“La derrota es culpa mía. Creo que fue un golpe de realidad, esta es la realidad en donde si no corres o metes, te ganan. Nos ganaron bien. Si no levantamos el pasto de la tierra, cualquier equipo nos va a hacer frente”.

Carlos Tevez no habló tras la derrota y eliminación ante Quilmes, pero sus declaraciones luego del 0-3 con Central Córdoba de Santiago del Estero podrían aplicarse tranquilamente a la nochecita de Córdoba, en la que hasta los jugadores fueron obligados a callarse la boca.

La forma de sentir del Apache se parece mucho a la idiosincrasia canalla. Proviene de un club de genética muy parecida. Central y Boca, Boca y Central, se parecen tanto que se repelen. Todo se magnifica, todo se exagera, no hay término medio

Dos triunfos seguidos y la lucha por el protagonismo está encarrilada. Una derrota inesperada, abultada y fea como la del lunes, y todo retrocede un montón de casilleros como en el Juego de la Oca. Otra caída fea, muy fea, con eliminación incluida, como la del jueves frente a Quilmes y el virus se reproduce hasta dañar el disco rígido.

Servio festejó su gol de penal pero a Central no le alcanzó ante Quilmes (Copa Argentina)

Ni tanto ni tan poco, pero es así. Ya quedó escrito, en el mundo Central no hay término medio.

“No logramos entrar en partido. Estoy conociendo el mundo Central, que ganas dos partidos seguidos y nos creemos que está todo bien. Nos dieron un baño de realidad”, razonó Carlitos tras perder con Central Córdoba. Podría haberlo dicho el jueves también. Lo que se debe reprochar es que no logró hacer reaccionar al equipo ni siquiera ante un rival de una categoría inferior. Por eso, luego del muy poco presentable partido con Quilmes, eligió no hablar. Y no dejó hablar a nadie, aunque dicen que la decisión la tomó uno de sus hermanos.

Tevez hace un curso acelerado para entender el electrocardiograma canalla, pero no le cuesta ningún esfuerzo. Nació, creció y convivió con esa mismísima locura, amplificada inclusive, en Boca.

Todo venía muy bien para Central en las últimas semanas, pero no era para tanto. Todo se derrumbó frente a Central Córdoba como un castillo de naipes e implosionó ante Quilmes. Pero tampoco es para tanto.

El baño de realidad del que habla Carlitos es ni más ni menos que entender dónde está parado futbolísticamente Central. Es el clásico y es Quilmes. Es Central Córdoba y es Arsenal. Es la gloria y es Devoto.

Un equipo en construcción, con un plantel bastante, muy, acotado, tiene vaivenes que son absolutamente lógicos. La repetición de los hechos es la acción que los obligará a preocuparse o les permitirá ilusionarse.

Central dejó una imagen muy preocupante ante un equipo de una categoría inferior (Copa Argentina)

“Estábamos parados bien. Ellos llegaron y nosotros también. Después del primer gol nos caímos anímicamente y vino el segundo. A partir de ahí es totalmente otro partido. Teníamos que ir a buscarlo, proponer y propusimos. No podemos especular que siga así, teníamos que ir a buscarlo y en esa búsqueda quedamos mal parados”, explicó luego de la caída en el Gigante más minuciosamente el entrenador. Ante Quilmes el equipo también quedó mal parado, en realidad, arrancó mal parado. Y nunca reaccionó, salvo cuando el rival bajó la guardia. 

El cuerpo técnico de Central tiene apenas un puñado de partidos en el cargo y hasta hace unos pocos días tenía más en la columna del haber que en la del debe. Ahora todo está sometido a revisión. Aunque parezca una locura.

Arrancó siendo una contratación polémica y en pocos partidos convenció a la gente. Por supuesto que para ello tuvo la colaboración inestimable del clásico. Como le pasó a Sanguinetti en el torneo pasado.

Pero los resultados, es aburrido reiterarlo ya a esta altura, son los verdaderos amos y señores de esta historia. Las formas de esos resultados también influyen. Y las últimas caídas dejaron más preocupación en el desarrollo que en el resultado.

Ese es el combo que más tarde o más temprano fortalece o debilita un ciclo.

Esta etapa, por ahora, navega entre aguas tranquilas y turbulentas a la vez.

Un Central puro.