El hermano de Diego Fernández Lima, el adolescente que desapareció en 1984 y cuyos restos fueron encontrados en avenida Congreso al 3700, contó sobre el padecimiento que sufrió su familia durante estos 41 años.
En una entrevista con Luciana Geuna en el programa ¿Y mañana qué? por TN, Javier Fernández Lima brindó detalles del calvario que vivió su familia durante más de cuatro décadas de incertidumbre.
“Mamá está con altibajos. A veces, se levanta llorando, preguntándose por qué. Tiene 87 años. Está bastante entera, pero se asomaba a la ventana hasta hace una semana para ver si Diego venía”, contó visiblemente conmovido.
De acuerdo a lo que comentó, nunca dieron por muerto al joven y siempre mantuvieron la esperanza de encontrarlo. “Mi mamá nunca quiso sacar el teléfono de línea por si llamaba”, aseguró. También reveló el peso que cargó desde chico: “Fueron 41 años de dolor y espera. Tenía 10 años, crecí con esta angustia. Era mi ídolo”.
“Para nosotros no había muerto, estuvimos esperándolo”, reconoció Javier, que incluso le puso el nombre de su hermano a su propio hijo: “Mi hijo se llama Diego por mi hermano”.
Ahora, con el hallazgo de los huesos, el reclamo es claro: “Queremos justicia”.
El crimen
El cuerpo de Diego Fernández Lima estuvo oculto 41 años en el jardín del chalet de la familia Graf, sobre avenida Congreso al 3700.
Desde que aparecieron los restos en su casa, los Graf, que viven en ese lugar desde los años ‘70, son los principales sospechosos. No obstante, nunca declararon ni como testigos ni como imputados.
El 26 de julio de 1984, Diego volvió del colegio, almorzó con su mamá y le pidió plata para el colectivo. Dijo que iba a lo de un amigo, pero nunca se supo de quién era. Esa tarde fue la última vez que lo vieron, en la esquina de Naón y Monroe en el barrio porteño de Belgrano.
Cuando se hizo de noche y el chico no volvió a su casa, los padres fueron a la comisaría 39, pero no les tomaron la denuncia. “Se fue con una mina, ya va a volver”, fue la respuesta de la policía.
La familia Fernández Lima nunca dejó de buscarlo. Repartieron panfletos, golpearon puertas y lograron una entrevista en la revista ¡Esto!, que quedó guardada en la Biblioteca Nacional.
“La Policía dice que tiene tres mil casos iguales. Desde el primer momento lo caratularon ‘fuga de hogar’. Yo protesté, pero como fue como si nada. ¿Qué quiere que investiguen si ya dan por sentado que él se fue, no que me lo robaron?”, contó Juan Benigno, el papá de Diego, dos años después de su desaparición.



