Una mujer que aseguró haber trabajado como analista de microbiología en el laboratorio HLB Pharma, de donde salieron las ampollas de fentanilo contaminado que ya causaron casi 100 muertes en el país, lanzó duras acusaciones en contra de la firma y parte de su personal jerárquico.
La exempleada –que prefirió hablar con identidad reservada– aseguró que en el laboratorio se trabajaba con personal sin capacitación, se hacían controles microbiológicos falsos bajo la ausencia total de trazabilidad, y se tomaban decisiones que ponían en riesgo la vida de miles de personas.
El laboratorio de Ramallo fue el lugar donde se fabricaron las ampollas que luego distribuyó HLB Pharma, la firma de Ariel García Furfaro. La investigación judicial está en manos del juez federal Ernesto Kreplak, que sospecha que la empresa operaba bajo un esquema plagado de irregularidades.
“Todos sabían que ese lote de fentanilo estaba contaminado”, denunció la trabajadora en diálogo con Radio Rivadavia, y afirmó: “Dio positivo dos veces. Nos pedían que lo analizáramos de nuevo. Pero cuando nos llegaban los últimos resultados, el lote ya estaba afuera”.
��Programa especial de #CódigoDolabjian sobre el caso del fentanilo contaminado
— Radio Rivadavia (@Rivadavia630) August 17, 2025
��@camidolabjian habló en exclusiva con una ex trabajadora del laboratorio HLB Pharma y contó detalles inéditos sobre las condiciones de trabajo en el lugar.
La mujer, que por cuestiones de… pic.twitter.com/3tu3JGKtYu
La mujer aseguró que trabajó durante tres años en el área de microbiología de la planta de producción de Ramallo, y que fue testigo directo de los procesos, especialmente del vinculado con inyectables como el fentanilo. “No nos asombra lo que pasó. Todos los que trabajamos ahí sabíamos cómo se hacían las cosas”, sostuvo.
Personal sin formación y medicamentos sin trazabilidad
La mujer relató que había empleados en las líneas de producción que ni siquiera habían terminado el secundario. “Había gente que no sabía leer y que manejaba formulaciones, la limpieza de las líneas y las liberaciones de la producción. Quienes los supervisaban con suerte tenían el título secundario. Nadie estaba capacitado”, aseguró. Lo más grave, indicó, era que “los análisis microbiológicos no se hacían”. “Se completaban planillas a mano, con resultados inventados”, sostuvo. Y explicó: “Se contrataba gente específicamente para eso. Por ejemplo, para llenar los papeles de los controles ambientales que hay que hacer antes de cada formulación. Eso nunca existió”. “Cuando alguna vez quisimos hacer bien los análisis, estallaban de bacterias. Te tiene que dar cero, pero daba altísimo. Esto sucedía por mala manipulación, por falta de limpieza y por la ignorancia de muchos que no sabían ni cómo se hacía su trabajo”, describió. La trazabilidad, un proceso que es fundamental para garantizar que cada paso del proceso esté documentado y sea auditable, simplemente “no existía”, aseguró la exempleada. “No se controlaba nada”, insistió. Uno de los momentos más críticos, según su relato, fue cuando les anunciaron que iban a empezar a fabricar anestésicos potentes. “Nos quedamos impactados porque no teníamos ni refrigeración. El fentanilo se hizo en pleno verano, con más de 35 grados en el ambiente”, dijo. “Los fraccionadores a veces trabajaban en ropa interior, con las puertas abiertas. No andaba el aire acondicionado”, reclamó. De acuerdo a la exempleada, el laboratorio no respetó las condiciones básicas de temperatura, esterilización ni cuarentena para fabricar el lote de fentanilo. “Ese producto es termolábil, no se puede calentar, hay que filtrarlo y esperar los análisis. Pero nunca se esperaba la cuarentena legal. Nos enterábamos de que estaba contaminado cuando ya estaba en la calle”, aclaró.



