Si bien los factores ambientales desempeñan un rol decisivo en los problemas como el alcoholismo, los expertos afirman que la genética también influye en la predisposición a desarrollar dependencia de esta sustancia. Sin embargo, una investigación concluye que es el momento de probar el acohol el más decisivo a la hora de establecer el riesgo que se padece de sufrir alcoholismo, independientemente de la configuración genética de cada uno.


 


Uno de los trabajos que apoya esta tesis, llevado a cabo por un equipo de expertos de la Universidad de Washington (Estados Unidos) y publicado en ´Alcoholism: Clinical and Experimental Research´, se ha llevado a cabo comparando la evolución de más de 6.000 parejas de gemelos (hombres y mujeres) procedentes de Australia.


 


Todos los participantes respondieron a extensos cuestionarios. Entre otras, tuvieron que responder a preguntas relacionadas con sus hábitos en lo referente al consumo de alcohol, la cantidad que ingerían, la frecuencia y, lógicamente, la edad que tenían cuando probaron su primer trago.


 


Paralelamente, los investigadores evaluaron la posible dependencia alcohólica de cada individuo conforme al DSM-IV (el registro oficial de enfermedades y trastornos, aceptado por la comunicad científica internacional).


 


Después de valorar todos los datos, los científicos observaron que la edad a la que se probó el alcohol juega un papel determinante en lo referente a la dependencia futura de esta sustancia tóxica. Así, los que bebieron entre los 12 y los 13 años corrían mucho más peligro que los que lo habían hecho más tarde (a partir de los 15).


 


No obstante, los investigadores no tienen clara la causalidad de este fenómeno. Es decir, si es la ingesta temprana de alcohol lo que activa una serie de genes que favorecen la dependencia o si existe una predisposición genética que induce al individuo a probar estas bebidas precozmente.


 


"Beber demasiado pronto puede deberse, ciertamente, a que el individuo se desenvuelve en un entorno que facilite la transición entre un consumo responsable y un abuso de la bebida", argumenta el director de este trabajo. "No obstante, también puede darse la circunstancia de que tomar alcohol desde muy joven cause una serie de cambios en el cerebro adolescente que modifiquen su vulnerabilidad individual a este tipo de adicción", continúa el especialista.


 


No obstante, el equipo de investigadores muestra su opinión unánime en cuanto a la importancia de su trabajo. "La lección que se puede extraer de cara a la salud pública es que hay que tratar de retrasar la ingesta de alcohol todo lo posible entre los adolescentes y jóvenes, ya que eso disminuye la probabilidad de que los genes inductores de la dependencia alcohólica se activen y causen problemas en la edad adulta", agregan . "Esto no quiere decir que los que empiezan a beber más tarde no vayan a sufrir problemas con la bebida, pero en estos casos parece que tienen más peso las circunstancias ambientales", concluyen.


 


Fuente: BBC Ciencia