Muchos son los rosarinos que prefieren comer afuera para celebrar la llegada del nuevo año. Esta modalidad suma adeptos no sólo porque permite repartir gastos, algo que muchas veces no logra hacerse cuando cada cual lleva su aporte a la mesa familiar, sino que además evita la tediosa tarea de poner a punto la casa antes y después de la reunión.

Por lo pronto, el 80 por ciento de la capacidad de restaurantes está reservada en la noche del 31 de diciembre.“El panorama es similar al de años anteriores, pero con una tendencia creciente”, afirman desde la Asociación Hotelera Gastronómica de Rosario. Aunque los menús tienen ese día de fiesta un costo más elevado que el habitual durante el resto del año, cada vez es más la gente que prefiere estirar su presupuesto y cenar afuera.

Los valores rondan los 80 pesos por cubierto e incluyen un menú fijo bastante sencillo para tratar de satisfacer todos los gustos. Asimismo, cada restaurante cuenta con una oferta gastronómica para los chicos consistente, por lo general en rutinarias milanesas y papas fritas coronadas por un postre más simple que el de los adultos (la clásica bocha de helado). “Lo que pasa es que hay pocos chicos que coman variado –se excusa el dueño de un comercio del rubro–, si hacés preparaciones algo más complejas, no comen y los padres sienten que tiraron la plata”.

Eso sí, el menú infantil cuesta apenas unos pesos menos que el de los mayores. Al fin y al cabo el chico ocupa un lugar igual que el grande: parece ser el cálculo a la hora de establecer la tarifa kids, no demasiado equitativa si se comparan ingredientes y tiempo de preparación entre los platos para adultos y niños.

Una nueva tendencia a la hora de festejar la llegada del nuevo año es pasar la noche en hoteles top. Esta nueva modalidad tiene sus adeptos pero todavía no llegó al "boom" en la ciudad, ya que la hotelería tiene por estos días mayor cantidad de plazas disponibles (ya que lo que se denomina “huésped corporativo”, que habitualmente viene a la ciudad y aprovecha fines de semana largos o vacaciones, para estas fechas se ausenta).

El tipo de pasajero que predomina en los hoteles en esta última semana del año es el denominado “walking” (pasante) que viene de visita por pocas horas y sin reserva porque sabe que conseguirá el lugar que en otra época del año le costó conseguir.