Al imputar al directorio de la agencia de Bolsa y corredora de granos Guardati Torti por administración fraudulenta y confección de balances falsos, la Unidad Fiscal de Delitos Económicos Complejos de Santa Fe puso sobre la mesa un debate crucial: ¿Cuán eficiente son los controles estatales sobre el manejo del dinero de los ahorristas que hacen los operadores bursátiles?

Y es que la combinación de una conducta presuntamente delictiva con controles oficiales que fallaron, como expone el caso de Guardati Torti, genera un tremendo daño al mercado de capitales en su búsqueda por sumar volumen y participantes ya que sólo con una robusta liquidez el mercado cumple su función de tender un puente entre inversores y empresas contribuyendo así a financiar la actividad económica.

Sobre todo, como ocurrió en este caso en el que los principales afectados son pequeños inversores y jóvenes ahorristas de distintas partes del país que estaban haciendo sus primeras incursiones en Bolsa.

En efecto, hay más de 40 pequeños inversores que denunciaron penalmente que la agencia les quitó los saldos líquidos de sus cuentas abiertas en Guardati Torti para operar en Bolsa por un monto total de $1.189.131 y u$s448.950. Y no sólo los pequeños inversores afectados fueron a la Justicia, sino que hasta la Comisión Nacional de Valores (CNV) denunció penalmente a la agencia por ese manotazo de fondos.

Controles bajo la lupa

¿Qué se controla? La ley de reforma del sistema bursátil cuya sanción impulsó Cristina en su segundo mandato presidencial concentró la potestad de los controles en el Estado desligando a los Mercados, que hasta ese momento estaban en una suerte de primera línea de fiscalización de los agentes. En líneas generales, el espíritu de la norma fue focalizar las tareas de control en la CNV, en línea con las normativas vigentes en los países con mercados de capitales desarrollados.

En paralelo, la reforma incrementó las exigencias patrimoniales y administrativas de los agentes al mismo tiempo que creó nuevas categorías (con mayores requerimientos cuánto más atribuciones tenían en el manejo del dinero) y permitió que una misma intermediadora pueda operar en distintos mercados (de contado o a término, de granos, divisas, acciones, bonos, etc.) cuando antes una sociedad de Bolsa que operaba acciones spot en el Merval no podía operar con la misma razón social soja a futuro en el Rofex o granos en el mercado disponible físico, quedando esos negocio para corredores de granos.

Ahora bien, más allá de los papeles, ¿qué es lo que controla, en realidad, hoy la CNV? Quienes están diariamente en el mercado sostienen que el organismo monitorea al detalle cuestiones de forma de las compañías operadoras pero hay dos datos de las cuentas diarias que no pide usualmente: cuánto dinero tiene por pagar a sus clientes y cuántos fondos líquidos de disponibilidad diaria para responder a esos compromisos de pago. O como dicen en la jerga: “las disponibilidades”.

Por ejemplo, Guardati Torti dice tener propiedades para responder por el faltante, pero lo importante es que esos fondos no estén en bienes raíces sino en instrumentos líquidos y a la vista. Que estén “disponibles”.

Entonces: ¿Cómo puede ser que una operadora le quite los saldos líquidos a sus clientes y no suenen alarmas tempranas en CNV? ¿Nadie está mirando? ¿Cómo puede ser que la CNV, con la tecnología disponible, no advierta ese masivo movimiento de fondos y rápidamente suspenda preventivamente la operatoria de la agencia?

Ocurre que la titularidad de los títulos privados está bajo custodia de la Caja de Valores y ante cada movimiento que ordena el agente se dispara un mail avisando al titular del activo. Pero no pasa eso con el saldo de esas operaciones que queda en la cuenta comitente abierta por la empresa para su cliente. Y ese saldo es el que, denuncian los inversores, les manoteó Guardati Torti.

¿La CNV tiene la potestad para mirar ese saldo? La tiene. Es más, así como regularmente le envía mails a los agentes para pedirles que le muestren cómo tiene sus contrapartidas líquidas bien podría pedirle los saldos de los clientes y la disponibilidad para hacer frente en las cuentas a pagar. ¿Lo hace? Esa es la gran pregunta.

¿Duda razonable?

Ahora bien: ¿el agente puede tocar esos saldos sin autorización del cliente? En la práctica diaria, agentes, ejecutivos del mercado y autoridades oficiales sostienen que el operador no puede disponer de esos fondos que son de los clientes. “Los saldos son de los clientes. No se pueden tocar”, es la respuesta firme del mercado.

Pero la defensa de Guardati Torti esgrime que no hay delito en lo que hizo. Y, en rigor ante la falta de una normativa precisa y explícita que asiente el uso y costumbre de los operadores de no tocar los saldos de los clientes, aparece margen para el debate jurídico cuando se escala hacia normas generales del derecho comercial.

Es que el dinero que se deposita en una cuenta bancaria o mercantil es fungible. Al fin de cuentas, ¿lo que hace un ahorrista no es darle dinero a un tercero para que se lo trabaje en busca de un rendimiento pudiendo salir la operación bien o mal?. En este caso, Guardati Torti tendría que probar que la plata no está porque Vicentín no le pagó. Pero si bien en este caso eso luce muy pero muy difícil de explicar, el debate es si, en definitiva, esos saldos son intocables por parte del operador o es que su obligación es tenerlo disponible cuando el cliente lo dispone? Quienes están en el día a día de la operatoria bursátil sostienen que está muy claro que esos fondos no se pueden tocar, pero quienes ven el tema más desde lo jurídico creen que hay margen para plantear el debate por la fungibilidad que tiene el dinero.

