¿Tallarines con tuco de postre? Sí, tallarines con tuco de postre. Un invento argentino. Podría decirse que rosarino. Aunque en realidad los primeros dueños de la heladería Polito, que popularizó aquella innovación de hace más de 50 años, tomaron la idea de un viaje de su nieto a Paraguay y lo sirvieron por primera vez en Roque Sáenz Peña, Chaco, donde abrieron el primer local en la década del 60, antes de mudarse a la ciudad.

Rosario3 publicó el 27 de marzo una nota que recordaba el helado de tallarines con tuco que hacía Polito, una marca que sobrevivió hasta el año 2008 en calle Buenos Aires entre Zeballos y 9 de Julio. Pero faltaba una parte de la historia: esa heladería había nacido en realidad en Roque Sáenz Peña y llegó a Rosario a principios de los 70. Sus dueños, Cecilia y Salomón Javkin, o el Tato y la Tata, eran los abuelos paternos del intendente Pablo Javkin.

El Tato y la Tata, entonces, vivían en Roque Sáenz Peña. A fines de los 60 Daniel Javkin, el nieto mayor del matrimonio, viajó a Paraguay con su otro abuelo, el materno. Allí, a los 6 o 7 años, le llamó la atención que en una heladería de Asunción servían para comer en familia una fuente de helado con forma de tallarines.

Cuando volvió a Chaco, Daniel le contó a su abuela eso que lo había sorprendido. La Tata, recuerda hoy su nieto en diálogo con Rosario3, puso entonces mano a la obra.

Se le ocurrió hacerlo con un prensapapas, algo que Daniel describe como “un aparato súper sofisticado para la época, parecido a una picadora de ajo: tenía un vaso con perforaciones, con un émbolo o pistón que prensaba la papa”. La máquina de hacer puré.

Eureka

 

Daniel recuerda que estaba presente en el momento en el que su abuela pasó por allí una bocha de helado y, eureka, “¡¡¡salieron fideos!!!”. Pelé, como le dicen desde chico porque era morocho, de rulos y jugaba al fútbol, transmite desde el otro lado del teléfono algo de aquella alegría que sintió ese niño que pasaba horas y horas en la heladería familiar de pueblo.

“Ella le agregó pulpa de frutilla” a esos fideos de helado de vainilla y luego vino el último toque: chocolate blanco rallado, como si fuera el queso que acompaña las pastas. Entonces sí, nacieron los tallarines con tuco helados.

Al poco tiempo, el Tato y la Tata se mudaron a Rosario, donde ya habían vivido y donde estaba afincado su hijo Eduardo, el papá de Pablo Javkin. El mismo derrotero siguieron, después, Daniel, sus hermanos y sus padres. 

La casa de los abuelos Javkin quedaba en Dorrego 51. Polito, en su versión rosarina, tuvo su primer local en la esquina de Dorrego y Salta.

Antes de mudarse él también a Rosario, Daniel venía a pasar los veranos. Hizo amistades, conoció la ciudad y también acompañaba a sus abuelos en la heladería, que creció y se mudó a la esquina de Juan Manuel de Rosas (en aquel entonces 25 de Diciembre) y 9 de Julio. Allí pudieron poner sillas, sillones y mesas en la vereda. 

Los particulares tallarines con tuco helados.

Era la época en la que se acostumbraba a pedir no solo los cucuruchos de uno o dos gustos sino que también tenían mucha salida las copas heladas, rubro en el cual sobresalía La Uruguaya, de Pellegrini y San Martín. Pero según Daniel, con los tallarines con tuco que a sugerencia suya servían en un plato y no en una fuente como en Paraguay para que pudiera ser un postre o una merienda familiar, Polito no se quedaba atrás.

“Lo empezamos a promocionar y se corrió la bola. Empezó a venir no solo gente de Rosario sino también de localidades cercanas. Yo, que era chiquito, a veces lo hacía y lo servía”, recuerda.

El intendente y el helado

Pablo Javkin, el actual intendente, nació en 1971. Según su primo, llegó a comer los tallarines con tuco helados, que habían ganado tanto protagonismo que un letrista pintó en la vidriera de Polito que allí se vendía ese postre tan particular.

Consultado por Rosario3, el intendente dice que tiene recuerdos de haber disfrutado de la heladería, aunque era muy chico. Y cuenta que siguió yendo cuando sus abuelos ya habían vendido el negocio y que iba justamente a pedir ese postre tan particular. "El cartel de los tallarines con tuco lo seguimos honrando durante mucho tiempo y además era muy divertido pedirlos y comerlos en ese platito de metal bien servido", se emociona.

De aquellos años de la infancia, Pablo Javkin rescata también que todos los sábados a la noche él, su hermana y sus tres primos iban a dormir con sus abuelos. Como detrás del local había un par de habitaciones, muchas veces "la farra", que es como su abuela llamaba a esos encuentros en los que por supuesto nunca faltaba el helado, se hacían en Polito.

Como sea, después de su desembarco en la ciudad la heladería ganó fama y los tallarines con tuco tuvieron mucho que ver. Era común que los chicos de la época fueran hasta allí, por ejemplo, después de ver una película en el Cine Madre Cabrini, ubicado en Pellegrini entre Buenos Aires y Juan Manuel de Rosas (se insiste, entonces 25 de Diciembre).

Mientras tanto, se abrían otras heladerías, como la muy cercana Yomo, que empezaban a darle forma a aquello de "Rosario, capital del helado artesanal".

La venta

Pero, cuenta Daniel, sus abuelos comenzaron a cansarse de tanto trabajar en el negocio y la Tata no creía que alguien pudiera sacar los gustos como ella. Así que en 1975 le vendieron Polito a Salvador Zagarrio, un italiano que era sodero y también repartía helados envasados, probablemente marca Laponia, que eran de los más conocidos de la época.

El local de Polito quedaba en Buenos Aires entre Zeballos y 9 de Julio. 

Zagarrio comenzó en el local de Rosas y 9 de Julio, pero al tiempo Polito se mudó al de Buenos Aires y Zeballos. Como lo pensaron el Tato y la Tata, el negocio siguió siendo un emprendimiento familiar. Salvador trabajaba con su esposa, Paulina Turco. Lo hicieron durante 33 años, hasta que él se enfermó y cerraron la heladería.

Según recordó años atrás Paulina, nunca dejaron de vender el plato de tallarines con tuco helados: “Llamaban mucho la atención y eran muy pedidos”.

En Alemania sí se consigue

 

Resulta difícil, a esta altura de la civilización, encontrar alguna idea absolutamente original. La propia Tata basó su creación en lo que su nieto había visto en Asunción del Paraguay. Lo cierto es que hoy ya no se encuentran en Rosario los tallarines con tuco helados. Pero sí en Alemania, en Manheimm, donde el maestro heladero Darío Fontanella lo sirve en la heladería que lleva su nombre.

La receta es la misma que la que, en estas latitudes, popularizó Polito: helado de vainilla pasado por el prensapapas, puré de frutillas a modo de salsa de tomate y el chocolate blanco pisado como si fuera queso rallado.

En su Instagram Fontanella asegura que es una creación propia de 1969, cuando tenía 17 años y aprendía el oficio de maestro heladero de su padre. ¿Quién habrá sido el primero? ¿Seguro Fontanella no visitó alguna vez Rosario? ¿No habrá en Alemania una heladería llamada Politen?

Toda buena historia también tiene sus misterios.