¡Qué tema nos convoca! Mientras el mundo mira con lupa cada movimiento de la SEC en Estados Unidos y las reservas de Bitcoin se vuelven la charla de moda en Suiza y Asia , acá en el país tenemos que enfrentar un desafío que nos toca de cerca: la presión fiscal. Nos encanta hablar de la revolución blockchain, de la tokenización de activos y del boom de las stablecoins , pero ¿qué pasa cuando la mochila impositiva se vuelve tan pesada que frena el crecimiento antes de que empiece?.
Hay un consenso global de que Argentina está bien posicionada en la adopción de criptoactivos, con millones de usuarios activos y un ecosistema que madura a la vista de todos. Pero, a pesar del entusiasmo que vivimos en eventos como el MERGE , las empresas locales, esas que están al pie del cañón, se encuentran con un "freno de mano" fiscal que les dificulta tomar velocidad.
La mochila impositiva que nos frena
¿Es posible que un sector tan innovador y con tanto potencial sea uno de los más castigados por la carga tributaria? Parece una paradoja, pero los números no mienten. Un reciente informe de la Cámara Argentina Fintech tiró las cifras sobre la mesa: el promedio de la carga impositiva sobre el sector alcanza un 6,4%. Esta cifra no es menor, de hecho, es superior a la que enfrentan rubros más tradicionales como comercios y servicios, que tienen alícuotas que giran entre el 3% y el 5% en distintas jurisdicciones. Nos preguntamos: ¿cómo puede despegar un sector si su estructura tributaria limita el desarrollo de la economía digital?.
El gran protagonista en esta historia es el impuesto a los Ingresos Brutos (IIBB). Este gravamen fue catalogado por la Cámara Fintech como un "verdadero obstáculo para el crecimiento de la economía digital". Estamos hablando de un impuesto regresivo que, en lugar de fomentar la innovación y la formalización, termina siendo un peso muerto para emprendedores y empresas. Si la alícuota promedio es del 6,4%, es evidente que hay jurisdicciones que aprietan aún más.
Ahora bien, para entender de qué estamos hablando, es útil mirar el mapa de las presiones fiscales. La Cámara armó un desglose muy gráfico que divide a las provincias en tres categorías: "Muy alta", "Alta" y "Media" presión fiscal.
- Presión fiscal "Muy Alta": Son aquellas jurisdicciones con gravámenes superiores al 7%. En este grupo encontramos a La Pampa (9%), Santa Fe (9%), Jujuy (8%), La Rioja (7,3%), Tucumán (7%), Entre Ríos (7%), Provincia de Buenos Aires (7%) y Neuquén (7%).
- Presión fiscal "Alta": Se ubican entre el 5% y el 7%. Aquí aparecen Catamarca (6,9%), Córdoba (6,8%), Chaco (6,8%), Ciudad Autónoma de Buenos Aires (6,5%), Chubut (6,5%), Mendoza (6,3%), Río Negro (6%), Misiones (5,5%), Salta (5,5%), Santa Cruz (5,5%), Santiago del Estero (5,5%), San Luis (5,4%), Formosa (5%) y Corrientes (5%).
- Presión fiscal "Media": Son las que ofrecen un alivio relativo con menos del 5%. Solo dos provincias están en esta lista: San Juan (4,8%) y Tierra del Fuego (3,5%).
¿Cómo podemos, como país, aspirar a ser un hub tecnológico si la mayoría de nuestras provincias castigan la actividad digital?. La respuesta es clara: necesitamos con urgencia avanzar hacia un marco fiscal que fomente la formalización y el acceso al crédito, tal como lo pide el sector.
Propuestas para el despegue digital
No alcanza solo con diagnosticar el problema; necesitamos soluciones concretas para que el sector cripto tome el impulso que se merece. La propuesta de la Cámara Fintech apunta a dos ejes fundamentales: reducir la presión tributaria y armonizar la normativa entre provincias.
- Reducir las alícuotas: Lo más obvio, pero indispensable, es alinear las alícuotas del sector digital con las que corren para los servicios convencionales. ¿Por qué deberían las empresas que construyen el futuro digital pagar más que otras? Esto es un tema de equidad y de visión de futuro.
- Armonizar la normativa: El gran dolor de cabeza es que cada provincia decide un poco lo que quiere, lo que genera una maraña regulatoria. Se necesita un régimen nacional consensuado para evitar esta falta de marco, permitiendo que las empresas operen con reglas de juego claras en todo el territorio.
Si no se dan estos pasos, corremos el riesgo de limitar el desarrollo de la economía digital. Y esto afecta a todos, no solo a los emprendedores, sino también a los usuarios que podrían beneficiarse de servicios más competitivos y de un mayor acceso al crédito.
El contexto global: transformaciones y polémicas
Mientras luchamos con el tema fiscal local, el escenario global nos sigue dando señales de que el cambio es inevitable. ¿Quién no se sorprende con el poder de cómputo de la red de Bitcoin? En octubre, el hashrate —el medidor de la potencia de minería— alcanzó un nuevo máximo histórico con 1.082 exahashes por segundo (EH/s), un aumento del 5%. Algunos analistas sostienen que el mercado está en una "transformación estructural", donde los activos pasan de los primeros inversores a "jugadores de peso".
Las instituciones financieras tradicionales también están abriendo la puerta. Más de la mitad de los fondos de cobertura tradicionales ya tienen exposición a criptoactivos. Esto es un dato contundente que subraya la legitimidad que está ganando el sector, dejando atrás ese escepticismo inicial. Además, los legisladores en Estados Unidos están a punto de debatir el borrador final de la ley de estructura del mercado cripto, un movimiento que podría definir el rumbo regulatorio de la próxima década. ¿Veremos por fin un marco legal que fomente la innovación en lugar de combatirla?
En este ambiente, no faltan las polémicas que nos obligan a debatir. Un caso reciente es el de Coinbase, que solicitó una licencia de Compañía Fiduciaria Nacional en Estados Unidos. Esto generó una queja de lobistas bancarios que, irónicamente, parecen preferir que las criptomonedas sigan "sin regular". ¿No es esta una muestra más de la resistencia de los actores tradicionales que buscan proteger su parcela?.
Incluso la Inteligencia Artificial (IA) está metida en el juego: dos chatbots chinos, QWEN3 MAX y DeepSeek, dejaron en ridículo a modelos avanzados como el ChatGPT de OpenAI al obtener el primer y segundo puesto en una competencia de modelos autónomos de comercio de criptomonedas. Esto nos recuerda que el salto real ocurre cuando dejamos de protegernos y empezamos a construir. Necesitamos una mentalidad de creación, asumiendo riesgos calculados y diseñando estructuras que trabajen por nosotros. La pregunta es, ¿Argentina se subirá a esta ola de innovación con un marco fiscal que le haga honor, o seguirá "a largando el freno de mano"?.

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