Emiliano Peralta (36 años) es abogado, diputado provincial y convencional constituyente de Somos Vida y Libertad, el espacio que lidera su compañera Amalia Granata. Oriundo de Reconquista y graduado en la Universidad Católica de Rosario, es la mano de derecha de la mediática y su hombre de confianza en la gestión parlamentaria. Respetado, sobre todo por sus opositores, le pone voz y argumentos al bloque, enfrentado al oficialismo tanto en la Legislatura como en la Convención Reformadora.
Es muy crítico con el perfil que va tomando la discusión sobre los cambios en la Constitución provincial. Fundamentalmente con la impronta impuesta por Unidos que “convierte” los dictámenes en “proyectos de adhesión” donde gasta mucho tiempo en saldar las divisiones internas y deja escaso margen para acordar con la oposición, según argumenta. Prevé que se vendrán 20 días “maratónicos” de cara al cierre de la Convención para hacer “en algunos puntos una mala Constitución por defecto de técnica legislativa y por poner una síntesis que no dice nada”.
En medio de las deliberaciones, Peralta atendió a Rosario3:
—¿Qué mirada tenés sobre el desarrollo de la Convención?
—En esta semana (pasada) con los dictámenes de cada comisión se ha visto un avance muy prometedor en algunas y en otras han aparecido diferencias políticas, algo difícil para lograr acuerdos. Y esto ha hecho que el oficialismo haya sacado dictámenes de mayoría sólo con votos de ellos. Las discusiones son naturales, pero lo que uno advierte, y molesta, es que Unidos tiene tantas dificultades internas para acordar un dictamen que llegan sobre el límite de la fecha. Esto pasa en la Legislatura también: hacen un desgate tan grande internamente para ponerse de acuerdo que es difícil hacer cambios luego con la oposición. Lo que debería ser un debate termina siendo un contrato por adhesión y eso es desgastante. Fíjate la comisión de Justicia que se reunió luego de un cuarto intermedio hasta la tarde para que el oficialismo logre acordar entre ellos mientras nosotros estuvimos esperándolos en el bar de enfrente o en el recinto de la Legislatura; es una falta de respeto.
—¿La reforma es un traje a medida para las pretensiones del oficialismo?
—No creo que sea así. Se evitaron poner varias iniciativas que el Ejecutivo proponía en cuanto a DNU, facultades delegadas, políticas de persecución penal, nombramientos. No obstante, creo que en algunos puntos vamos a tener una mala Constitución por defecto de técnica legislativa y por poner una síntesis que no dice nada. Un ejemplo es la Caja de Jubilaciones: los socialistas querían que sea intransferible y el PRO lo contrario, la síntesis es que la Caja es indelegable y eso no significa nada. Y así con muchas cosas, no se ponen de acuerdo entre ellos entonces buscan una palabra que no dice nada. Otro ejemplo fueron los amparos y puntualmente el amparo por mora de administración: el Ejecutivo no quería ponerlo y otros socios sí, y entonces salió un texto sui-generis que uno podría interpretar que está contemplado este tipo de amparo. Lo que quiero significar es que salen malos textos.
—¿Se llega a tiempo para tratar los 42 artículos a reformar en el plazo previsto?
—Estos últimos 20 días van a ser maratónicos, se harán todos los esfuerzos, se va a llegar aunque no de la forma que uno quiere para debatir una Constitución. Hay muchos dictámenes emitidos sin saldar los debates. Y el problema es el exiguo plazo que se dio en la ley de Reforma. En La Rioja, tenían 90 días y eso que allá estaba todo más clarito porque (el gobernador Ricardo) Quintela no se caracteriza por abrir el dialogo democráticamente. Ese hubiese sido un plazo más lógico.
—¿La cláusula que habilita la posibilidad de que el actual gobernador pueda ir por la reelección descomprimió la Convención?
—Ya estaba cerrado el asunto, el gobernador va tener la posibilidad de ir por la reelección. No creo que se haya dado ese efecto. Sí lo que descomprimió el ambiente fue que ya se cerraron las listas de candidatos para diputados nacionales.
—¿Cuál es la posición del espacio con respecto a la autonomía municipal?
—La discusión del régimen municipal está mal enfocada. Es un error pretender que toda población sea considerada un municipio. Hay que seguir con la diferencia entre municipio y comuna, es insólito pensar que un pueblo sea una ciudad con un Ejecutivo y un cuerpo legislativo, una locura.
No somos enemigos de la autonomía, hubiésemos preferido un régimen de coparticipación o de distribución de recursos en simultáneo. Se hizo un dictamen sobre la distribución de recursos para que luego una ley convenio tenga que fijarlo. Así corremos el riesgo similar a lo que sucedió con la Constitución Nacional del 94 cuando estableció que una ley de coparticipación debía fijar la distribución de recursos y eso nunca ocurrió.
