Eduardo Di Vito es Profesor de Historia y formó parte del Regimiento de Infantería Mecanizado 7, el batallón argentino que más bajas tuvo entre muertos y heridos en el conflicto bélico de Malvinas en 1982. Peleó cuerpo a cuerpo con los ingleses. Fue tomado como prisionero de guerra, primero en un campo de concentración y luego en el SS Canberra.
Su abuelo Miguel era italiano y también fue prisionero de guerra, pero de los nazis. Trasladado a Alemania, fue obligado a trabajar de manera esclava en una carpintería. Huyó de los nazis con una valija de madera que le habían obligado a construir los alemanes. Volvió de Polonia a su Italia natal caminando. Esa valija fue pasando de generación en generación y hoy guarda los borceguíes aún con barro de Malvinas que su nieto Eduardo usó en el campo de batalla de Monte Longdon.

Asegura que el infierno viene después de volver: “La guerra duró un poco más de 70 días pero la crueldad de la posguerra lleva más de 40 años”. Su madre lloraba cada vez que al despertarse lo encontraba durmiendo debajo de la cama. Asegura que fue discriminado laboral, económica y educacionalmente: lo sacaron de la carrera de Historia de la Universidad de La Plata en septiembre del ‘82 por faltar a clases, sin importar que esas ausencias fueron por ir a Malvinas.
Durante el combate aprendió a dormir bajo un bombardeo enemigo, a coser la charretera de sus compañeros para tener de donde arrastrarlos si perdían las piernas y también a guardar la humanidad afeitándose con un vidrio. No cree que en el campo de batalla esté en juego el concepto de patria. “Patria es una construcción colectiva y se hace todos los días. La moza, vos que venís de trabajar, no los que fuimos a morir sabiendo que perdíamos. Eso no es patria”, aseguró.
Mi mamá lloraba cada vez que me veía dormir debajo de la cama
-¿Cómo fue que fuiste a Malvinas?
-Yo hice el servicio militar en 1981 en La Plata, donde vivía. Me fui de baja el 11 de marzo de 1982, un mes antes del desembarco. Después del 2 de abril hay una convocatoria fuerte, mi regimiento se moviliza y los primeros días de abril me llaman y me presenté. El servicio militar fue una situación muy particular que vivió el país, muy desdibujada y totalmente corrompida de lo que era el espíritu original del servicio. “Colimba” es el apócope de “correr, limpiar y barrer”. Obviamente que encontrás de todo. Yo tuve la suerte de estar bajo las órdenes de mi superior Dalmedo, que era subteniente, un excelente conductor. En la guerra no sirve mandar, sino conducir. Porque en el combate se pierden los grados, necesitas a alguien que conduzca. Que conduzca hombres inmersos en el peor estrés, que están siendo bombardeados mañana, tarde y noche durante muchos días. Y él nos condujo a pesar de ser jóven (25 años), pero hubo muchos que no tuvieron la misma experiencia. Las fuerzas armadas comienzan en la década del 30 y 40 una decadencia. Creían que eran la reserva moral del país, cuestiones ideológicas. Y esa decadencia tuvo una eclosión en el año 1982.

-¿Estabas preparado para ir a una guerra?
-No, no. Nadie estaba preparado. Ni siquiera los que hacían la carrera militar. Estaban preparados para manejar un arma, para conducir gente (algunos) pero para una situación de guerra no estaban preparados. Y no estás preparado para lo que sucede después. Un futbolista está preparado para ser campeón del mundo, pero no para dejar de jugar al fútbol, para el día después, para colgar los botines.
-¿Y cómo fue tu día después?
- Terrible. Como el de todos, como el del 99,9% de los casos. Porque mi vida cambió en abril del 82’ pero volvió a cambiar radicalmente cuando volví en junio de ese año. Tus ilusiones, lo que vos pensabas hacer, tu familia. Todo cambió. La relación entre el bien y el mal. Tus creencias religiosas. Sos una persona totalmente distinta. Necesitas pasar un período de duelo, algunos un poco más largos, otros un poco más cortos para volver un poco a la normalidad. En mi caso me llevó muchos años. Mi familia no sabía como tratarme, mi mamá lloraba cuando se levantaba y me veía durmiendo abajo de la cama. Ni la familia ni uno estaba preparado.
-Vos tenías 18 años, sueños, una novia quizás y de golpe y porrazo eras otro tip. ¿Eras un extraño en tu casa?
