"Es indescriptible. No tengo palabras para expresar lo que siento. Tengo ganas de abrazar a todos", dijo con los ojos llenos de lágrimas Julio Vacaflor, el periodista que dio vida al proyecto "Alta en el cielo" hace 14 años.

Junto con un grupo de colaboradores que trabajó desde el comienzo, Vacaflor ingresó al desfile con el primer trozo de la bandera más larga del mundo, ese pedazo que permitió el puntapie inicial de esta movida que luego traspasó las barreras de Rosario y sumó puntadas en distintos rincones del país.

Ruth es docente y cuenta que está detrás de todo esto desde 1999. "Mi hijo se había criado con el programa La Mamadera y a Julio lo seguíamos desde ahí. Cuando surgió lo de hacer la bandera dije sí enseguida", señala con entusiasmo.

Este 20 de junio, Ruth confiesa que la sensación que vive es una mezcla rarísima de alegría y tristeza. "Alegría por la tarea cumplida, y tristeza porque es como una despedida", dice.

Es que a partir de este año la bandera, que ya tiene más de 20 kilómetros, no se coserá más. Cada tramo será devuelto a las escuelas y entidades que desde distintas provincias argentinas se sumaron a la misión de aportar blanco y celeste para crear la original enseña. "Esto fue recuperar la bandera, algo que teníamos un poco olvidado", sintetiza Ruth y agrega: "Aunque entramos en el Record Guinnes, el objetivo no era ese, nunca lo fue".

Según la mujer, no se trató de una carrera de metros sino de simbolizar la unión. Lo mismo le sucede a Noemí que si bien está ligada al proyecto desde otro lado asegura es "lo más grande que vivió". "Estoy acá porque mi madre era una de las costureras que desde el comienzo puso manos a la obra en esto", cuenta.

Erli, la madre de Noemí, falleció en 2006 después de estar siete años involucrada no sólo en la confección del emblema sino en el desfile cada 20 de junio. "Ella está en esta bandera. La siento acá", expresó la mujer emocionada.