Las bebidas energizantes o energéticas cuentan con un contenido medio de cafeína de 150 mg por litro, además de azúcar, vitaminas, minerales y aminoácidos en cantidades variables. Su consumo en la población más joven es cada vez mayor, lo cual resultó un objeto de estudio para analizar de qué forma se pueden ver afectados orgánicamente.

Recientemente, la revista Addiction publicó un estudio que reveló que cerca del 60% de jóvenes y adolescentes a nivel mundial ingirieron alguna vez este tipo de bebidas, siendo preocupante su combinación con el alcohol.

Por otra parte, un estudio noruego publicado en BMJ Open relacionó la ingesta de bebidas energéticas con la mala calidad de sueño e insomnio entre universitarios. Tras estudiar 53.266 personas de entre 18 y 35 años, se reveló que a mayor frecuencia de consumo, menor cantidad de horas de sueño nocturno.

“Incluso solo una pequeña cantidad (una bebida de una a tres veces al mes) puede estar relacionada con la calidad y cantidad de sueño de los jóvenes”, explicaron desde la investigación.

Mala calidad de sueño

Para entender qué aspectos del sueño se ven más o menos afectados, se preguntó a los estudiantes con qué frecuencia tomaban bebidas energéticas y sobre sus patrones habituales: cuándo se acostaban y se levantaban o cuánto tardaban en dormirse, entre otros. Posteriormente, se calculó la eficiencia del sueño a partir del total de horas nocturnas dormidas frente al tiempo pasado en la cama.

Al declarar un consumo diario, tanto hombres como mujeres durmieron alrededor de media hora menos que aquellos participantes con un uso ocasional o nulo. También se observaron asociaciones similares en cuanto a despertarse después de dormirse y a tardar más en conciliar el sueño.

Por tanto, el aumento de la ingesta se asoció con un incremento tanto del tiempo de vigilia nocturna como del que se tarda en dormirse, es decir, una menor eficiencia del sueño.

Problemas de insomnio

El insomnio también era más frecuente entre las mujeres y los hombres que declaraban un consumo diario que entre los que declaraban un uso ocasional o nulo: 51% frente a 33% (ellas) y 37% frente a 22% (ellos).

En general, un mayor consumo de bebidas energéticas se asoció con un mayor riesgo de problemas de sueño en todos los aspectos estudiados, con las asociaciones más fuertes para la corta duración del sueño.

En comparación con quienes declararon no consumir bebidas energéticas o consumirlas solo ocasionalmente, los hombres que declararon hacerlo a diario tenían más del doble de probabilidades de decir que dormían menos de 6 horas por noche, mientras que las mujeres tenían un 87% más de probabilidades.

“Nuestro objetivo es al menos informar al consumidor de que beber grandes cantidades no es beneficioso para dormir bien y que los estudiantes quizá deberían tener cierto cuidado al tomar estas bebidas, como también se constata en otros estudios de otros países sobre el mismo tema”, explicaron.

Limitaciones de la investigación

Si bien se trata de un estudio observacional y, como tal, no se pueden extraer conclusiones sobre la causa. No obstante, los investigadores consideran que sus conclusiones muestran que existe una asociación sólida entre la frecuencia de consumo de bebidas energéticas y los distintos parámetros del sueño.

“La identificación de factores de riesgo modificables para los problemas de sueño entre los estudiantes universitarios es vital, y nuestros resultados sugieren que la frecuencia de consumo podría ser un posible objetivo para las intervenciones”, expusieron los autores.

 

Fuente: SINC.