El auditorio, está claro, se achicó; ya no es el de 20 años atrás. Pero las dotes del orador están intactas. Unas dos mil personas –algunas incluso de otros lugares del país, lo que habla de lo desmovilizado que está la UCR local– se llegaron hasta Sportivo América para escuchar, una vez terminadas las deliberaciones del primer día de la convención nacional, a Raúl Alfonsín. El ex presidente criticó con dureza al gobierno por sus maneras "autoritarias" y, sobre todo, a los radicales K, intendentes que seducidos por la billetera de la administración nacional están a punto de producir una ruptura. Ruptura que el propio Alfonsín dio prácticamente por hecha, pero a la que al mismo tiempo le restó importancia ya que la comparó con otras que el partido ha sufrido en toda su historia y en las que, dijo, siempre sobrevivió el viejo tronco radical.

"No se van por las obras, se van por las ansias de poder", castigó Don Raúl, quien, sin embrago, les advirtió que se equivocan: "Va a volver un radical a la Casa de Gobierno", vaticinó para los que dicen que la UCR está en vías de extinción.

Alfonsín comenzó comparando al kirchnerismo con el neoliberalismo porque ambos "niegan a los partidos políticos" y luego dijo que el radicalismo está dispuesto a señalar lo bueno del gobierno, como el recambio en la Corte y la política de derechos humanos –"aunque no vamos a permtitir que reinventen la historia", aclaró en una de las frases más aplaudidas de quien en su momento fue el padre del juicio a las juntas militares, pero también de la obediencia debida y el punto final–.

También celebró la recuperación económica, aunque en este caso la adjudicó no a méritos del gobierno sino a la situación internacional que favorece la compra de comodities y productos made in Argentina.

Y luego sí comenzó su larga crítica a los radicales K y el gobierno, sin mencionar ni una sola vez a su candidato presidencial, Roberto Lavagna.

Abajo, unos cientos de pibes de Franja Morada de distintas partes del país, que habían matizado la espera con unos cuantos vasos de cerveza, se regocijaban con la capacidad de oratoria de su eterno líder, por cierto mucho mayor que la de quienes lo precedieron en el uso de la palabra, el ex gobernador del Chaco Ángel Rozas –que, acaso imbuido del espíritu de la canción de Spinetta Tema de Pototo, vaticinó que la UCR "nunca ha de morir"– y el titular del radicalismo santafesino, Felipe Michlig, quien se entusiasmó al anticipar que "la provincia de Santa Fe cambia de signo político en 2007" merced a la alianza con el socialismo y que Rosario "ya no será la capital del peronismo sino del nuevo radicalismo", afirmación ésta última que no parecía tener sustento por lo que se veía abajo del escenario: el centenario partido que protagonizó algunas de las movilizaciones más importantes de la historia de la ciudad no alcanzaba a llenar el estadio de Sportivo América.

De todos modos, hay que decirlo, no eran una multitud pero estaban contentos los chicos de Franja Morada. Habían tomado cerveza, le habían dado al bombo, habían cantado aquello de "volveremos a ser gobierno como en el 83", habían escuchado la palabra clara de Alfonsín que le volvía a poner mística y contenido a un partido que no consigue salir de una crisis que muchos creen terminal.

Cuando Don Raúl terminó de hablar, llegó el tiempo de guardar las banderas, los bombos y emprender la retirada. Afuera llovía y algunos hicieron una parada en la esquina, en el Bar del Mar, donde la noche apenas si empezaba a tomar forma. Como dice Ricky, living la vida loca.   

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Alfonsín: "Vamos a recibir presiones"