Mar del Plata. Enviado especial._ En el marco del 61° Coloquio de IDEA en Mar del Plata, el empresariado argentino vive una combinación de optimismo estratégico y advertencias veladas. La revelación del secretario del Tesoro de EE. UU., Scott Bessent, de que la ayuda financiera podría alcanzar los USD 40.000 millones —sumando un swap de USD 20.000 millones con una facilidad de crédito adicional— se transformó en eje del debate empresarial.
La confirmación del paquete millonario no tardó en provocar una reacción positiva en los mercados. Los ADRs argentinos en Wall Street treparon hasta un 11% en algunas acciones, mientras que los bonos soberanos en dólares recuperaron en promedio un 0,2 %. En Argentina, las cotizaciones bursátiles líderes también mostraron alzas generalizadas, y los bonos locales sumaron terreno tras un período de cautela.
Esa volatilidad refleja que el mercado sigue temiendo que la ayuda financie más expectativas que soluciones estructurales.
Qué piensan los empresarios: respaldo, condiciones y cautela
Dentro de IDEA, muchos empresarios consultados por Ecos365 ven el avance del respaldo estadounidense como una señal inédita, pero también insisten en que no basta con financiamiento si no hay coherencia en el rumbo institucional. Sostienen que Argentina requiere un equilibrio cambiario compatible con actividad, empleo y tasas moderadas.
Durante los debates se repite un estribillo: “Esta ayuda puede ser un trampolín, no un salvavidas”. Muchos advierten que si al 26 de octubre no se consolida un escenario legislativo que permita avanzar reformas tributarias, laborales y previsionales, el panorama podría volver a desmoronarse.
En los pasillos del Sheraton, la conversación gira en torno a si ese respaldo se activará sin condicionamientos electorales o si, al contrario, será un aval segado por cláusulas políticas. Una parte del empresariado estima que sólo con una base parlamentaria mínimamente estable será factible sostener tasas manejables, previsibilidad cambiaria y reglas claras para inversiones.
Otro de los grandes focos de preocupación es el dólar. Aunque el paquete de USD 40.000 millones busca aportar liquidez y contener tensiones, muchos creen que su impacto real dependerá del diseño operativo (¿intervenciones directas? ¿uso de reservas? ¿lineamientos regulatorios?). Si no se construye una política cambiaria creíble, advierten los referentes de IDEA, el tipo de cambio volverá a desbordarse. También reconocen que el tipo de cambio real no está lejos del actual. Están los que hablan que para fin de año debería estar en los $1.600 y otros que ese valor ya quedó viejo. De todos todos no significa un salto de más allá del 20%.
Horacio Marín, presidente de YPF, calificó el respaldo como “estructural” y dijo que aporta al clima de negocios. Añadió que, aunque “nadie sabe qué va a pasar”, conviene no prestar atención a los “ruidos” del mercado.
Algunos industriales aseguraron en privado que la demanda doméstica “no resiste más presión” y que la inversión sigue condicionada por el crédito caro. Para ellos, la promesa de Bessent es un impulso, pero no un alivio definitivo: la recuperación dependerá de reformas tributarias, laborales y previsionales.
Un denominador común: el empresariado consulta qué sucederá después del 26 de octubre. Muchos opinan que esa fecha definirá si el auxilio se sostiene en el tiempo o se diluye en la política. Pero la mayoría coinciden que se vienen cambios.
Los mercados ven, los empresarios opinan y el país espera
La mezcla de alzas abruptas en activos con ajustes y recortes pendientes revela un dilema clásico: los mercados aprecian la promesa del auxilio, pero evalúan si se convertirá en motor o será efímero. Al mismo tiempo, los empresarios que hablarán mañana en IDEA demandan que el discurso pase al terreno de las reformas efectivas. Sobre esa betónica posibilidad —o su fragilidad— se jugará la credibilidad post 26 de octubre.

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