Robos, homicidios, escruches y demás menesteres parecen estar siendo naturalizados cada vez con mayor rapidez en una sociedad que no logra salir del asombro de un hecho de inseguridad y violencia para enseguida pasar a otro. Y mientras unos a otros se pasan la pelota de aquí para allá, de un lado quedan los vecinos con sus reclamos y enfrente los políticos con discursos cada vez más alejados en una realidad que duele.

El caso de Daniel, de quien se viralizó un video que parece sacado de una película de esas donde lo inverosímil puede ocurrir, me heló la piel. También recorro la zona de Iriondo y Pellegrini como cientos de personas que van y vienen para llevar adelante su actividad diaria. Las crónicas policiales de ese día son muchas, pero esta logra sobresalir, en especial al ver el material del hombre que relata en primera persona como se salvó de milagro.

Esta vez todo quedó en una anécdota, pero solo por centímetros. “Así vivimos”, versan numerosos comentarios ante este y otros hechos, sin embargo esa desazón de aceptar que uno sale a la calle y no se sabe si vuelve me cansó. En un año electoral donde se respira más apatía que entusiasmo ante la posibilidad de como sociedad generar un cambio con el sufragio, esto entristece.

“Saber que se puede, creer que se puede...”, dice la canción de Diego Torres. ¿Qué tal si se pone en práctica este verso para que nos dejen de “hacer el verso”?… Es necesario despertar como sociedad y no esperar a que la tragedia toque a la puerta de uno. Hay que de una vez por todas empezar a pensar en construir un mejor mañana y entender que ese mañana es hoy…

Lamentablemente como en un círculo vicioso del que parece imposible salir, esta nota de opinión solo parece pertinente terminar de redactarla de la misma manera que comenzó: “Oh! y ¿ahora quién podrá defendernos?”…

El disparador...

Si aun no viste el video miralo. Esta vez Daniel es el protagonista, pero en una sociedad cada vez más compleja donde la inseguridad es moneda corriente, todos podemos llegar a pasar por algo similar y eso asusta.