Un joven de 22 años está detenido y afronta un pedido de diez años de cárcel por haber atacado en enero del año pasado en Dorrego y 3 de Febrero, pleno centro de Rosario, a otro muchacho con una navaja. Primero le produjo una herida en un brazo y luego le hizo un profundo corte de 18 centímetros en la parte izquierda de su rostro. Detrás de esa salvaje agresión asoma el calvario que vive hace tres años una joven de Arequito que vino a estudiar medicina a la ciudad y es acosada y hostigada por, precisamente, el autor de las puñaladas hacia su ex pareja.

La historia se expuso este miércoles en el Centro de Justicia Penal por el fiscal Pablo Socca durante la audiencia preliminar (etapa anterior al juicio), quien lleva adelante la investigación desde el año pasado, cuando el agresor Bruno L. le dio una puñalada en la cara al ex novio de la joven que acosaba y hostigaba hace varios meses.

Si bien el funcionario judicial solicitó diez años de prisión efectiva, la querella pidió 14 años. El juez Gustavo Pérez Urrechu admitió las acusaciones y ordenó que el sospechoso siga tras las rejas hasta el juicio oral y público. 

El acoso que derivó en el ataque

 

La identidad de la joven acosada será reservada en esta nota. Solo se hará referencia a ella con la inicial P. 

P. atraviesa una pesadilla desde junio de 2018, cuando bajó la escalera del gimnasio al que asistía tras finalizar su clase de boxeo. Otro socio (Bruno L.) la abordó y la invitó a salir. Ella respondió que no y agregó que tenía novio, según consta en sus denuncias y en las entrevistas hechas en la investigación. Pero para el acosador no existe el “no”. De acuerdo al relato de la víctima ante el fiscal Pablo Socca, después de esa ocasión, el hombre la esperaba siempre dentro del local, la tomaba del brazo o de la espalda para decirle "algunas cosas" e insistía con una cita.

La joven comenzó a dejar de ir al gimnasio en noviembre de ese año porque no se sentía cómoda. Antes de eso, en octubre, el acosador le dio una carta que contenía palabras en inglés y en alemán y tenía naipes escritos (porque señalaba ser mago). Cuando ella no frecuentó más el lugar, recibió la solicitud de amistad de Bruno L. en Instagram, la cual rechazó. Pero él creó perfiles falsos dentro de esa red social desde los que enviaba mensajes acosándola.

En diciembre de 2018, Bruno L. le mandó un mensaje por red social al hermano de P. avisándole que había dejado un sobre en el edificio donde vive la chica. El hermano de P. le pidió que no la molestara más pero insistió y reconoció: le dijo que "no sabía lo que era un no"

Después vino la primera denuncia. Fue en febrero de 2019, cuando P. decidió contar ante la Justicia provincial que era acosada y hostigada por Bruno L. "Cada vez que tenía que rendir un final él aparecía y yo tenía que venir a acompañarla", contó su madre en una entrevista brindada en la investigación. 

El 17 de mayo de 2019 volvió a enviar un mensaje vía Instagram al hermano de P. Era una foto dentro del edificio donde vive la joven, para mostrar que había dejado un regalo para ella porque había cumplido años. Eran golosinas, una taza y una carta en la que decía que la amaba

"Temo por mi vida, por la vida de mi hermano, por la de mi mamá. Tengo miedo. Sabe dónde voy. Me quiero mudar. Estoy pensando en volver a Arequito, irme de Rosario para siempre. Yo dejaría la carrera con tal de dejar de sufrir lo que estoy sufriendo. Ya se metió en mi casa, logró ingresar a mi edificio. Me espía desde la calle, al balcón, conoce mis movimientos, conoce dónde estudio", denunció por entonces P. ante la Justicia provincial y agregó una descripción que ilustra hasta qué punto el acoso arruinó su vida: "Salgo a la calle con gas pimienta, dejé de usar los auriculares para ir más atenta por la calle, voy con los ojos mirando a todos lados por las dudas. No puedo vivir más de esta manera".

