La ceremonia de asunción de Francisco impuso una serie de sugerencias protocolares relacionadas con los saludos y las vestimentas. En la red carpet de la entronización, la mayoría de las mujeres eligieron el negro, aunque hubo algunas excepciones.

La presidenta Cristina Fernández –que desde que murió su marido no usa en público otro color–, la princesa Máxima de Holanda y la princesa Letizia de Asturias respetaron el mandato y lucieron vestidos negros y mantillas o sombreros para cubrir las cabezas.
 

El blanco está reservado para las reinas y consortes de monarquías católicas. Las que hicieron uso de este privilegio fueron la reina Paola de Bélgica y la Gran Duquesa de Luxemburgo, María Teresa.


Charlene Wittstock, princesa de Mónaco, tambien podía optar por el privilège du blanc que dispone El Vaticano,  pero esta vez eligió un traje negro. La posibilidad de vestir de ese color es un privilegio y no una obligación y su uso queda a la libre decisión de la soberana.

Los escotes, las faldas cortas o los brazos descubiertos tampoco son bien vistos. De hecho, los vestidos tienen que pasar la línea de la rodillas.

La otra premisa es la economía de joyas. A la hora de elegir conviene inclinarse por algo discreto. Tampoco hay que descuidar los accesorios, como carteras y zapatos, que deber ser de colores poco llamativos.

Por último, la fórmula correcta para dirigirse al Sumo Pontífice es "su Santidad".