Sebastián Sifón es payaso y malabarista y forma parte de la cuarta generación de una familia que nació y se crió en el circo. De hecho, su llegada al mundo se dio en la localidad de Fernández, Santiago del Estero, cuando su madre acróbata saltó de la cuerda floja para ir a un hospital a parir. Igual su historia se remonta más atrás aun: su bisabuelo había creado hace 100 años el Circo de los Hermanos Sifón en Mendoza, desde ahí la familia recorre caminos de todo el país con carpas y trailers a cuestas.

Hace 13 años había logrado poner en marcha su sueño: su propio circo al cual llamó Tiffany y con el que se mantuvo vigente hasta la llegada de la pandemia. No es una novedad decir que el rubro de los espectáculos fue uno de los más golpeados, y a Sebastián el pegó duro: se tuvo que hacer cargo de toda “la familia” del circo sin poder cortar un solo ticket. Se la rebuscó como pudo: vendió pororó y copos de nieve en un carrito y hasta trabajó en una empresa de montajes de Granadero Baigorria hasta que a fines de 2021 puso en marcha un parque de diversiones itinerante al que llamó Liberty Park y con el cual volvió al ruedo de lo que más le gusta: hacer sonreír a los chicos.

“El parque lo compré dos semanas antes de la pandemia pero no porque me la veía venir sino para sumar los juegos adelante del circo. La primera semana logré ponerlo en funcionamiento en Pérez y después cerró todo. Me quedé con el gasto de haber comprado el parque y haber arreglado todos los juegos y sin ningún ingreso. Me volví a San Jerónimo que es donde vive toda mi familia y guardé todo ahí”, recordó Sebastián sobre los momentos más duros.

A eso le siguió el reinventarse. La “escuela del circo” como él mismo la llama le permitió ser multifacético, no sólo se sube a escena como el payaso Corbatita sino que sabe de soladura, de electricidad, tiene carnet de chofer profesional y claro, no le teme a las alturas ya que gran parte de su vida se la pasa a 14 metros de altura que es lo que mide la carpa. Estos conocimientos fueron los que le abrieron las puertas de una empresa de montajes que lo contrató y le permitió subsistir.

Pero a fines de 2021, cuando las restricciones se habían aflojado y ya se permitía que la gente volviera a juntarse al aire libre, decidió retomar su actividad principal. El circo aun no podía abrir pero sí el parque, y si bien en un comienzo lo pensó como un binomio, optó por cargar todos los juegos en los trailers y llevar el Liberty Park por diferentes localidades para recomenzar.

Casilda fue el primer lugar donde desembarcó, luego en Roldán, Alvarez, Bigand y al momento de la charla con Rosario3 estaba afincado en Bombal para luego irse hacia Máximo Paz. Entre dos y tres semanas es el tiempo que se quedan en cada localidad: “Hacemos todos los pueblos tratando de llevarle diversión a los chicos después de tanto encierro. Es un espectáculo al aire libre, la gente puede ir, se sube a los juegos y sino se queda a tomar mate porque las instalaciones brindan todas las comodidades. Vamos de pueblo en pueblo porque en una ciudad siempre hay opciones de diversión para los niños, pero en los pueblos chicos no hay nada”, comentó Sebastián.

“Ahora vamos a hacer toda la zona de Santa Fe y de acá vamos a ir para Córdoba, a las sierras y luego tengo pensado hacer algunas localidades de Buenos Aires”, proyectó al tiempo que no descartó levantar la carta del Tiffany nuevamente. “El circo quizás lo volvamos a abrir para vacaciones de invierno para no dejar el sacrificio de toda una vida abandonado. Eso sí, será con el parque adelante que era nuestro sueño”, se entusiasmó y remató: “Vamos a seguir así y vamos a morir así, de acá para allá. Lo llevamos en la sangre”.