El secuestro, la tortura y la muerte como práctica habitual en los centros clandestinos de detención durante la dictadura militar, fueron expuestos hoy por los testigos en la cuarta jornada del juicio en contra del ex titular del Tercer Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez y otros cinco represores.

El comisario, Octavio Cuello, relató ante el tribunal de enjuiciamiento que se retiró en 1975 de la fuerza policial luego de que fuera advertido por un superior que no se ocupara en comentar de las actividades ilegales porque podrían matarlo.

Al ser consultado si conocía detalles sobre la muerte del subcomisario y militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), asesinado el 25 de setiembre de 1979, y que es uno de los tres casos que se juzga, Cuello manifestó que no sabía nada pero que "el método para secuestrar, torturar y matar era igual para todos”.

"Viví permanentemente amenazado y en 1989 sufrí un atentado con una bomba de trotyl que destruyó mi casa y mi auto”, recordó el ex policía. Previamente había aportado un breve testimonio la titular del Archivo Provincial de la Memoria, Ludmila Da Silva Catela, a los fines de explicar algunos detalles sobre un documento policial en donde consta que se había emitido un ‘pedido de captura’ en contra de Albareda, con el objeto de ‘blanquear’ su asesinato y desaparición.

En horas de la mañana había testimoniado Ramón Roque Calderón, uno de los guardias que se desempeñaba en el ’chalet de la hidráulica’ de Carlos Paz cuando fue asesinado Albareda en ese lugar, y manifestó que "en el chalet he visto y vivido cosas que nadie puede creer.

“He visto matar a mucha gente de la forma más horrible y que la mente humana no puede creer", resumió Calderón al referirse a las sesiones de torturas y asesinatos que se cometían en ese entro clandestino de detención que dependía del Departamento de Informaciones Policiales (D2), al mando de Menéndez.

Al referirse al caso particular de Albareda precisó que vio cuando lo llevaron a ese lugar y lo metieron a una sala de tortura. Dijo que había ingresado esposado y custodiado por el entonces jefe de la D2, Raúl Telleldín; el jefe de la Brigada torturas, Raúl Américo Romano y el comisario Hugo Britos, uno de los acusados en este juicio.

El ex policía que fue dado de baja de la fuerza por delitos comunes, manifestó que lo obligaron a pasar a la sala de torturas cuando comenzaron con la sesión de tormentos a Albareda y que Romano le decía: "para que veas lo que les pasa a los traidores a la fuerza" policial.

Albareda "estaba esposado, atado con alambres en los pies. Romano busca una botella de whisky del auto. Telleldín saca una navaja, corta la bragueta del pantalón y le corta los testículos", relató Calderón, quien agregó que más tarde pudo ver cuando retiraban el cuerpo ya sin vida.

"He visto matar a mucha gente, a la mayoría les daban golpes salvajes durante el interrogatorio y después los mataban estrangulándolos con un torniquete en el cuello", detalló.

Por otra parte Calderón aclaró que los guardias, como en su caso, no participaban en esas tareas ya que había brigadas especiales, a cargo de Romano que realizaban los trabajos de secuestros, torturas y asesinatos.

Telleldín tenía 55 años cuando murió el 21 de octubre de 1983 al chocar contra un camión el Ford Falcon en que viajaba, y sobre este accidente fatal el testigo Cuello deslizó hoy la posibilidad de que esté vivo y resida en la provincia de Chubut.

La audiencia judicial continuará mañana con nuevos testimonios, del total de 27 previsto por el Tribunal Oral Federal 1 (TOF1) que tiene a cargo el proceso de enjuiciamiento y que se desarrolla en los Tribunales Federales de la capital cordobesa.

Fuente: Télam