Ariel Garzi, el amigo de Santiago Maldonado que denunció que llamó al celular del joven al día siguiente de su desaparición y obtuvo un contacto de 22 segundos en el que nadie le habló, denunció al juez federal de Esquel, Guido Otranto, por incumplimiento de deberes de funcionario público, encubrimiento agravado y promoción de la la persecución y represión.

Garzi realizó la denuncia en la Fiscalía Federal de Esquel, tras lo que explicó que su escrito fue recibido formalmente por secretarios de la dependencia, ya que la fiscal Silvina Ávila se encontraba tomando otras declaraciones del caso Maldonado.

“Están haciendo un circo, saben que Gendarmería sacó a Santiago de la Pu Lof (comunidad Resistencia Cushamen), todo lo demás es mentira, pero las mentiras se acaban día a día. Hace rato Otranto debió apartarse”, afirmó Garzi luego de formalizar la denuncia.

Cuestionó al juez y la fiscal por las diversas versiones que investigaron sin pruebas, evitando profundizar la hipótesis de desaparición forzada, y con respecto al rastrillaje del río con buzos, en la presunción de que Maldonado podría haberse ahogado, consideró que “esa posibilidad ya había sido descartada en un rastrillaje anterior y es puro circo”. 

Garzi denunció que el 2 de agosto a las 15,23, más de un día después de la desaparición de Maldonado, llamó a uno de los tres celulares que usaba el artesano, y que alguien atendió el llamado sin hablar, para cortar 22 segundos después.

“Escuché claramente voces y pasos fuertes con eco, en un espacio cerrado. Era evidente que no estaban en la comunidad, donde además no hay señal. Volví a llamar enseguida, pero el teléfono ya había sido apagado”, agregó.

Recordó que él mismo estuvo detenido en Esquel en enero pasado, tras un allanamiento en la misma comunidad mapuche, y que los sonidos que oyó en esa llamada al celular de Maldonado “eran idénticos a los que escuchaba en la celda”.

Por esta denuncia, semanas atrás el profesor de Telecomunicaciones de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Ariel Garbarz concurrió a El Bolsón, donde vive Garzi, para contactarlo y estudiar esa llamada, tras lo que aseguró que fue atendida en Esquel.

Gabarz hizo un informe de su descubrimiento para elevarlo a Otranto y a la vez sugerirle que pida a la empresa de telefonía celular correspondiente la geolocalización de ese equipo y qué otros teléfonos móviles cercanos había en ese momento, pero según dijo oportunamente el magistrado desestimó este aporte.

“No le permitió seguir trabajando en una pista muy importante, porque no quiere encontrar a Santiago”, afirmó Garzi.