El 4 de junio de 2019, tras una denuncia de P., la jueza de primera instancia del distrito en lo Civil y Comercial de la 18º nominación de Rosario, Susana Silvina Guelier, impuso una orden de prohibición de acercamiento y cese de hostigamiento. Cuatro días después, Bruno L. volvió a desconocer el no. Fue a un bar de Dorrego y 3 de Febrero a sabiendas que ella iba a estar en un recital, le tomó fotos y luego se las mandó desde falsas cuentas de Instagram

"¿Ya no me amás? Por favor, recordá el primer día que nos vimos. Te miré derecho a los ojos y supe que eras vos. Encontremos la manera de estar juntos. Juro que te vas a enamorar perdidamente de mí. Soy buena persona. Perdón si te escribo por acá. Borralo, no me denuncien de nuevo por favor. De verdad, te amo", le escribió desde el perfil @Newmodels2895.

¿Cómo llegó a ese recital si ella bloqueó todas las vías de mensajes que podía en redes sociales? Según sospecha P., entre otras cuestiones, Bruno L. hackeó su perfil, sacó captura a chats privados y con los datos de esas conversaciones quiso luego iniciar charlas con ella desde otras cuentas de Instagram. Ella siempre sabía que se trataba del mismo acosador y hostigador.

La mamá de P. también intervino. Logró citarlo a Bruno L. en un bar para pedirle que dejara en paz a su hija, pero para el acosador (de nuevo) no hubo nada que lo frene. Después de ese encuentro, el acosador le escribió a la mamá de la víctima: "Leo el lenguaje corporal porque lo estudié. Me di cuenta al instante que gustaba de mí por la manera que sonreía de oreja a oreja y se sonrojaba cuando me acercaba o hablaba".

"Bruno sabía dónde iba a estar P. porque la seguía por todos lados. Le hackeaba las cuentas de Instagram, por lo que volvimos a hacer la denuncia. Bruno me dijo que ella publicaba fotos provocándolo, pero es mentira. Ella me llegó a contar que Bruno la estaba viendo a través de las plantas. En ese momento me llamó asustada", agregó la mamá de P. 

Al por entonces novio de P. también lo mensajeó vía redes sociales. "Durante meses me estuvo amenazando. Es un acosador. Vive en un mundo de fantasía. Todo comenzó cuando Bruno comenzó a concurrir al mismo gimnasio de ella en junio de 2018. Empezó a escribirme en las redes. Eran insultos y amenazas. Me decía que ellos se habían enamorado, que él era el amor de su vida y que tenía que desaparecer porque sino la iba a pasar muy mal", denunció Guillermo, ex pareja de la víctima.

El ataque físico

De las amenazas pasó a la acción varios meses después. El 11 de enero del año pasado, Guillermo bajó del colectivo en San Luis y Moreno y comenzó a caminar rumbo a un recital que iba a tener lugar en el bar Floyd ubicado en Dorrego y 3 de Febrero. Antes de llegar fue atacado por Bruno L. que, navaja en mano, lo corría al grito de "asesino, femicida, te voy a matar por lo que le hiciste a P."

Guillermo sufrió un corte en un brazo e intentó huir, pero se tropezó y cayó al piso. En ese momento, Bruno L. se abalanzó sobre él y le asestó una puñalada en el rostro de 18 centímetros de largo. "Sin dudas me quería asesinar", sostuvo el ex novio de P. en el testimonio brindado ante los investigadores judiciales.

Tras el navajazo, Bruno L. fue retenido por amigos de Guillermo y por personal de seguridad del bar Floyd mientras él intentaba subirse a un taxi en Italia al 1300. Desde entonces, Bruno está detenido.

En el marco de la causa, una junta psiquiátrica forense determinó en noviembre del año pasado que Bruno L. que comprende la criminalidad de sus actos y los alcances del proceso penal. 

Ahora el fiscal pide 10 años de prisión efectiva por tentativa de homicidio doloso en concurso real con desobediencia a una orden judicial –restricción de acercamiento–. Causa que, además, visibilizó el largo padecimiento de P. y su familia.