Julieta Prandi sumó su repudio al episodio del “cordero volador”. Desde Carlos Paz, la modelo opinó sobre el animal arrojado desde un helicóptero a la pileta de Lara Bernasconi en José Ignacio (Uruguay), y sostuvo que la imagen le pareció “super cruel” y que le hizo acordar a la última dictadura militar; más precisamente a lo vuelos de la muerte.

“Te soy honesta, el primer impacto que tuve cuando vi el video se relaciona a la dictadura", dijo en diálogo con Intrusos (América). “Me recordó a la gente que tiraron en el río... me pareció súper cruel”, dijo la modelo y actriz que hace temporada en Córdoba con Fredy Villarreal, Flor Torrente y Bicho Gómez, entre otros.

“Me contaron que el cordero falleció en el aire de un paro cardíaco antes del impacto, eso me dijeron, pero no sé....”, agregó. Así, se sumó a las versiones que aseguran que el animal estaba vivo al momento de ser arrojado a la piscina de la casa que Lara Bernasconi tiene en Uruguay con su esposo, el empresario dueño de Etiqueta Negra, Federico Álvarez Castillo.

Aparentemente, quien arrojó al cordero desde 30 metros de altura fue un amigo del propio Álvarez Castillo, otro empresario que veranea en Uruguay y que a modo de chiste le dijo que le iba a hacer llegar el animal para una comilona.

La opinión de Prandi, en tanto, generó todo tipo de repercusiones en las redes sociales. Usuarios la criticaron y coincidieron con ella casi en partes iguales.

“Leo que este comentario causa risas, pero el acto de tirar a un ser vivo al agua desde una aeronave tiene un simbolismo siniestro si pensamos en nuestra historia, no me parece descabellada la asociación que hizo Julieta Prandi”, lllamó la atención un usuario.

Los vuelos de la muerte fueron un método de exterminio que usó la última dictadura cívico-militar en Argentina. Consistía en arrojar personas al mar desde un avión. Lo llamaban “traslado”, para convencer a los detenidos desaparecidos de que serían transportadas a una cárcel. Las víctimas eran inyectadas con pentotal sódico aduciendo ser una vacuna y arrojadas vivas, semi desnudas y en estado de somnolencia desde aeronaves militares en vuelo sobre el mar o el Río de la Plata, con el fin de hacer desaparecer los cadáveres y las pruebas de los crímenes.