizó al gobierno turco del atentado.

La explosión de hoy ocurrió justo a la hora en que la gente sale de sus trabajos y regresa a su casa en transporte público, dijo Aydiner.

Con anterioridad, el gobernador de Estambul, Vasip Sahin, había asegurado que sólo una persona había resultado herida y que se desconocían las causas de la explosión.

El servicio de metro en Estambul se suspendió brevemente después de la explosión, que provocó algunas escenas de pánico, y también se cortaron las carreteras adyacentes al lugar de la deflagración.

La detonación afectó a un convoy del metro que circulaba por la superficie y se evacuó a los pasajeros de un vagón en el que algunos cristales se rompieron, según el diario lcoal Yeni Safak, citado por la agencia de noticias EFE.

La agencia de noticias privada turca Dogan, afirmó que se trató de una bomba de racimo y difundió imágenes de cámaras de seguridad que captaron el momento de la explosión, que se ve como un despliegue de fuegos artificiales en el cielo nocturno.