Tras un congreso partidario muy tenso y dividido, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) aprobó este domingo por mayoría iniciar conversaciones formales con la canciller Angela Merkel para formar una coalición que habilite un cuarto mandato de la líder y rompa un impasse poselectoral que ya lleva casi cuatro meses.

Fiel reflejo de una jornada caliente de cruces, acusaciones y advertencias, la votación terminó desnudando la división interna de la socialdemocracia: 362 delegados apoyaron negociar con Merkel, mientras que 279 rechazaron esa opción. Sólo un representante se abstuvo. 

El congreso partidario comenzó dividido y de inmediato se instaló la tensión, principalmente, entre el líder y ex candidato a canciller, Martin Schulz, y su defensa a formar gobierno con Merkel, y las Juventudes socialdemócratas, más conocidas como los Jusos, quieren reclamaron diferenciarse de la política neoliberal de los conservadores de una vez y por todas. 

"Es mucho lo que hemos conseguido", afirmó Schulz recordando las otras dos coaliciones que el partido formó con Merkel y destacó que en el preacuerdo que firmó con la canciller se incluyen algunas de sus promesas de campaña en salud y trabajo. 

El líder socialdemócrata incluso llegó a afirmar que ser parte del cuarto gobierno de Merkel podría ayudar a "poner fin al neoliberalismo en la Unión Europea" y en varias ocasiones aseguró que los socios del bloque regional está observando de cerca lo que pasa en ese congreso en la ciudad de Bonn. 

Tras quedar segundo en las elecciones y obtener uno de los peores resultados en la historia reciente de la socialdemocracia alemana, Schulz se había comprometido a reconstruir el perfil de centroizquierda del partido desde la oposición. 

Entonces, a Merkel le quedaron dos opciones: aliarse con la extrema derecha -lo que ella desacartó inclusive antes de las elecciones- o intentar formar una coalición inédita y muy heterogénea con sus ex aliados liberales y los Verdes, una izquierda ecologista. 

La canciller intentó la segunda opción, pero las negociaciones fracasaron. Pese a la parálisis, Merkel reiteró que no gobernaría en minoría en el Parlamento, lo que sólo dejaba la opción de llamar nuevamente a elecciones y las encuestas no eran optimistas para la socialdemocracia. 

Por eso, en ese momento, el presidente, el socialdemócrata, Frank-Walter Steinmeier, llamó a Schulz y a sus correligionarios a repensar su promesa opositora e intentar formar una nueva coalición con los conservadores de Merkel. 

Schulz finalmente aceptó, pero una parte ruidosa del partido se niega a volver a ocupar el lugar de segundos en un gobierno de claro corte liberal y conservador. 

"Da igual lo que pase hoy aquí y cuál sea su decisión: esto no es el fin de la historia ni el fin del Partido Socialdemócrata (SPD)", aseguró el líder de los Jusos, Kevin Kühnert, reconociendo que son minoría. 

Los Jusos son alrededor de 70.000 militantes, un número pequeño entre los casi medio millón de afiliados socialdemócratas. Sin embargo, el discurso de Kühnert fue uno de los más aplaudidos y no solamente entre los suyos. 

Kühnert alertó sobre el peligro de que el partido se convierta nuevamente en el "vocero" del gobierno de Merkel, un análisis que muchos especialistas hicieron después del histórico fracaso político de hace cuatro meses. 

Mientras algunos sectores del SPD simpatizan con los planteos de los Jusos, el temor es que en unas nuevas elecciones, el partido salga aún peor parado. 

Si no formamos una coalición, "no podemos forzar a Merkel a gobernar en minoría", advirtió en su discurso la líder socialdemócrata del Land de Renania Palatinado, Malu Dreyer.

Tras estos cruces y horas de tensión, los delegados del partido finalmente decidieron iniciar las negociaciones formales para formar una coalición con Merkel. 

La última palabra la tendrán en unas semanas los 440.000 afiliados del partido cuando tengan que ratificar o rechazar el acuerdo final de gobierno que sellen Schulz y la alianza conservadora de Merkel.