—¿Pero está de acuerdo con la autonomía plena para Rosario?
—Rosario no tendrá problemas con la autonomía, es una ciudad muy próspera, capaz de autofinanciarse. El tema es hasta qué punto van a tener esa facultad de dictar sus propios tributos; ese es otro ejemplo de la imposibilidad de acordar entre socialistas y el PRO, de eso sale un engendro que no queda claro. Ahora el problema es si una ciudad de más de 10 mil habitantes puede dictar su propia carga orgánica o pueblos que no tienen capacidad económica para poder solventarse. Corremos riesgo de poner una vara alta en un montón de funciones, que no podrán hacer sin recursos a menos que se creen tributos. Las ciudades del interior no pueden pagar un mango más y la están pasando mal. El problema de la autonomía no es Rosario, Santa Fe o Reconquista, son las otras ciudades.
La agenda política
—¿Te consideras parte de una nueva generación de políticos en la provincia?
—Hay una nueva generación, pero no tiene que ver con la edad. Hay nueva camada de gente que ve a la política de manera distinta y que no está atado a la edad. Noto diferencias sobre todo en la convivencia con los demás partidos. No soy rosquero, no tengo especulación política, quizás sea un defecto para sobrevivir en la arena política. Estar en un cuerpo colegiado te fuerza a abrir la cabeza para ver de dónde vienen las otras personas, no para compartir sino para entenderlas. Un ejemplo es la relación con Lucila De Ponti (diputada del Movimiento Evita) con quien votamos al revés pero nos llevamos re-bien y esa manera de hacer política es la que a mí me gusta.
—¿Cómo enfrentar la apatía ciudadana para con la política que se tradujo en una caída de la cantidad de gente que ha ido a votar este año?
—La entiendo porque mi círculo de amigos no viene de la política y me lo explicitan, no la justifico o trato de explicarles que no logramos nada ya que la baja participación beneficia a los aparatos. Los entiendo porque la gente piensa que los políticos no le cambian la vida o no los ayudamos, creen que estamos solamente por el poder o por vanidad. No es así ya que hay mucha gente que no está en la misma, pero hay otros que tienen el discurso orientado a profundizar el desinterés y la baja participación. Hay cosas que no me gustan del presidente (Javier Milei) y en sus formas contribuye a esto. Si decís que el Congreso es una bolsa de excrementos, imagínate cómo pega esto en la gente. Es un debate que nos tenemos que dar y sobre todo en lo nacional ya que (en las próximas elecciones legislativas) habrá baja participación porque muchos que votaron a Milei están desesperanzados.
—¿Somos Vida y Familia está cerca o lejos de Milei?
—Somos un espacio de centro derecha. Tenemos coincidencias con La Libertad Avanza, creo que nuestro partido intenta ser un espacio liberal clásico y no libertario y con un profundo sentido humanista. No compartimos decisiones como ajustar por el lado de la discapacidad, los jubilados, o de plantear una política exterior tan alineada con conflictos que no tenemos que ver. No renegamos del Estado en materia de obras pública, hay que echar a los que robaron y no cerrar organismos. Creemos en la igualdad de oportunidades y no de resultados.
—¿Por qué no participaron en la elección nacional para renovar la representación santafesina en la Cámara de Diputados?
—Fue una decisión personal de Amalia. Creo que tendría chances de hacer buen papel e ingresar diputados. Ha sido un año difícil para ella, tuvo muchos problemas con su hijo más chico y decidió enfocarse en la familia. Existieron rumores, pero Amalia toma decisiones personales enfocando en su familia.
—¿Son un espacio Granata dependiente?
—No somos Granata dependientes. Para ir a una elección, nuestra figura es Amalia, y el resto de los liderazgos se van construyendo. La mayoría somos personas que recién estamos empezando y estamos creciendo. Ir a una elección implica gasto y un esfuerzo grande y encima estamos dentro de una Convención Constituyente. Somos un partido chico y es difícil ponernos al hombro la estructura de una campaña para hacerla en serio. Quizás no sea el momento, pero sí en el 2027.
—¿Ves un frente con el peronismo en 2027?
—Tengo formación en la Doctrina Social de la Iglesia, algo bastante parecido al peronismo originario. Con el kirchnerismo no me veo. Si hay sectores que quieran conversar sobre ejes programáticos de gobierno, no tengo ningún problema. Ahora si el peronismo va con gente enganchada donde aparecen (Agustín) Rossi o (Florencia) Carignano o gente que ya se le pasó el tiempo, ahí no me veo.
—¿Cuál es tu rol con Amalia?
—La ayudo mucho con cuestiones parlamentarias, no tengo experiencia de ser armador político. Doy mi opinión sobre lo parlamentario, mi visión y sus fundamentos, y me pasa que coincidimos en el 95 por ciento de los casos. Me siento una persona de confianza a quien escucha y en ese lugar estoy cómodo.



