Como en un cuento. ¿De quién va a ser? Obvio: del Negro Fontanarrosa.

Faltan ocho minutos para los noventa. Central mereció más en el segundo tiempo. Véliz lo empujó ya un par de veces hasta el casi gol. El primero se jugó como quiso Newell’s, pero el equipo de Fabbiani luce cansado, aunque por momentos parece reaccionar. Es un partido en el que si pasa algo será a favor de Central. Aunque en el fútbol nunca se sabe.

Tiro libre para el equipo de Holan bastante lejos del arco, pero está Malcorra. Ah no, perdón. Se pide disculpas por la grosera omisión: también está Di María.

Faltan ocho minutos. Si pasa algo será a favor de Central, aunque Newell’s resiste con los tres gladiadores que pelean de arriba y de abajo para proteger a Espínola, una de las figuras del clásico.

Tiro libre para Central. Con lo que significan los tiros libres para Central en los últimos clásicos.

Tiro libre para Central. Angel le pega como un campeón del mundo e inmediatamente empieza su carrera a punto de sacarse la camiseta mientras espera que la obra se consume: golazo al ángulo. Si pasa algo será para Central.

Espínola hace más espectacular el zurdazo imperial de Fideo, que no para de correr y gritar.
Como en un cuento, Di María le agrega un capítulo más a su maravillosa carrera. ¿Qué le falta? Casi nada. ¿Cuántas cosas, goles, hazañas del pasado hubiera cambiado en la lejana Europa por un gol a Newell’s?

Los héroes tienen ese no se qué... Que los hace héroes.

Un clásico más para Central. Un clásico menos para Newell’s. Qué karma insoportable para el mundo leproso.

Como en un cuento, Di María le agrega un capítulo más a su maravillosa carrera

Porque el equipo de Fabbiani trató de hacer su parte, pero al fin y al cabo lo único que los había distinguido a auriazules y rojinegros en este torneo hizo la diferencia: la jerarquía individual.

Di María, poco más que el gol, ni más ni menos, Alejo Véliz, una bestia incontenible, buenos momentos de Campaz, algunas asistencias de Malcorra. Todo en el segundo tiempo. 

Newell’s no pudo resistirlo. Hizo lo que pudo, como pudo. Pero Central tiene a un campeón del mundo que todavía se da el gusto de cumplir sueños.

Como en un cuento. De Fontanarrosa, claro.