Barajar y dar de nuevo a fines de noviembre no estaba en los cálculos de nadie vinculado al mundo Central. El año se terminó muy rápido para el club. Paradójicamente, el mismo día que le ofrendó a su gente el polémico trofeo que le entregó la Asociación del Fútbol Argentino.
La ausencia de uno de sus generales frente a Estudiantes fue un problema indisoluble para el equipo de Holan y ahora el futuro, que se presuponía promisorio para lo que quedaba de 2025, se borró de un plumazo.
Todo pasa al año próximo. Y no es poco: Apertura, Clausura, Libertadores, Copa Argentina, Supercopa internacional y probablemente la flamante Recopa.
Muchos compromisos bien ganados que ameritan una construcción estratégica para estar a la altura de las circunstancias en todos los frentes.
Institucionalmente no parece que hubiera retoques necesarios, más bien todo lo contrario. Pero de la raya de cal para adentro, las piezas deben acomodarse para que no se repita lo que pasó en todos los mano a mano que tuvo el equipo de Holan este año: afuera del Apertura en cuartos y en el Gigante, eliminado de la Copa Argentina en 16avos en San Nicolás y afuera del Clausura en octavos también en el Gigante. Todo frente a rivales que, en la previa, eran claramente inferiores.
Para un 2026 estelar, son situaciones que el equipo, más bien el planteo, debe tratar de evitar más allá de los imponderables que siempre propone el fútbol.
En medio de la euforia, con un Gigante como siempre repleto, el domingo pasado Central se desmoronó por no tener un plan para reemplazar a uno de sus jugadores estrella. Se desconfiguró.
Es un ejemplo que debe servir para diseñar, pergeñar, un año nuevo que al menos reduzca a la mínima expresión los riesgos de sorpresa.
Central debe reforzar y ampliar el plantel. Defensivamente está flaco. Las ausencias no pudieron ser disimuladas ni siquiera con la promisoria aparición de Ovando, una gratísima ratificación de que las inferiores deben ser tenidas en cuenta y alimentadas con todos los elementos que la transforman, como décadas atrás, en esa fábrica sin chimeneas que además colaboran fuertemente con el sustento institucional.
Pero, no obstante, la Copa Libertadores necesita un esfuerzo económico importante para ser competitivo. La inversión debe transformar al plantel de Central, que para el ámbito local parece suficiente. ¿Es suficiente? Fue un año de sensaciones fuertes con golpazos igual de potentes.
En la mitad de la cancha debe ampliarse el menú de opciones y en el ataque el plantel parece bastante completo. Es el sector de la cancha menos necesitado.
Central debe aprovechar la estrella de Di María, que será uno de los futbolistas diferentes que tendrá la principal competencia continental en 2026. Esa es una responsabilidad del entrenador, que tiene trabajo por hacer. Cada vez que este año Central disputó instancias eliminatorias, el equipo no las superó. Con Di María y sin Di María. Y allí el entrenador tiene una gran responsabilidad.
A un equipo con aspiraciones, como las tenía Central en 2025, no le puede pasar que no sepa reemplazar a uno de los titulares por más trascendente que ese futbolista sea. Eso pasó frente a Estudiantes con la ausencia de Malcorra.
Más allá de que el resto no haya tenido la mejor jornada, la principal responsabilidad la tiene el entrenador.
Es una lectura que Holan debe hacer de manera impostergable.
Por encima de los vencimientos de contratos y algunos ciclos que se suponen cerca del final, la revisión debe ser completa.
Todo sometido a un examen minucioso y puntilloso. Desde la conducción deportiva hasta el último juvenil.
Se viene un año de exigencias múltiples con objetivos históricos en el horizonte.



