La decisión de Terminal Puerto Rosario (TPR) de no dar marcha atrás con 5 despidos y la postura del gremio de estibadores (Supa) de no avalar acuerdo alguno que deje a su gente sin trabajo fue lo que ayer miércoles impidió el arribo de un entendimiento en el conflicto laboral en el puerto de rosario. Por eso, el paro en las terminales I y II sigue mientras que se convocó para el miércoles a una nueva audiencia. Como el conflicto lleva más de dos semanas, se complica la actividad de las empresas que por allí operan exportando o importando cargas.

La reunión de ayer, que fue en Buenos Aires, arrancó antes del mediodía y fue presidida por la propia ministra de Trabajo de la Nación, Kelly Olmos. También asistieron autoridades del Ente Administrador del Puerto de Rosario (Enapro) y del Ministerio de Trabajo de Santa Fe.

El encuentro duró hasta bien entrada la tarde y hubo muchos avances. Por ejemplo, TPR aceptó reabrir paritarias (el pedido del gremio que desató el conflicto ante el rechazo de la firma) y cerrar un aumento anual del 95% (contra el 100% reclamado). También aceptó el pago de un bono de fin de año, otro reclamo de los trabajadores.

Pero se puso firme en mantener 5 despidos. Originalmente, eran muchos más los cesanteados que, en pleno conflicto, dispuso TPR, pero luego fue reduciendo el número. El argumento de la concesionaria del puerto para no querer volver a tomar a esos trabajadores fue que protagonizaron incidentes que pusieron en riesgo la vida del personal y también a los equipos de la empresa.

Mala imagen

El daño reputacional de atravesar semanas de paro es muy grande para el puerto. La incertidumbre y la demoras en las cargas y descargas generan todo tipo de inconvenientes y empuja a que las empresas busquen otras terminales para operar. Desde Bunge y General Motors, preocupados porque debían recibir embarques de insumos y productos importados, hasta productores regionales de alfalfa que tenían camiones en la puerta esperando por descargar para envíos comprometidos hacia Medio Oriente; los clientes del puerto necesitan previsibilidad y por eso no atrae cargas el escenario de permanente de tensión laboral (como fue este año en TPR). También hay empresas que tienen cargas que traer desde Montevideo pero el barco que las debe buscar todavía está parado en Rosario.

La navieras que operan por el puerto, internacionales todas, también expresaron su malestar por la incertidumbre y las demoras, ya que el costo de los retrasos es millonario y desajusta un ajustado cronograma de tráfico de buques. Y atención que un puerto sin transportistas no tiene razón de ser. Y vaya que sufrió esa ausencia el puerto local, que por años tuvo apenas un par de barcazas que lo conectaban sólo con Buenos Aires, mientras que ahora hay línea directa con Brasil y Uruguay.

Durante todo el paro las autoridades de TPR pusieron este tema sobre la mesa, y si bien es cierto que los chilenos de Ultramar (socio de TPR) tiene lazos de negocios con las navieras globales, eso puede servir para evitar retiradas apresuradas pero no sólo que a la larga la lógica del negocio es la que prima sino que a la corta se traduce en tarifas diferenciales más caras (que encarecen el flete) por llegar a un puerto que no ofrece previsibilidad.