-Era un extraño. Para tu familia, para tus amigos. No te quedaba la ropa, porque era demasiado grande, ni sabíamos si comíamos todos los días. Hay lapsos de 5 o 6 días que no recuerdo si comí o si dormí. Volví y tenía la mugre impregnada debajo de la piel. La sociedad te ignoraba. Por eso lo peor del veterano de guerra es la posguerra.
-¿La posguerra es más cruenta que la guerra?
-Totalmente. Para nosotros, al menos. Otros gobiernos lo manejan de otra forma. En Estados Unidos el veterano de guerra es respetado.
Siempre me sentí discriminado por haber ido a Malvinas
-¿Vos sentís que a los veteranos de Malvinas los tratan como héroes?
-No, no. Bueno, vos sentís el cariño y el respeto de mucha gente y yo lo valoro
-Pero la sociedad es una sola...
-Yo solamente sé lo que me pasó. Tengo amigos que se han suicidado después de Malvinas. Los casos de suicidios posguerra de Malvinas son más que las muertes producidas por los ingleses. No teníamos pensión ni cobertura social. A los dos años, creo, salió que el Pami u otro organismo del gobierno brindaba servicio psicológico a los veteranos de guerra. Fui. No paraba de hablar. Imaginate dos años… yo no podía hablar con nadie. Ni en mi casa. No es que había perdido a mis amigos. Yo era otra persona. A los 20 minutos la profesional, como todas las chicas muy jovencitas, me frenó. Estaba hablando, me paró y me dijo: “mirá, el convenio dice que podés venir a una sesión de 15 minutos, una vez cada 15 días”. La miré y le dije que era muy poco, que era casi nada. “Es lo que hay”, me respondió.
-¿Alguna vez te sentiste discriminado por haber servido al país?
-Siempre. Es un sentimiento común creo en todos los veteranos de guerra. Sucede que es distinto en los veteranos. Vos vas a ver que cuando la sociedad los necesita como en pandemia los veteranos son los primeros que van a ayudar. Pero creo que es algo común, no digo en todos pero en la mayoría.
Te sentís discriminado laboralmente, ¡educativamente! Yo tengo 60, me puse a estudiar de nuevo a los 45 años (es profesor de historia) ¿Sabés por qué no seguí estudiando en el 82? Cuando salí del Servicio Militar (marzo del 82) rendí para ingresar en la Universidad y lo hice bien. De Malvinas volví en julio y a la facultad me presenté en septiembre del 82. No me dejaron entrar, porque había faltado. No tenía la condición de alumno regular. Después de presentar certificado tras certificado y ver que me ponían cada vez más obstáculos, dejé. Pude estudiar de grande.
No es como en Hollywood, en el 90% de los casos si mataste a alguien no te das cuenta
-Desde Homero en adelante se intenta representar la guerra, pero me imagino que dista mucho de la guerra de soldaditos de plomo o plástico que uno juega de niño. ¿Cómo era la lucha armada?
-Mi regimiento, el Regimiento 7, tuvo combate cuerpo a cuerpo contra el Tercer Cuerpo de Paracaidistas inglés. Pero tampoco tuvo combates como en la Primera Guerra Mundial. No te levantabas de la trinchera, le ponías saliva a la mira y disparabas a alguien. Disparas cuando podes, cómo podes. Y hablo de las dos fuerzas. No es que hacías puntería con la mira, es un mito de Hollywood eso. Las guerras modernas no son así. Son más parecidas a lo que muestran de la guerra de Vietnam en las películas donde los soldados tiran, tiran y tiran a algo que parece que se mueve.
-¿Es decir que si matas a alguien no te das cuenta?
-En el 90% de los casos no te das cuenta. Es ridículo cuando a veces en las películas presentan a un personaje que tiene no sé, 24 muertes en su haber en la Guerra.
-¿Vos tenés la sensación de que mataste a alguien?
-No lo sé. Pero no es lo preocupante. Cuando te cae la primera bomba cerca, es que entraste en combate. Y cuando entraste en combate, cuando viviste esas situaciones de estrés constante, no dejas de ser soldado nunca en tu vida. Cualquier veterano de guerra ante una situación de estrés va a reaccionar distinto a lo que reaccionas vos. Las situaciones de combate las vas aprendiendo con el tiempo: yo recuerdo mi primer bombardeo sufrido y no recuerdo el último.. En los últimos días podía dormir bajo un bombardeo. El hombre es un animal de costumbres.
