Durante cada uno de sus pasos por Rosario Central, y también cuando ya no dirigía al club, Miguel Ángel Russo mantenía una costumbre intacta: pasar por el bar Mediterráneo, en el corazón de Alberdi, para leer el diario y tomar un café con medialunas. Con el tiempo, esa rutina se convirtió en una amistad entrañable con un grupo de vecinos que lo adoptaron como uno más.

Para nosotros fue un campeón de la vida. Venía a este bar familiar que reúne a la gente de Arroyito, Alberdi y La Florida. Al principio se sentaba solo, a leer el diario, hasta que un día lo invitamos a la mesa redonda y se integró enseguida”, recordó Cristian Río —más conocido como Caña— en diálogo con Antes de Salir (El Tres).

Con lágrimas en los ojos, contó que la semana pasada viajó a Buenos Aires para acompañar al técnico en sus últimos días. “Tuve la suerte de estar con él jueves y viernes. La estaba luchando. Vivimos muchas cosas lindas, para nosotros fue un tipazo. Muy buena persona. El ambiente del fútbol no es fácil, pero Miguel fue un grande, como persona y como amigo”, expresó.

Según relató, “la barra del Mediterráneo” estaba formada por unas diez o doce personas del barrio. “Él siempre fue muy sencillo, un tipo de Lanús muy de barrio, como nosotros. Después del partido con Boca se quedó en Rosario y el lunes vino a desayunar y almorzar con nosotros”, recordó emocionado.

“Nosotros siempre lo vamos a recordar. Teníamos previsto un viaje a Río de Janeiro para ir todos juntos”, contó Caña. Este jueves, antes de partir hacia Buenos Aires para darle el último adiós, el grupo volvió a reunirse en el bar donde tantas veces compartieron charlas y risas.

Allí mismo colocaron una placa en su honor, que ahora recibe a cada visitante con un mensaje que sintetiza lo que Russo dejó en el barrio:

“A Miguel Ángel Russo: gracias por devolvernos la alegría y la esperanza a nuestros corazones canayas. Dirijas a quien dirijas, esta es tu casa.
—La barra del bar Mediterráneo”