Fuera de ciudad y provincia de Buenos Aires, puede decirse que Santa Fe es el distrito más atractivo para las elecciones de septiembre próximo. Tiene un concurrida participación de espacios y precandidatos, pero en esta oportunidad vino con el plus de haber entrado en el radar de la política nacional como hacía rato no ocurría.

La foto de Cristina con los candidatos de la lista Celeste y Blanca tiene distintas lecturas posibles, pero un mensaje inequívoco: su apoyo está ahí. Sin embargo, la foto dice mucho más de lo que muestra. 

Cristina decidió hacer de la interna santafesina un tiro por elevación hacia el resto del kirchnerismo. A Agustín Rossi y los sectores del PJ santafesino que lo acompañan les está diciendo que la jefa es ella y que no hay lugar para discutir sus decisiones estratégicas; que quien la desafíe la tendrá en contra, por más cruel que resulte en términos históricos. 

Foto, foto, foto

En paralelo, el tuit en el que mostró la foto con los precandidatos santafesinos hacía referencia a que el encuentro presencial, el primero de la vicepresidenta después de 15 meses, lo hizo en el Instituto Patria. Ese think thank es “su casa” y lo creó seis años después de la muerte de Néstor Kirchner. ¿Estará Cristina transmitiendo que el pasado fue el kirchnerismo; y el presente y futuro es el cristinismo? Alberto fue el primero que lo entendió la semana del cierre de listas, cuando en 48 horas pasó de que el Chivo sea su candidato a soltarle la mano y alinearse con la vicepresidenta.

Sin embargo ninguna puesta en escena ni ninguna foto podrá clausurar los sentimientos y debates que atraviesan a militantes y adherentes santafesinos, desconcertados por el inesperado menú de elección que tienen delante de sí. La dirigencia puso en contradicción a sus bases.

El enfrentamiento entre ambos bloques de poder promete escalar. En lo discursivo Rossi se muestra más Chivo, defiende lo que tiene, reprocha “aprietes” a intendentes y presidentes comunales y fustiga al gobernador por decir “la lista es mía” y por esa razón inscribió su nombre en la boleta y le hizo poner foto desproporcionada al cargo por el que compite. Para el ex ministro es una prueba de que el rafaelino quiere ser amo y señor del PJ santafesino.

Por el contrario, Perotti, el gobierno y sus candidatos evitan deliberadamente los cruces verbales. Ninguna frase ni controversia va a igualar, al menos en esta etapa inicial de la campaña, las visitas de ministros nacionales, el mensaje de apoyo del presidente, la foto con Cristina o el despliegue de recursos, gestión y candidatos que se vieron estos días.

La estrategia inicial es “bajarle” el piso de votos a Rossi. La foto de Cristina con los precandidatos va en ese sentido como todas las que haya en adelante. ¿Qué otra cosa podría aportarle Cristina a una primaria del Frente de Todos que ya no tenga? Y lo hará: según fuentes del sector, ya avisó que la convoquen en la medida que las necesidades de la campaña lo demanden. 

El piso Chivo

El último registro electoral de Agustín Rossi es la elección de diputados nacionales de 2017. En las primarias sacó 320 mil votos y Alejandra Rodenas 180 mil. En la elección general ambos sumaron 505 mil. Esa era la lista de todo el peronismo. En el medio el PJ volvió al gobierno provincial y entronó a Omar Perotti y Rodenas, por lo que aquellos números no pueden trasvasarse linealmente al controvertido escenario de 2021.

Sin embargo, por más que esos votos hoy estén divididos y Rossi arranque de más abajo, es un piso significativo para una primaria. Seguro más alto que el de cualquiera de los precandidatos que están en frente. A eso se suman otros dos factores que pueden ayudarlo: la influencia del voto independiente será muy acotada y el plazo para que le descuenten es apenas 35 días.

Una cuestión que encendió alarmas en algunos sectores de la política provincial fue una serie de movidas judiciales demasiado funcionales a la escala de la interna del Frente de Todos. Imposible no dudar del criterio de oportunidad con el que justo esta semana se decidió reabrir una investigación vinculada a los subsidios que distribuyen senadores que juegan con Rossi-Rodenas que fueron cerradas tres años atrás.

No se busca aquí poner en debate si había mérito o no para reabrir las investigaciones; probablemente lo hubiera. Lo que no puede ignorarse en el análisis es que el denunciante original, Jorge Boasso, había solicitado la medida en febrero pasado.

