La Copa Argentina tuvo un final escandaloso. Y Central, un final que no merecía. La noche de Córdoba, de plena paridad, se quebró por tres fallos arbitrales que perjudicaron al Canalla y, al mismo tiempo, favorecieron la llegada al título de Boca, que se impuso por 2 a 0 en un Kempes repleto y volvió a festejar.

El cotejo acabó teñido por los errores del árbitro Diego Ceballos y el línea Marcelo Aumente, quienes fueron protagonistas principales de la definición del partido. Primero, anulando un gol lícito a Marco Ruben en el primer tiempo; luego, cobrándole a Boca un penal inexistente y finalmente, habilitando un gol de Chávez en posición adelantada.

El uruguayo Lodeiro, a los 10’ del complemento, abrió el camino xeneize hacia la vuelta olímpica, que luego concretó con la conquista de Chávez. Pero en todos los asistentes al encuentro y quienes lo miraron por TV quedó el sabor amargo de una injusticia con todas las letras. Un auténtico despojo, impropio de lo que se vio dentro de la cancha.

Porque antes del tanto del oriental Lodeiro, Central había sido algo más. Incluso, había marcado con ese cabezazo de Ruben que Aumente anuló. Tras el 0-1, el elenco de Coudet se apuró y se encegueció en la búsqueda de la igualdad. Tuvo una clarísima que Orion le sacó al propio Ruben. Y ya jugado a todo o nada, Boca volvió a pegar y sentenció la historia.

Los auriazules se quedaron otra vez a las puertas de la obtención de este trofeo, al igual que el año pasado, cuando perdió por penales ante Huracán. Pero esta vez es distinto, porque este equipo de Coudet alcanzó un nivel de juego tan alto que merecía quedarse con algo más que la clasificación a la Libertadores. En el torneo, lo frustró Boca. Esta noche, lo liquidaron los árbitros.