Cuando el jueves Víctor Sarnaglia se contactó con el gobernador Omar Perotti sin intermediarios, la respuesta del mandatario fue lo único que le puso freno a lo que era un final abrupto a su regreso a la Policía de Santa Fe en diciembre pasado. Alejado del ministro de Seguridad, Marcelo Sain, sólo el apoyo del propio Perotti evitó su renuncia.

El vínculo entre el jefe de Policía y el ministro lleva tiempo deteriorado, a pesar de que el primero asumió en diciembre pasado nombrado justamente por el segundo. Sain se había volcado -entre otras cosas- sobre la honestidad y formación intelectual de Sarnaglia para que lidere una idea de "volver a construir la confianza de la gente en la Policía", según describió por entonces.

Pero el ministro pretende que el jefe se enfoque en lo suyo. Y no más. Por eso todo se tornó más dificultoso desde el 20 de marzo, cuando Sarnaglia estuvo sentado junto a Perotti y el ministro de Salud, Carlos Parola, en una conferencia de tinte político: el gobernador la usó para reclamar por la ley de necesidad pública y pedirle a la oposición que se ponga a disposición para enfrentar el coronavirus.

Entrado abril, la relación entre ambos quedó "muy tirante" después de un fuerte cruce. En ese momento, desde los hechos, Sain corrió a Sarnaglia de la línea de mando y le ordenó que evitara reuniones con intendentes o jefes comunales, que estaban desesperados por cerrar sus territorios: fue en medio de los operativos para garantizar el cumplimiento de la cuarentena, que para entonces ya estaba impuesta por el gobierno nacional.

Pero al tono confrontativo lo prefiere lejos el Ministerio de Seguridad, donde ponen énfasis en la función "más amplia" de Sain y remacaran, además, que entre él y Sarnagia hay dos funcionarios, entre ellos el secretario Germán Montenegro. En particular, refieren que el ministro pasa su tiempo abocado tanto a la Policía de Seguridad como al desarrollo de las agencias que creó y las que les dio autonomía respecto de las directivas de Sarnaglia, que son la de Investigación Criminal y la de Control Policial.

"Como anunció el 12 de diciembre pasado, está abocado a los proyectos de ley para reglamentar esas agencias, avanza con el armado de toda su estructura para cuatro años y, a la par, sigue día a día las distintas investigaciones complejas que conoce por su función en el Organismo y las nuevas que se planteó como objetivos. Es decir: su gestión pasa por muchos otros lugares y no sólo por la Policía, que es lo único que atañe a Sarnaglia", señalan en Seguridad.

Así y todo, la versión de un portazo de quien fuera en los 90 el creador de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) corrió todo el jueves con la fuerza de una renuncia, al punto que el Ministerio de Seguridad tuvo que desmentirla. Aunque dejaron en claro que le piden más atención en "las cosas que el jefe no ve y debería", pero no le quitan crédito.

La realidad es que el conflicto existe y que la salida no estuvo lejos. Sarnaglia, que sin previo aviso y contrario a su habitual disponibilidad dejó de dar notas a los medios de comunicación -como si no fuera una decisión propia-, tiene una preocupación lógica que plantea al máximo nivel provincial: en una institución vertical como es la policía, teme perder autoridad ante los jefes de las unidades regionales o sobre la misma "tropa".

Por eso apeló para reforzar su figura ante sus subordinados a un vínculo conocido con Perotti. Cuentan en Santa Fe que después varias tardes de mates juntos, fue el propio mandatario el que le ofreció en persona el máximo de los cargos policiales en una de sus visitas a la casa de barrio El Pozo de la capital provincial.

Entonces, Sarnaglia le dijo entrada la noche del jueves al gobernador Omar Perotti que necesitaba un gesto de él para seguir. Que de no tenerlo pensaba en dar un paso al costado. Y fue entonces cuando hablaron sin intermediarios. "Perotti le respondió que lo apoya", contaron quienes conocen a ambos. Y así Sarnaglia empezó el viernes en el cargo.

Sólo después de eso las horas más frenéticas parecen haber quedado atrás. Pero el conflicto no está cerrado. La pregunta es si existe o no el retorno para evitar un desenlace abrupto, que no son pocos los que lo aventuran para el día después de la emergencia sanitaria si no hay acercamiento.