Jugar con videojuegos no es cosa de chicos. Un estudio de la universidad de Iowa comprobó que el ejercicio mental que implica manejar una consola puede ser un gran aliado contra el achaque de los años. Ayudan a estimular la actividad cognitiva y permiten una cierta rehabilitación mental. La investigación se condujo sobre una muestra de 684 personas de 50 años.
Dirigido por Fredric Wolinsky del departamento de Salud Pública de la universidad, el estudio concluyó que con “el entrenamiento correcto, se pueden recuperar la actividad mental que comienza a decrecer a partir de los 30 años e incluso alcanzar niveles cognitivos más altos”. No obstante, aunque las conclusiones del experimento son esperanzadoras, Wolinsky advirtió que aún resta identificar la parte exacta del cerebro que debe ser estimulada.
El ensayo clínico consistió en dividir en dos grandes grupos a los más de 600 pacientes y hacerles jugar a unos con un rompecabezas tradicional y a otros con un videojuego específicamente diseñado por los investigadores que requiere distinguir entre figuras de autos y patentes. Los indicadores revelaron que quienes jugaron con esta última propuesta obtuvieron mejores resultados que los primeros. Las variables estudiadas fueron la función ejecutiva, la concentración, la velocidad en el procesamiento de la información y la rapidez en la adaptación a órdenes nuevas.
Según Wolinsky, el efecto es persistente: el cerebro mantuvo por un año esa agilidad recuperada aun si no se siguieron usando esos videojuegos.
Dirigido por Fredric Wolinsky del departamento de Salud Pública de la universidad, el estudio concluyó que con “el entrenamiento correcto, se pueden recuperar la actividad mental que comienza a decrecer a partir de los 30 años e incluso alcanzar niveles cognitivos más altos”. No obstante, aunque las conclusiones del experimento son esperanzadoras, Wolinsky advirtió que aún resta identificar la parte exacta del cerebro que debe ser estimulada.
El ensayo clínico consistió en dividir en dos grandes grupos a los más de 600 pacientes y hacerles jugar a unos con un rompecabezas tradicional y a otros con un videojuego específicamente diseñado por los investigadores que requiere distinguir entre figuras de autos y patentes. Los indicadores revelaron que quienes jugaron con esta última propuesta obtuvieron mejores resultados que los primeros. Las variables estudiadas fueron la función ejecutiva, la concentración, la velocidad en el procesamiento de la información y la rapidez en la adaptación a órdenes nuevas.
Según Wolinsky, el efecto es persistente: el cerebro mantuvo por un año esa agilidad recuperada aun si no se siguieron usando esos videojuegos.