Aún en combate hay que dignificarse un poco todos los días. Nos afeitabamos con vidrio, nos lavamanos la cara en un charco con hielo
-¿Cómo fue que te tomaron prisionero de guerra? ¿Fue en la rendición?
-Hay una diferencia. Vos te podés rendir, o te pueden tomar prisionero de guerra. Que te tomen prisionero es que al principio te traten mal, te caguen a patadas un poco. Pero después no. El trato fue más que correcto. Te diría que fue una lección de cultura. Si hubiera sido al revés, yo creo que nosotros hubiésemos sido salvajes. Yo recuerdo el principio, recuerdo muy bien el 11 de junio porque era el cumpleaños de mi hermana. Del final (Argentina se rindió el 14 de Junio de 1982 y Di Vito permanece prisionero hasta el 19), tengo flashes. Nos llevan a una especie de campo de concentración y luego nos trasladan al SS Camberra, que las últimas noticias que habíamos escuchado eran que lo habíamos hundido. No era cierto. Ver ese monstruo blanco en el agua fue tremendo. Era gigante, claro, era un transatlántico.

¿Te acordás de los ingleses apuntandote?
-Lo que nunca me voy a olvidar es la cara de un oficial inglés que me trasladaba. Mi cara de tanto pánico por no saber que iban a hacer conmigo era tal que este soldado británico en un momento me dibuja una sonrisa con sus dedos en mi cara. Como diciendo: “ya está, tranquilo, perdiste pero se terminó. Te acabas de salvar”. En el SS Camberra vivimos situaciones de película, podernos bañar.
-¿La primera vez que volviste a tener una ducha caliente fue en el transatlántico británico?
-Sí. No nos podíamos bañar en la montaña. No había cómo. Lo que sí hacíamos era mantenernos dignos. ¿Qué significa? afeitarse. Lavarse la cara con aguahielo en un charco. Afeitarse con un pedazo de vidrio. Todos los días.
-Eso… ¿te recordaba que seguías siendo humano?
-Claro. Los días de combate en guerra vos los transcurris dignificándote todos los días en algo. El mero hecho de hacer tu necesidades fisiológicas, como puedas, a lavarte la cara. No te olvides que nosotros dormiamos en una tumba. Y si morías, morías enterrado en una tumba. ¿Cuál es tu mayor pesadilla? Supongo que morir enterrado vivo. Bueno, eso mismo. Ahora imaginate vivir dentro de una bolsa de dormir dentro de una tumba como nosotros. Lo único que te salva es mantenerte digno. Eso te lo enseña tu educación y tu conductor, el oficial que te conduce. Si el oficial que te conduce es un dejado, lo más probable es que mueras por un bolo fecal, o por pie de trinchera o te pegues un tiro en la cabeza para salir de esa situación. Quién conduce es muy importante.
Cuando los ingleses nos liberaron, pensamos que al volver al país nos iban a recibir con piedrazos
-¿Quién te dio el primer abrazo cuando el Camberra te libera en Puerto Madryn?
-La gente. Fue el único día en la historia de Puerto Madryn que se terminó el pan. Los ingleses nos daban de comer dos veces al día, quizás comías a las 3 am y luego a las 4 pm. Volvimos ese sentimiento argentino de que la gente nos iba a cagar a piedrazos. Y no. La gente estaba en la calle, nos daba comida. Teníamos mucho hambre. Se terminó el pan en Puerto Madryn ese día, no había más en ningún lado.
-¿Y tu familia?
-Yo era prisionero. Figuraba en una lista de desaparecidos. A mi familia la noticia que le habían dado era esa. Los que volvían se iban notificando. Pero yo estaba prisionero. Nadie sabía nada, nadie me había visto. Y me anotaron en una lista de desaparecidos. Recuerdo que me acerqué a una familia en Madryn, les di el número de mi casa para que llamen y les digan a mis padres que me habían visto, que estaba vivo. Así se enteraron.
-¿Cómo fue la vuelta?
-Nos llevan en un avión sin asientos a El Palomar. Recuerdo que nos querían dejar ahí unos días, una historia media rara. Se armó una sublevación en la que estuve presente. Querían que entregue mi uniforme. Y yo mi uniforme no lo iba a entregar. ¿Lo iba a entregar para que lo quemen? Nos querían dejar un par de días ahí pero la presión de la gente fue tal que nos largaron.
