Investigaciones anteriores han sugerido que una copa o dos de vino, u otra forma de alcohol, cada noche podría reducir el riesgo de demencia en la vejez. Pero dos estudios recientes desafían esa teoría al sugerir que en realidad el cerebro podría resultar dañado por cambios en los hábitos de consumo de alcohol a una edad avanzada, o por la bebida empedernida.

Los estudios no son concluyentes, y es posible que el consumo de alcohol no fuera la causa de los problemas mentales, sino una señal de que existen. Las personas que comienzan a tener problemas para pensar y recordar con claridad quizás simplemente sean más propensas a beber, señalaron los autores del estudio.

Aún así, los hallazgos plantean preguntas sobre la suposición existente de que un poco de alcohol es bueno para la mente que envejece.

"Quizás sea importante que los médicos tengan en cuenta no solo lo que se podría considerar como un hábito de bebida problemático en los pacientes, típicamente el abuso del alcohol, si no también cuál podría haber sido el uso pasado del paciente", planteó Tina Hoang, asociada de investigación del instituto de Investigación y Educación del Norte de California en San Francisco, y autora líder de uno de los dos nuevos estudios.

Hoang y colegas observaron a aproximadamente 1,300 mujeres que participaron en un estudio más grande y a quienes se dio seguimiento durante unos 20 años a partir del momento en que tenían al menos 65 años de edad. Durante dos décadas, las mujeres respondieron a preguntas sobre su uso de alcohol, y se sometieron a pruebas mentales cuando tenían unos 88 años de edad para ver si habían desarrollado problemas con el pensamiento y la memoria.

Al inicio del estudio, 41 por ciento de las mujeres no bebían, 50 por ciento bebían de forma modesta (hasta siete bebidas por semana) y 9 por ciento bebían de forma moderada (de siete a catorce bebidas por semana). Las bebedoras empedernidas (a partir de catorce bebidas por semana) fueron excluidas.

Al final del periodo del estudio, los investigadores hallaron que:
· Las mujeres que dijeron que habían bebido más en el pasado que al inicio del estudio tenían 30 por ciento más riesgo de desarrollar deterioro mental.
· Las bebedoras a nivel moderado tenían aproximadamente 60 por ciento más probabilidades de desarrollar problemas mentales cerca del final del estudio.
· Las no bebedoras que se hicieron bebedoras durante el estudio experimentaron un aumento de 200 por ciento en el riesgo de una disminución en las habilidades mentales.

Sin embargo, Hoang anotó que el diseño del estudio no permitió a los investigadores determinar específicamente los niveles de riego según los hábitos de bebida de las mujeres.

El otro estudio, liderado por el doctor Iain Lang, investigador del Colegio de Medicina y Odontología Península de Reino Unido, halló en una revisión de casi 5,100 adultos a partir de los 65 años que los que eran más propensos a los atracones de bebida tenían más probabilidades de experimentar un declive en la función mental.

Los que dijeron que bebían en exceso al menos una vez al mes tenían 62 por ciento más probabilidades de experimentar el mayor declive en las habilidades mentales, y 27 por ciento más probabilidades de experimentar los mayores problemas de memoria.

Hoang, autora del primer estudio, dijo que investigaciones futuras que usen escáneres cerebrales proveerán más información sobre la forma en que los patrones de consumo de alcohol afectan al cerebro a largo plazo.

El doctor Erik Skovenborg, médico danés y miembro fundador de la Junta Médica Escandinava sobre el Alcohol, señaló que es difícil determinar la forma en que el alcohol afecta el cerebro debido a que asignar a algunas personas a beber y luego darles seguimiento a largo plazo sería poco ético y poco práctico.

El hecho de que "las personas felices con muchos amigos tienen más oportunidades de beber socialmente" complica más el asunto, comentó.

Fuente: Health Day