Las emociones pueden ayudar a predecir futuros trastornos alimentarios, según ha destacado la investigadora de la Universidad del País Vasco (UPV) Aitziber Pascual Jimeno en su tesis titulada “Las emociones y la regulación emocional en los trastornos alimentarios: papel predictor y perfiles emocionales”. En dicho trabajo se ha analizado el papel que desempeñan algunas variables emocionales, como la forma en que se regulan las emociones negativas o la actitud ante la expresión emocional, como herramientas para predecir la posibilidad de sufrir un trastorno alimentario.

Aitziber Pascual es licenciada en Psicología y ha realizado su tesis bajo la dirección de Itziar Etxebarria Bilbao y María Soledad Cruz Sáez, del departamento de Procesos Psicológicos Básicos y su Desarrollo de la Facultad de Psicología de la UPV/EHU.

El trabajo se planteó dos objetivos: por un lado, conocer si determinadas variables emocionales desempeñan un papel importante en el desarrollo de trastornos alimentarios; y, por otro, conocer más detalladamente los perfiles emocionales tanto de las mujeres con riesgo de padecer un trastorno alimentario como de las que ya lo han desarrollado.

Para ello se tomaron las siguientes variables emocionales: la percepción negativa de las emociones, la actitud negativa hacia la expresión emocional, la alexitimia (es la incapacidad para identificar emociones propias y para expresarlas verbalmente), la forma de regular las emociones negativas y las variables relativas a la experiencia emocional (la frecuencia de emociones positivas y negativas, la ansiedad, la baja autoestima, y la influencia de la alimentación, el peso y la figura corporal en el estado de ánimo).

También se tuvo en cuenta otra variable: la necesidad de control. Esta variable no es estrictamente emocional, pero tiene un componente emocional claro, ya que las personas con una alta necesidad de control experimentan ansiedad y malestar si perciben falta de control.

En el estudio participaron 433 mujeres; 143 de ellas sufrían algún tipo de trastorno alimentario, y 145 corren el riesgo de padecerlo. Los resultados del estudio demuestran que, en general, la mayoría de las variables planteadas se pueden utilizar como variables predictoras del riesgo de sufrir un trastorno alimentario.

Las variables que mejor alertaban sobre un mayor riesgo de desarrollar un trastorno alimentario son; que el estado de ánimo de la persona se vea excesivamente influido por la alimentación, el peso y la figura corporal; que su autoestima sea baja; y que, ante situaciones de ansiedad, no exprese sus emociones y tienda a actuar de manera impulsiva.

A partir de los datos obtenidos, se puede decir que muchas de las variables emocionales planteadas en el trabajo de Aitziber Pascual deberían ser tenidas en cuenta a la hora de pensar nuevos programas eficaces de prevención.

Fuentes: Neomundo - UPV