Tu camarada es más que tu hermano. Es el que te cose un botón de la charretera porque si perdes las piernas en un bombardeo te va a arrastrar de ahí
-¿Cómo los dejaron ir?
-Ya en La Plata, en nuestro regimiento nos hicieron formar. En la formación militar, cada soldado ocupa una laja del suelo. Y cada uno tenía la suya. Y fue tremendo, nunca me voy a olvidar, que así se notaba el espacio de todos los que faltaban. De los 500 que éramos, faltaban más de 130. Es una postal terrible, es tristísimo. Salí y me abracé con mi amigo Tato, de la primaria. que me estaba esperando.
-¿Cuándo sentiste más la ausencia de tus compañeros?
-Eso sí es una cuestión personal. No todos lo sentimos de la misma manera. Para alguien normal es difícil que entienda lo que es la camaradería. Tu camarada es más que tu amigo es más que tu hermano. Camarada es aquel que te cose un botón charretera porque sabe que si perdes las piernas en un bombardeo va a tener que arrastrar de ahí. Y tiene que estar bien cosido. La ausencia de un camarada la tapas automáticamente sino no podes sobrevivir. Cuando volves tratas de olvidar la cara de tu camarada. Lo necesitas, es un mecanismo de autodefensa. Lo amargo lo metes en un cajón muy adentro. Y con el tiempo te vas acordando menos.
Sabíamos que íbamos a perder. Pero igual nos quedamos y combativos
-¿Cuál fue el peor día de tu vida?
-No es un día. Ojalá fuese un sólo día. Es volver y darte cuenta a los dos o tres años que vos hiciste algo que no es lo más importante de tu vida, pero que es importante. Y que tu vida continúa. Pero no continúa de la misma manera. Te das cuenta que la etapa más hermosa de la vida, que es de los 18 a los 25 años, la perdiste. Se te fue. Se te escapó. Es difícil de cerrar, entender que no es lo más importante que te pasó en la vida. Saber que no le debes nada a nadie.
-¿Por qué lo decís?
-En general el veterano de guerra siente que el país está en deuda. Pero una deuda que no es económica ni nada que tenga que ver con eso. Una deuda de respeto.. Fijate que los desfiles de veteranos fueron 30 años después. Y no es que necesite un desfile.

-Es el gesto
-Claro. En eso el Estado y todos tenemos que aprender de otros países donde el veteano de guerra es una persona respetada. Porque dio todo sin esperar nada. Con las peores condiciones, el peor armamento, con ropa de verano en un lugar antártico. Sabiendo que ibas a perder.
-¿Cuándo te diste cuenta que iban a perder?
-Desde el momento que te bombardean todo el día todos los días y vos no podes hacer nada.
-Desde el primer día, entonces.
-Cuando te bombardean y no podés hacer nada. Cuando llevas una cocina a leña y no hay árboles. Cuando un regimiento como el nuestro lo extienden 20 kilómetros y perdes comunicación, sabes que vas a perder. Hay un montón de cosas que te dan cuenta de que vas a perder. Igual te quedas, igual combatis.
La patria es una construcción colectiva, se hace todos los días, no es irse a matar al pedo. Eso no es patria
-¿Existe la patria entonces en el campo de batalla?
-No. Es una construcción colectiva. Vos no combatis por la patria. Combatis por tu camarada, por tus camaradas, por el que tenes al lado. Es lo que me paso, a mí, ojo. No es que te embanderas y cantas la Marcha de San Lorenzo. Cantas la Marcha de San Lorenzo para darte valor. Pero peleas por tus camaradas. Es muy difícil que alguien entienda la idea de camarada. Jamás lo va a entender la sociedad
-Entonces, ¿no existe allí la idea de “país”?
-No existe. Sería casi absurda. Para algunos a lo mejor si, pero… el enemigo no estaba pensando “Las Malvinas son Británicas”. Combatis por tu camarada. Porque tu superior te lo ordena. Porque es tu trabajo. La idea de país allí son palabras. Palabras que te emociona. y que te llevan a tomar una determinada acción. Lo muestra muy bien la película Sin novedades en el frente. Normalmente los viejos no pelean, mandan a los jóvenes a pelear. Y los tenes que impulsar y está bien la idea de patria ahí. La patria es otra cosa se hace todos los días. La moza, vos que venís de laburar, la patria no es hacerse matar al pedo, por algo que sabías que no iba a resultar. Eso no es patria.