Jesús Silva Fernández: el diplomático que se ganó el corazón de Rosario

El ex cónsul de España en Rosario y ex embajador en Venezuela falleció este miércoles en México. Dejó una huella profunda en la ciudad que ayudó a poner en el mapa cultural del mundo con el Congreso Internacional de la Lengua Española

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El fallecimiento de Jesús Silva Fernández conmovió al ámbito diplomático y cultural de ambos lados del Atlántico. El diplomático sevillano, de 63 años, murió este miércoles en Guadalajara (México), donde ejercía como cónsul general desde principios de año. Había sufrido un ictus el 5 de octubre y, pese a su recuperación, un infarto le provocó la muerte días después.

Más allá de su destacada trayectoria como embajador de España en Venezuela, Jamaica y Panamá, y como presidente de la empresa pública Ineco, Rosario ocupa un lugar especial en su historia. No solo por haber sido cónsul general entre 1993 y 1997, sino porque fue uno de los grandes impulsores del Congreso Internacional de la Lengua Española, evento que en 2004 convirtió a la ciudad en capital mundial del idioma.

Un rosarino por adopción

Durante su paso por Rosario, Silva supo construir vínculos sólidos con instituciones culturales, la comunidad española y la sociedad local. Su forma de trabajar trascendía los despachos diplomáticos: creía que la cultura era una herramienta de unión entre pueblos y que el idioma podía ser un puente para el desarrollo.

Su visión y su gestión fueron fundamentales para que Rosario fuera elegida como sede del III Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en 2004 bajo el lema “Identidad lingüística y globalización”. Fue la primera vez que el evento se realizó en Sudamérica, y su impacto en Rosario fue enorme: miles de visitantes, intelectuales, académicos y periodistas pusieron la mirada del mundo en una ciudad que, desde entonces, fortaleció su identidad cultural y su vínculo con España.

“Silva fue mucho más que un diplomático: fue un promotor de la lengua y un amigo de Rosario”, recuerdan hoy quienes compartieron con él aquellos años de intenso trabajo y entusiasmo.

Una carrera al servicio del diálogo

Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid e integrante de la Carrera Diplomática desde 1990, Jesús Silva ocupó cargos en Alemania, Jamaica, Panamá, Venezuela y Sudáfrica, entre otros destinos.

Hablaba varios idiomas —alemán, inglés y francés— y fue distinguido con condecoraciones españolas y extranjeras por su labor.

Entre 2017 y 2020 fue embajador de España en Venezuela, donde debió atravesar un escenario político complejo, marcado por tensiones con el régimen de Nicolás Maduro.

Sus colegas lo describen como un hombre valiente, dialoguista y siempre fiel a sus principios democráticos, capaz de sostener el equilibrio entre la diplomacia y la dignidad institucional.

 

Un legado que perdura

Rosario lo despide con gran afecto. Porque más allá del funcionario, Silva dejó amigos, proyectos y una historia compartida.
Fue un hombre querido, con trato cálido y una presencia activa en la vida cultural local, aún después de haber dejado el cargo. Su paso dejó marcas que todavía se sienten en las instituciones españolas y en quienes trabajaron junto a él.

Casado con Sara de la Lastra y padre de tres hijos —Alfonso, Fernando y Olivia—, Silva fue, ante todo, una muy buena persona, como repiten quienes lo conocieron de cerca.

Un diplomático con visión, un gestor incansable y un amigo entrañable que, desde su estilo sereno y humano, ayudó a que Rosario hablara al mundo en el idioma que nos une.

“El Congreso de la Lengua fue el resultado de una visión compartida: la de creer que la cultura puede transformar una ciudad”, decía Silva en una de sus últimas conferencias sobre su paso por Argentina.

Hoy, esa frase resume su legado. Porque más allá de los títulos, Jesús Silva Fernández será recordado como el hombre que unió a España y Rosario con palabras, afecto y compromiso.

 

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