Otro tanto con el testimonio de la esposa rafaelina de David Perona en las causas por juego clandestino que llevaron a dos fiscales de Rosario a la cárcel y esta semana permitieron la imputación al empresario Leonardo Peiti, el abogado José Fernández Chemes y Oscar Larrauri. Perona, el “rey del juego” clandestino de Rafaela según los investigadores, murió estando detenido el año pasado.

Su esposa se presentó esta semana como imputada colaboradora para hacer una declaración basada en dichos de su marido fallecido. Según contó, Perona le dijo que le habían pedido juntar dinero para financiar campañas de políticos, pero sólo nombró a Armando Traferri, que no es de Rafaela sino senador por San Lorenzo. Dichos que sin el acompañamiento de otros elementos de prueba que los refuercen difícilmente tengan más valor que el impacto mediático. Nuevas claves de la pata rafaelina del juego clandestino –y la confirmación o no de esta declaración– se espera que pueda aportar el celular de Perona a cuyo contenido la Justicia todavía no pudo acceder.

Sumar, sumar, sumar

En el Frente Amplio Progresista la campaña arrancó más armónica. En los comandos de las listas que llevan como precandidatos a senador a Clara García y Rubén Giustiniani hay conformidad hasta aquí y compromiso de persistir en ese tono. 

Ambas partes parecen concordar en que el objetivo estratégico es sumar los votos que consigan entre las dos listas y defenderlos en noviembre. El espacio sabe que juega con desventaja en un escenario nacional donde la polarización será fuerte y el objetivo es que la pelea Frente de Todos-Cambiemos no los relegue a números testimoniales, sino que les permita mantener vivo un escenario de tercios.

Las fotos de Cambiemos

Mientras en el Frente de Todos las fotos y mensajes cotizan oro, en Cambiemos es un capital simbólico en disputa. Hasta ahora el que picó en punta fue Federico Angelini, el único precandidato a senador del PRO (los otros tres son radicales), que en la vía pública se promociona junto con Horacio Rodríguez Larreta. La foto del cierre de listas junto con Larreta, Bullrich y Amalia Granata, quien lo acompañará como segunda precandidata a senadora, sonó a decisiva. Pero en las otras listas aseguran que no es así y que habrá fotos, mensajes o actividades de apoyo con distintas figuras nacionales. Se verá. En el PRO porteño quizás puedan tener más compromisos con unos que con otros, pero si algo es cierto es que el objetivo estratégico es el proyecto presidencial 2023 y que necesitarán de todos. La alfombra roja a Granata es una pieza de ese rompecabezas.

José Corral (precandidato a senador) y Roy López Molina (cabeza de diputados) repiten que “no hay lista oficial” en la primaria de Cambiemos. De hecho, en un encuentro virtual se informó a dirigentes y militantes sobre la conversación por chat que López Molina mantuvo con Mauricio Macri esta semana. Según contaron fuentes que participaron del Zoom, desde Europa el ex presidente lo único que pidió es que no sea una campaña agresiva porque después del 12 de septiembre va a ser necesario trabajar todos juntos.

Los afiches de la precandidata Carolina Losada explotando la emocionalidad negativa que despierta Cristina Fernández en el electorado de Cambiemos es una apuesta por disputar el voto antikirchnerista más duro que hasta aquí parecía patrimonio exclusivo de Federico Angelini. 

El desempeño electoral de la periodista porteña es toda una incógnita. Julián Galdeano, el armador de ese espacio, insiste que la precandidata tiene una plataforma de conocimiento baja en el arranque pero mucho potencial por delante para crecer. También dice que lo peor que puede pasarle a Cambiemos es encerrarse en torno al núcleo duro.

Este último criterio lo comparten las listas de Maximiliano Pullaro y Corral. Con lo cual por un lado se congestiona el núcleo duro en la disputa Angelini-Losada; y por el otro se multiplican los precandidatos que buscan seducir el voto independiente o voto blando.

En ese sentido, Pullaro debuta en la interna de Cambiemos con la esperanza de que lo sigan votantes radicales que el Frente Progresista retenía mientras él y su sector, la UCR-NEO, estaban allí y Miguel Lifschitz estaba vivo.

La elección guarda otra incógnita. Qué espacio queda para otras fuerzas fuera de los tres grandes frentes electorales. ¿Listas como la de Jorge Boasso-Luis Contigiani, Mercedes Meier-Carlos Del Frade tienen chances de dar la pelea por alguna de las nueve bancas de diputados en juego? ¿O están condenadas a una participación estratégica para mantenerse en carrera y proyectarse a 2023?