Claves del día: Caputo sostiene las bandas, inflación en debate y tensión por el acuerdo Mercosur-UE

Caputo insiste en que las bandas cambiarias son el único dique de contención al dólar. En paralelo, el Indec festeja inflación “histórica” mientras la calle marca otra realidad y el país aguarda señales externas, internas. Cumbre de la UIA

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El ministro de Economía, Luis Caputo, volvió a pararse sobre el mismo mensaje que repite desde hace meses: las bandas cambiarias siguen vivas, inalterables y sin modificaciones a la vista. Pero el contexto alrededor de esa promesa es cada vez más estrecho. La inquietud de los economistas ―incluso de los más cercanos, aunque ya desde afuera de la gestión― gira alrededor de una pregunta estructural: qué hará el Gobierno si el dólar mayorista vuelve a presionar sobre el techo de la banda, mientras el Banco Central tiene reservas propias casi en cero.

La respuesta, como siempre, no está en Buenos Aires sino en Washington. Si el billete escala, volverá a depender de la decisión política de Donald Trump y del secretario del Tesoro estadounidense para repetir lo que ya hicieron: vender dólares o habilitar el uso del swap con su letra chica todavía secreta. La autonomía, por ahora, es más formal que real.

Caputo se aferra al crawling del 1% mensual, argumentando que la sociedad argentina reacciona de forma exagerada ante cualquier movimiento del tipo de cambio. Para él, frente a la posibilidad de shocks externos o internos, una banda acotada es menos riesgosa que una flotación intervenida, incluso si no es el esquema más elegante desde la teoría económica.

Pero la discusión sobre bandas, flotación o intervenciones es apenas una capa en un problema más profundo: los vencimientos de deuda. En 2026 y 2027, Argentina enfrenta pagos en dólares que exigirán un riesgo país en torno a los 400 puntos para lograr renovar pasivos en los mercados internacionales. Hoy está lejos de ese nivel. Además, en los próximos 90 días vencen compromisos en pesos que pondrán a prueba la capacidad del Gobierno para navegar un tramo financiero comprimido y sin margen de error.

El dato del día, sin embargo, no vino de la macro global sino del Indec. Según Marco Lavagna, la inflación de octubre fue de 2,3%, acumulando 24,8% entre enero y octubre y 31,1% en los últimos 12 meses, la cifra anual más baja desde principios de 2018. Pero mientras el organismo muestra una canasta medida con más de 150.000 productos, la realidad urbana cuenta otra historia: alquileres, alimentos, tarifas de luz, gas y agua, y transporte tuvieron aumentos mucho más abruptos. La prueba social es evidente: uno de cada cuatro argentinos necesita endeudarse para llegar a fin de mes.

En el frente cambiario, no hubo intervención del BCRA, y aun así la autoridad monetaria sumó US$ 172 millones gracias al movimiento del mercado. El dólar oficial retrocedió a $1.433,92, el blue se mantuvo en $1.440, el MEP bajó a $1.450,52 y el CCL cedió hasta $1.476,08. Para el economista Ricardo Arriazu, el país ya superó el pico del déficit de cuenta corriente, un dato alentador aunque todavía insuficiente para resolver la fragilidad estructural.

En el plano financiero, la Bolsa porteña avanzó 0,9%, mientras los ADR argentinos operaron la jornada con mejoras de entre 1% y 4,5%. En Chicago, la soja y el maíz anotaron leves subas y el trigo retrocedió marginalmente; lo mismo ocurrió en Rosario, donde soja, sorgo y maíz subieron con fuerza, mientras el trigo volvió a perder terreno.

En paralelo, la agenda institucional también se mueve. La Unión Industrial Argentina (UIA) presentará hoy una nueva edición de su conferencia anual bajo el lema “El futuro se produce hoy”, organizada alrededor del Nuevo Contrato Productivo, el documento con el que la UIA intenta influir en la estrategia económica del país hacia 2026 y que ya presentó para el Día de la Industria.

Pero la política externa también metió tensión: a horas de la posible firma del acuerdo Mercosur-Unión Europea, Javier Milei todavía no confirmó su asistencia a la cumbre en Brasil. Las diferencias internas en la coalición y la sensibilidad del acuerdo ―resistido por sectores industriales y celebrado por otros― le agregan un condimento inesperado al tablero diplomático.

Mientras tanto, desde Estados Unidos, Carlos Quirno ratificó ante inversores norteamericanos el corazón del plan económico y adelantó que el Gobierno enviará reformas estructurales al Congreso en 2026, un mensaje que busca reforzar credibilidad en un momento donde los mercados miran cada dato con lupa.

La escena, así, queda conformada por múltiples capas:
– un Gobierno que mantiene el dólar como ancla antiinflación,
– un BCRA que depende del pulso de Washington,
– un Indec que muestra una inflación baja mientras los hogares sienten otra cosa,
– un calendario de deuda que se vuelve cada vez más amenazante,
– un acuerdo Mercosur-UE que podría redefinir el comercio regional,
– y una UIA que pide reglas estables para producir “desde hoy” el futuro argentino.

En medio de esas tensiones, Caputo insiste en que nada cambiará, pero la realidad parece recordarle cada día que, en Argentina, todo puede cambiar en cuestión de horas.

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