Enviar satélites al espacio no es fácil. No solo requiere una gran inversión en investigación y desarrollo, sino que se cimienta en el dominio de una variedad de competencias científicas complejas, que comienzan en una comprensión profunda de las leyes de la física y abarcan diversos campos de la ingeniería, química, matemáticas, informática y electrónica. Por esta razón, muchas naciones prefieren cooperar con otros gobiernos o empresas que ya tengan esta tecnología resuelta, en lugar de embarcarse en las intrincadas complicaciones que presenta la búsqueda de la autonomía espacial.

Actualmente, solo catorce países cuentan con las capacidades tecnológicas suficientes para poner satélites en órbita utilizando sus propios vehículos lanzadores. El último en unirse a este grupo de privilegiados fue Corea del Sur, a mediados del año pasado; y al igual que los anteriores, lo hizo a través de su propia agencia espacial gubernamental.

Dentro de este reducido círculo de estados capaces de garantizar su propio acceso al espacio, se encuentra un conjunto aún más exclusivo: empresas privadas que dominan las complejidades de esta actividad y han logrado desarrollar cohetes con capacidad orbital. Si bien la más famosa es indudablemente SpaceX, que en lo que va del año 2023 ostenta la impresionante tasa de un lanzamiento cada 4,18 días, también se destacan otras empresas como Rocket Lab, Firefly Aerospace y Astra, exitosos miembros de esta nueva industria espacial, llamada también New Space o Espacio 2.0.

El socio más reciente de este selecto club es la empresa china Space Pioneer, que el pasado domingo 2 de abril logró poner en órbita exitosamente un pequeño satélite experimental con su cohete de tres etapas Tianlong-2. Pero hay una startup argentina que pronto podría unirse a esta lista de élite, Tlon Space. Con un equipo de expertos en ingeniería y tecnología, Tlon Space ha desarrollado el Aventura I, un cohete que está en la etapa final de las pruebas previas a su primer lanzamiento orbital.

 “A principios de marzo efectuamos la octava misión”, cuenta entusiasmado a Rosario3 Luis Monsegur, copropietario y Director de Operaciones de Tlon Space. La empresa tenía previsto realizar los primeros intentos orbitales durante 2022, para comenzar con las operaciones comerciales una vez consolidado el sistema, pero el desarrollo de una industria como la espacial está llena de desafíos técnicos inesperados. “De acuerdo a nuestras expectativas, tuvimos varios meses de demora, y es porque tuvimos que trabajar mucho más de lo previsto con la performance del motor atmosférico y las electrobombas de la etapa 1 del vehículo. El motor de la etapa 2 ya había sido testeado durante la campaña de vuelos 2021, pero valió la pena todo el esfuerzo, ya que tanto el motor como las electrobombas trabajaron muy bien durante el vuelo” resalta Monsegur.

El Aventura I es un vehículo vanguardista, liviano y veinte veces más pequeño que los lanzadores que hoy pueden acceder al espacio. Actualmente, poner en el espacio un nanosatélite de 1 kilo de peso cuesta entre US $50.000 y US $70.000, aunque estos costos varían dependiendo de diversos factores, como la órbita en la que se desee lanzarlo y la carga útil involucrada.

El Aventura I, desafiando la gravedad tras el despegue

La estrategia de Tlon Space para reducir estos costos implica la miniaturización de sistemas, el adelgazamiento de las paredes de la estructura, el alivianamiento de masa y el aumento del rendimiento del motor. Y eso es lo que se estuvo haciendo este último año. Tal como describe Monsegur, “en este vehículo utilizamos un tanque ultraliviano de carbono. En la campaña de vuelos que efectuamos durante el año 2021 utilizamos un tanque mucho más pequeño con el que testeamos el funcionamiento del motor de la segunda etapa del vehículo, además de otros subsistemas” , detalla.

Comparativa de tamaño y capacidad del Aventura I

“El tamaño total de ese vehículo, al que denominamos Aventura 0, fue de algo menos de 4 metros. Para que te des una idea de las dimensiones y los volúmenes, el tanque del Aventura 0 podía almacenar 25 kgs de combustible y oxidante, mientras que el tanque de la primera etapa del Aventura 1 tiene una capacidad 30 veces superior”.

El Aventura 1 con sus dos etapas, cofia y motor, mide un poco más de 10 metros de largo y tiene un diámetro de 0,352 metros. “Para operar con precisión en la plataforma de lanzamiento un vehículo con estas nuevas dimensiones se hizo necesario incorporar en el staff técnico profesionales con nuevas competencias y con un expertise probado en este tipo de desafíos”, señala el director de operaciones de Tlon Space. Además, se realizaron modificaciones en el puerto espacial que la empresa construyó en la provincia de Buenos Aires, en una zona situada entre Miramar y Necochea, mejorando la infraestructura del hangar y del sistema de comunicaciones.

Hacia arriba, la dirección natural de los cohetes

La espera y el esfuerzo valieron la pena. “Esta octava misión permitió testear y certificar nuevos componentes incorporados al sistema de lanzamiento, que posibilitan la inyección orbital de nanosatélites y picosatélites”, describe el responsable de operaciones de la empresa. “Además, recibimos asesoramiento especializado para la mejora de los procesos, se optimizaron los protocolos involucrados en las tareas de alistamiento y en las de la misión de lanzamiento del vehículo, con especial énfasis en temas de seguridad y mitigación de riesgos”, pormenoriza Monsegur.

Instalaciones de Tlon Space en la costa de la provincia de Buenos Aires

La cuenta regresiva para el primer intento orbital está a punto de materializarse. Una vez que se encienda el motor principal y el Aventura I abandone la plataforma de lanzamiento, llevará consigo los sueños, esperanzas y determinación de los ingenieros que trabajaron para inscribir a Tlon en la historia de la exploración espacial. Una empresa argentina que decidió ir a las estrellas por el camino difícil.