A pesar de las últimos avances en la legislación, adoptar un hijo en la Argentina sigue demandando un escabroso recorrido hacia el resultado final. Así lo refleja el nuevo informe del espacio de El Tres Miradas que ven, a cargo de Analía Bocassi, que recogió testimonios de diferentes actores que protagonizan este proceso.

Por lo general, el trámite, desde la presentación en el Jugado correspondiente hasta la tenencia del menor, lleva entre siete y diez años.

“Después de muchos tratamientos –para quedar embarazada–, decidimos adoptar. Pero cuando nos inscribimos en el Juzgado nos encontramos con una barrera que te hace decir «qué duro va a ser este camino»”, expresó Carina, del Grupo Padres Adoptivos.

Del otro lado de la moneda, Ángeles, una joven adoptada, repasó su historia y recordó que le tocó “un pasado oscuro”, en el que esperó siete años hasta encontrar a sus padres del corazón. Y en ese lapso, la permanencia en un hogar para chicos la vivió “como una cárcel de menores” por las reglas de convivencia impuestas.

Se quejó que muchas veces “el juez no escucha al menor” y lamentó que, según su juicio, “hay cada vez más chicos en la calle o en alguna institución que después cierra”.

En el medio también suele surgir la figura de las familias solidarias, que se hacer cargo de niños de manera provisoria mientras se resuelven sus destinos, y los jueces de familia, que son concientes de la necesidad de llevar “un seguimiento real” de cada caso, ya que un año perdido en la vida de un chiquito “es como cinco en la vida de un adulto”.