El accidente cerebrovascular (ACV), ataque cerebral, stroke o infarto cerebral es una condición médica severa que requiere dos cosas: por un lado, un rápido abordaje; por el otro, la más alta tecnología, con el objetivo de poder evaluar, en corto tiempo, cuál es el estado de las neuronas y cuáles son las zonas del cerebro afectadas.

Otra instancia muy importante es el entrenamiento de los profesionales que hoy en día cuentan con novedosas técnicas y herramientas que les permiten, por ejemplo, abordar los ataques cerebrales como si fueran cardíacos.

“En el caso de los ACV isquémicos –aquellos que se producen cuando las arterias del cerebro se tapan o se obstruyen–, lo que hacemos es realizar tromboectomías mecánicas a fin de abordar el coágulo, para luego implantar stents cerebrales en las disecciones de los vasos intra y extracraneanos. Esta práctica se realiza en pocos centros del país, siempre en el campo de lo que son las emergencias médicas neurológicas, es decir, dentro de las primeras seis horas de ocurrido el stroke, cuando los cuadros son agudos”, dice el doctor Alejandro Ceciliano, especialista a cargo del servicio de Neurorradiología Intervencionista y Neurocirugía Endovascular del Hospital Universitario Austral (HUA).

“Con respecto a los ACV hemorrágicos, generados como consecuencia de la fractura de un vaso sanguíneo, las posibilidades afortunadamente también son amplias. Podemos abordar en agudo las malformaciones vasculares cerebrales, ya sean aneurismas, tumores cerebrales, faciales, de cuello y vertebro medulares, o bien realizar vertebroplastías”, añade Ceciliano, que es también jefe del Servicio de Neurocirugía Endovascular y Stroke del Hospital Juan P. Garrahan y principal responsable de un grupo que lleva más de 20 años en la Argentina realizando este tipo de procedimientos de tratamiento y estudios invasivos en neurología tanto en adultos, neonatos y pacientes pediátricos, siendo uno de los más reconocidos.

Cuando de condiciones cerebrales se trata, actuar con rapidez es primordial. Por esto, para los neurólogos y neurocirujanos existe un concepto puntual denominado “ventana terapéutica”, en referencia al tiempo durante el cual es posible hacer algo por el paciente con buenos resultados. Un margen en el cual se le puede salvar la vida, para luego trabajar sobre la rehabilitación y recuperación de las funciones vitales.

Si bien hasta hace algunos años esa ventana era de sólo cuatro horas, actualmente el lapso se ha duplicado gracias a la capacitación de los profesionales y a la conformación de una red de dispositivos de última generación. “En la Argentina nos manejamos del mismo modo que en los principales países europeos, siendo incluso junto con éstos y con Estados Unidos un país pionero en el desarrollo de técnicas de optimización de tiempos que comenzaron a implementarse en forma sistemática y rutinaria allá por los ´90 y que actualmente no sólo posibilitan que los profesionales viajen al exterior llevando experiencia y hablando sobre nuestros desarrollos, sino que también pregonan el entrenamiento permanente”, sostiene el dcotor Ceciliano.

Teniendo en cuenta que, como fue dicho, la variable tiempo es fundamental a la hora de reaccionar frente a las primeras manifestaciones de un ACV, al ser consultado, el doctor José Bueri, jefe del Servicio de Neurología del HUA, enumera los “pasos a seguir”.
“Lo fundamental que hay que tener cuenta para el abordaje de los ACV es que ‘el tiempo es oro’. Partiendo de ese concepto, lo primero que hay que hacer ante la presencia de algún síntoma como puede ser la pérdida súbita de visión en un ojo o la alteración del equilibrio, es llevar al paciente a un centro asistencial especializado sin perder un segundo. Esto es muy importante porque cuánto más se demore la atención, mayor será el daño provocado al cerebro”.

“Cumplida esta instancia, es tarea de los especialistas internar al paciente para descubrir las causas del ACV y poner en marcha el tratamiento que sea necesario con el objetivo de prevenir futuros episodios similares, dado que éstos tienden a ser recurrentes cuando el abordaje no es correcto. Finalmente, y además de la ayuda farmacológica, es relevante que se controlen, en la persona que está padeciendo un ACV, diversos parámetros vitales y la hidratación parenteral para prevenir complicaciones que se suelen asociar a este tipo de afecciones como ser las anormalidades en la presión arterial, las arritmias cardíacas, las infecciones y las trombosis venosas”, asevera el Dr. Bueri.

Fuente: Hospital Universitario Austral