Una de la salida ante este entramado puede ser debatir si todos los operadores no tendrían que ser sólo Agentes de Negociación (AN) dejando que sea un tercero cuyo negocio sea liquidar y compensar (Agente de Liquidación y Compensación Integral, o Alyc Integral como se estableció en la ley de reforma). En definitiva, sacar del medio la figura del Agente de Liquidación y Compensación Propia, que le permite a una intermediario operar y al mismo tiempo manejar el dinero. En otras palabras, separar el que opera del que toca el dinero evitando así el riesgo de sufrir un manotazo como el que acusan de dar a Guardati Torti

En realidad, la categoría de Alyc Propio no estaba en el proyecto de ley original, pero por presión de un grupo de agentes de Bolsa porteño se la armó. De esa forma, el Alyc Propio se diferenciaba de un “mero” Agente de Negociación (AN), ya que las exigencias patrimoniales y administrativas son mayores para el que liquida y compensa frente al que sólo opera. Más allá del ahorro que puede significar tener integrada la función (algo relativo porque, por otra parte, tiene también más costos operativos), un Alyc Propio tiene más patrimonio que un AN en un negocio en el que la imagen de solvencia cuenta más de lo que se piensa. Pero también el ahorrista queda expuesto a que le pase lo que le ocurrió a los clientes de Guardati Torti.

Explorar el diseño de un mercado con un puñado de Alyc Integrales (de base institucional, como Rosario Valores, que es del MAV y de la Bolsa de Rosario, o bajo control de grandes bancos especializados, en definitiva empresas que no operan evitando así competir con sus clientes) que liquiden y compensen para todos los AN es una posibilidad a explorar para evitar que haya nuevos Guardati Torti. 

¿Integrar o segregar? 

Pero el caso de Guardati Torti también expone otro debate también fondo sobre el futuro del mercado: ¿es conveniente que una misma razón social integre mercados con lógicas, tiempos y volúmenes de dinero tan distintos como el agrícola y el financiero? Y es que en una Alyc Propia que opera y liquida negocios de granos y de títulos de valor las cuentas de sus clientes no están necesariamente bien segregadas por mercado, ya que todo depende de la prolijidad administrativa del agente.

La hipótesis de los fiscales que investigan a Guardarti Torti es que la agencia usó el dinero de sus clientes bursátiles (muchos por poco monto y todos jóvenes) para pagarle deudas con sus clientes agropecuarios cuando el default de Vicentín les hizo saltar un gran agujero financiero en su negocio agropecuario que hacía décadas arrastraba pero que tapaba con la ayuda de la malograda aceitera. Ese manotazo no hubiese sido posible si hubiese estado prohibido, como en el pasado, que una corredora de granos incursione como sociedad de Bolsa.

Si bien el caso de la caída de BLD (cuyo default mostró que se puede actuar de una forma más honorable que Guardati Torit ya que ante la crisis de su negocio de granos no tocó los fondos de sus clientes bursátiles y los puso a resguardo entregándole todas esas cuentas a otra agencia de Bolsa), lo cierto es que ambos eran los mayores exponentes del modelo de integración cerealista-bursátil del que tanto se vanagloriaron por años en los pasillos de la Bolsa de Rosario y del Rofex. Eran el modelo a seguir. Lo nuevo, lo innovador, el futuro. 

Lo cierto es que el arbitraje de mercados (soja spot con dólar futuro, por nombrar "la milanesa con papas" del menú del operador integrado) generó durante años una suerte de “anabólico financiero” que permitió inflar los precios de la soja que ofrecían a los productores firmas como BLD y Guardati Torti. En efecto, para estos operadores integrados el precio mayor que ofrecía por la soja a los productores no se debía solo a los volúmenes y logística que manejaba al salir a venderlos a los exportadores sino, sobre todo, a la renta financiera extra que obtenía de complejos arbitrajes entre mercados de futuros.

No en vano, en su momento de gloria en Guardati Torti se jactaban de hablar de la “soja GyT” en alusión al precio que extra que pagaban si se daban ciertas variables financieras en mercados de futuros de divisas y tasas. Una fórmula que por un tiempo le mucho rédito económico (y a sus clientes, por los mejores precios pagados) pero que también estuvo en la génesis de su descalce, un rojo que podían contener año a año a duras penas con la invalorable ayuda de sus históricos socios (“los”Vicentín") hasta que éstos cayeron y encima le profundizaron el agujero.

¿La conveniencia de volver a separar las aguas ayudaría a evitar los riesgos sistémicos para el productor agropecuario y para los ahorristas bursátiles que dejaron expuestos los recientes y millonarios defaults de las corredoras de granos Sebastián Grimaldi SA, Cereales del Sur, BLD y Guardati Torti? ¿Separar mercados para quitar los “anabólicos financieros” que inflan los precios de la soja serviría para reducir riesgos de default de corredores de granos.¿O la fórmula superadora sería que se pueden integrar mercados siempre y cuando las cuentas comitentes estén perfectamente segregadas por mercado y el dinero de los clientes nunca esté en manos de los agentes que lo operan? El debate quedó abierto.