El Superclásico o la Megafinal se ha transformado en una Supervergüenza. Porque después de la caótica previa con agresión al micro de Boca cuando llegaba al estadio Monumental, con jugadores lesionados, y de innumerables idas y vueltas, finalmente la Conmebol informó que la final de la Libertadores se disputará mañana domingo a las 17.

Además, a la noche se conoció que las autoridades decretaron una "clausura preventiva" del Monumental por exceso de público. Sanción que podría levantarse si se paga una multa económica, algo que no estaba confirmado.

Un ruido adicional metieron las declaraciones de Carlos Tévez, quien pidió los puntos al afirmar que "para mi el partido no se tiene que jugar". 

La suspensión

"Estamos en esta situación por culpa de inadaptados que no entienden que el fútbol es paz. Y hay un pacto de caballeros entre ambos clubes sobre que se desnaturalizó el juego", dijo Alejandro Domínguez, mandamás de Conmebol, a las 19.20. 

El presidente comentó: "Uno de los clubes no quería jugar, el otro no quería ganar de este modo, por lo que el partido pasa para mañana a las 17", agregó.

El presidente de River, Rodolfo D'Onofrio, y su par de Boca, Daniel Angelici, estuvieron reunidos varias horas con el titular de la casa madre del fútbol continental y en medio de infinitos rumores, definieron posponer un cotejo que, según había informado Conmebol en Tweeter una hora antes, se iba a jugar 19.15.



 

En el vestuario de Boca la intención siempre fue no jugarlo: es que varios jugadores quedaron lesionados por el ataque al colectivo en el trayecto rumbo al estadio, e incluso algunos de ellos fueron trasladados en una ambulancia para ser revisados en una clínica cercana al estadio. El caso más resonante es el de Pablo Pérez, titular en el equipo del Mellizo, que sufrió una lesión ocular.

En esas condiciones, parecía imposible que el partido pueda disputarse. Pero Conmebol se mantenía firma en su decisión de jugarlo. Dos referentes de Boca, Carlos Tévez y Fernando Gago, salieron del vestiario y remarcaron que no estaban en condiciones de salir a la cancha y que Conmebol los está obligando a hacerlo. Ambos sentían que los querían mandar a la cancha como fuera.

Encima, para hacer todo más turbio, los médicos de Conmebol emitieron un comunicado afirmando que no pudieron constatar las lesiones referidas por los futbolistas de Boca y que no había motivos para suspender el juego. En paralelo, en el sanatorio donde fue enviado Pérez, se informó que sufrió una "úlcera corneal".

Finalmente, y con las corridas y enfrentamientos entre hinchas de River que querían entrar sin tickets y la policía como nuevo condimento, Domínguez informó la suspensión. La más sensata de las decisiones, postergada mucho más de la cuenta.

La previa

Todo transcurría con normalidad, hasta que sucedió la agresión de hinchas de River a jugadores de Boca en el traslado hacia la cancha de River, para revancha de la superfinal de la Copa Libertadores.

Había jugadores heridos por los proyectiles y afectado jugadores heridos por los proyectiles y afectados por gases lacrimógenoss por gases lacrimógenos que ingresaron al interior del vehículo. 

En paralelo, hubo corridas y otros incidentes entre hinchas de River y policías en los accesos al estadio.