La sombra del perfume es el primer libro del escritor y realizador audiovisual rosarino Guillermo Peirano. Publicado este octubre por Editorial Casagrande, el título recupera distintos momentos del pasado del autor.

Empecé a poner en palabras esos episodios que me marcaron y los escribí por miedo a olvidarlos. Es cierto que cuando uno los vuelve a contar los va modificando, ya sea porque a veces son efímeras sensaciones y porque al escribirlos y traerlos de nuevo, uno tiene la posibilidad de hacer justicia. En definitiva, porque lo único que podemos hacer, es cambiar el pasado”, explica Peirano sobre el libro.

Para el autor, “los recuerdos son la sustancia de la constitución de la identidad. Gracias a ellos, tenemos ciertas certezas que hemos vivido. ¿Pero qué pasa cuando los olvidamos?"

Movido por este interrogante, Peirano escribió sobre “situaciones de mi vida que me constituyeron. Una foto, una canción, un texto, un aroma, cualquiera de estas cosas es un disparador hacia esa parte de la conciencia que Freud lo define como subconsciente, en el cual están, a mano, todos esos recuerdos que para traerlos a la conciencia hace falta un disparador”.

Una adelanto de La sombra del perfume


“Visitantes intermitentes”

Hace 20 días mi madre vino a almorzar a casa. Cuando estábamos en el jardín, apareció un colibrí. Ella se sorprendió y dijo: “¡Un colibrí. 

—Sí -le dije-. Es hermoso. 

Ella me miró, se le saltaron unas lágrimas y continuó. 

—Dicen que cuando un colibrí se presenta en el jardín de una casa, es alguien que ya no está, viene a avisar que se encuentra bien.  

Nos quedamos en incómodo silencio porque no nos salía una palabra. Mi madre se quedó mirando al vacío buscando una referencia que sabe que perdió. 

Los colibríes se desplazan muy rápidamente, no se les puede apreciar el color, excepto con una cámara de alta velocidad. Imagino que, siguiendo la idea de mi madre, porque no quieren ser vistos o reconocidos. Y por esta razón aparecen fugazmente y luego se retiran a alta velocidad. 

Para no desilusionar a mi madre, no le dije que ese colibrí viene todos los días a casa. 

Tampoco quería que se enterara de que mi padre, diariamente, se sigue preocupando por mí.