Carlos Miguel Páez Rodríguez es uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes. Esa convivencia de hielo y muerte junto a sus compañeros del equipo de rugby uruguayo Old Christians que se extendió por 72 días, perdidos en lo más alto de la frontera entre Argentina y Chile, fue decisiva.

​Sin embargo, el hoy escritor y conferencista ha tenido que atravesar otras montañas en su vida: adicción a las drogas, fracasos económicos, y una difícil relación con su padre, el artista plástico Carlos Páez Vilaró.

Buena parte de esos otros “cordones” son recuperadas por Carlitos Páez en su último libro Desde la cordillera del alma. Sobrevivir a los Andes y superar las tragedias de la vida (Editorial Planeta).

A más de cuatro décadas del accidente aéreo ocurrido en octubre de 1972, el también publicista repasa su vida con la mirada del hombre maduro –tiene 61 años–que encontró una respuesta transformadora a múltiples trances.

“La vida en la Cordillera tenía que ver con mi existencia física, con sobrevivir cada día, y allí viví el milagro de sentir que había desaparecido de golpe el motivo de buena parte de mi desgarradura existencial. Había desaparecido mi casa, mi familia. Todo eso estaba en otro lado de la realidad y no martillaba mi cabeza cada día. Allí arriba tenía un lugar positivo, era uno más”, se lee en la contratapa del libro.

“Todos tenemos que pasar por distintas cordilleras, en el sentido de que cada uno tiene que vivir su propia historia”, explicó Páez a Rosario3.com, a propósito de las complejidades antes citadas.

“Muchas las he superado, muchas las estoy superando”, aseguró, al tiempo que señaló que decidió compartir aspectos dolorosos de su vida en el libro “para demostrar que “no se sale solo de las cordilleras, sino en grupo”.

Escrito en todo confesional y sin dobleces –“el lenguaje mío es la franqueza”–, el libro ahonda en la relación con su padre, un vínculo al que define como complejo: “Siempre sos el hijo de”.

Y si bien Páez es un reconocido conferencista, asegura que prefiere ser visto como “un buen sobreviviente antes que un mal coach”: “Busco ayudar, pero no soy ejemplo de nadie”

La muerte de sus padres lo ha puesto “arriba en el mazo de la baraja” y eso lo ha obligado a mirar desde otro lugar la vida. Eso es que busca reflejar en el libro.

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Carlitos Páez