Agustín Leyendeker viajó durante más de diez años, casi todos los días, en la línea C de color verde que une las ciudades de Santo Tomé y Santa Fe, donde estudiaba y actualmente reside. Como homenaje al colectivo en el que tantas horas pasó, decidió hacerse un particular tatuaje en una pierna

Hoy tiene marcado en la piel el colectivo de la línea C verde que lo llevó, durante toda su vida, de regreso a su hogar. Hoy, es la casa de sus viejos, de su infancia, lo que llama su “único lugar seguro”.

“Cuando salíamos y teníamos que volver a casa, estábamos medio borrachos y hacía frío, ver venir a la C verde era lo que más feliz te hacía”, describió.

No recuerda cuándo ni cómo fue que la idea se le cruzó por la cabeza. Sí tiene presente el momento en que se tatuó el colectivo. “Fui de una amiga que es artista plástica y tatuadora y ella ni se sorprendió cuando le conté lo que quería”, explicó. “Es que hay gente que se tatúa cosas más raras”, aclaró.

El joven santafesino sostiene que es lógico, porque se trata de una imagen que le recuerda algo bueno. “Yo creo que mi tatuaje tuvo tanta repercusión entre la gente porque genera una identificación con todas las personas de Santo Tomé y la zona que toda la vida debieron viajar en la C verde”, indicó.

Agustín ahora tiene 34 años y se dedica a la música. Tiene una banda y vive en Santa Fe capital, desde hace una década. Casi no viaja en el colectivo porque tiene auto, pero la imagen del “bondi”, acercándose a la parada, está intacta en su cabeza. “Me acuerdo y me pongo feliz por la alegría que sentía en ese momento”, contó.

Viajó desde su octavo año escolar hasta los 24 en el colectivo. Los viajes recién llegaron a su fin cuando se mudó a la ciudad de Santa Fe. “Es que para la gente de Santo Tomé, Santa Fe es indispensable, sobre todo hace unos años porque nosotros hacíamos todo acá”, señaló.