El nuevo año ya empezó y detrás de las expectativas, sueños, deseos y proyectos, el número ocho encierra una diversidad de significados. Es que como todo símbolo, del 8 nace un abanico de interpretaciones vinculadas a distintas culturas y creencias, tradiciones y mitos alejadas de la sistematización y atadas a las contradicciones.
En el Diccionario de los símbolos – bajo la dirección de Jean Chevalier y Alain Gheerbrant – el significado del 8 presenta una heterogeneidad de miradas que lo significan, pero que coinciden en relacionarlo al equilibrio y a la justicia.
El ocho es universalmente el número del equilibrio cósmico, es el número de las direcciones cardinales a las que se añaden las direcciones intermedias; es el número de la rosa de los vientos (círculo que tiene marcados alrededor los rumbos en que se divide la circunferencia del horizonte) y de la Torre de los Vientos ateniense (edificio en forma de torre, de planta octogonal construido en mármol, sito en el ágora romana de Atenas. Su constructor fue Andrónico de Cirro del siglo I A.C.-50 D.C.). Frecuentemente es el número de los radios de la rueda, desde la rodezuela céltica a la Rueda de la ley búdica (la Rueda de Dhamma). Es también la de los pétalos del loto y de los senderos de la Vía.
“La iconografía y la arquitectura hindúes dejan mucho lugar al simbolismo de la octada”, se destaca en el diccionario: los brazos de Vishnú (dios hindú cuyo nombre podría significar omnipresente en alguna forma de sánscrito antiguo) son ocho, y corresponden a los ocho guardianes del espacio; los grahas (planetas) dispuestos alrededor del Sol son ocho y las formas (murti) de Shiva son ocho, representadas en dos templos del grupo de Angkor (antigua ciudad importante del imperio Jemer entre los siglos IX y XV de nuestra era. Sus ruinas se encuentran cerca de la actual Ciudad de Siem Riep, Reino de Camboya. La Unesco los ha declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 1992) por ocho lingas alrededor de un linga central.
“Este simbolismo del equilibrio central, que es también el de la Justicia, se halla también en la octóada pitagórica gnóstica”, se agrega.
En Japón, el 8 es símbolo de multitud de cosas. Así el propio Japón es denominado por sus habitantes desde época muy lejana, las Gran-Ocho-Islas, lo que significa que este país está constituido por una gran cantidad de islas. Es una cifra que se encuentra muy a menudo en los más antiguos textos sagrados shintoístas con este sentido de múltiple. Se ha convertido en una cifra sagrada. Pero el ocho no es lo innumerable indefinido y disperso, es lo innumerable que constituye una entidad que se expresa por el ocho.
Otra de las interpretaciones indica que el octavo día sucede a los seis días de la creación y al sabbat. Anuncia la era futura eterna, implica no solamente la resurrección de Cristo, sino la del hombre. Si la cifra 7 es sobre todo el número del Antiguo Testamento, el 8 corresponde al Nuevo. Anuncia la beatitud del siglo futuro.
Según San Agustín, toda acción en esta vida se relaciona con la cifra 4, o también con el alma cuyo número es ternario. Más allá del séptimo día, viene le octavo que señala la vida de los justos y la condenación de los impíos.
El 8º día simboliza también la transfiguración. Según el filósofo alemán Carl Schmidt, tiene origen cristiano, aún cuando se presenta como tema gnóstico. Simboliza a la vez la resurrección de Cristo y la promesa de resurrección del hombre transfigurado por la gracia.
En el pensamiento de los dogon (tribu Africana que viven en la republica de Malí, tienen una mitología riquísima que fue estudiada por varios antropólogos franceses) todo lo que es puro, es decir justo o ajustado, es doble: colocado en el significado de la gemelaridad de los principios contrarios, condición del dinamismo equilibrado. Así todo hombre, lo mismo que todo animal, nace con dos almas, una macho y una hembra. El número clave de la creación no es pues el cuatro, sino el ocho por su cualidad de cuatro doble. El hombre tiene el ocho en su esqueleto, asegurado por ocho articulaciones de los miembros, articulaciones cuya importancia es primordial porque de ellas proviene el semen masculino. El ocho es el número de la palabra.
Finalmente, el mito quechua que relata el origen de la dinastía de los incas menciona también ocho ancestros primordiales que son cuatro hermanos y cuatro hermanas.
En el Diccionario de los símbolos – bajo la dirección de Jean Chevalier y Alain Gheerbrant – el significado del 8 presenta una heterogeneidad de miradas que lo significan, pero que coinciden en relacionarlo al equilibrio y a la justicia.
El ocho es universalmente el número del equilibrio cósmico, es el número de las direcciones cardinales a las que se añaden las direcciones intermedias; es el número de la rosa de los vientos (círculo que tiene marcados alrededor los rumbos en que se divide la circunferencia del horizonte) y de la Torre de los Vientos ateniense (edificio en forma de torre, de planta octogonal construido en mármol, sito en el ágora romana de Atenas. Su constructor fue Andrónico de Cirro del siglo I A.C.-50 D.C.). Frecuentemente es el número de los radios de la rueda, desde la rodezuela céltica a la Rueda de la ley búdica (la Rueda de Dhamma). Es también la de los pétalos del loto y de los senderos de la Vía.
“La iconografía y la arquitectura hindúes dejan mucho lugar al simbolismo de la octada”, se destaca en el diccionario: los brazos de Vishnú (dios hindú cuyo nombre podría significar omnipresente en alguna forma de sánscrito antiguo) son ocho, y corresponden a los ocho guardianes del espacio; los grahas (planetas) dispuestos alrededor del Sol son ocho y las formas (murti) de Shiva son ocho, representadas en dos templos del grupo de Angkor (antigua ciudad importante del imperio Jemer entre los siglos IX y XV de nuestra era. Sus ruinas se encuentran cerca de la actual Ciudad de Siem Riep, Reino de Camboya. La Unesco los ha declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 1992) por ocho lingas alrededor de un linga central.
“Este simbolismo del equilibrio central, que es también el de la Justicia, se halla también en la octóada pitagórica gnóstica”, se agrega.
En Japón, el 8 es símbolo de multitud de cosas. Así el propio Japón es denominado por sus habitantes desde época muy lejana, las Gran-Ocho-Islas, lo que significa que este país está constituido por una gran cantidad de islas. Es una cifra que se encuentra muy a menudo en los más antiguos textos sagrados shintoístas con este sentido de múltiple. Se ha convertido en una cifra sagrada. Pero el ocho no es lo innumerable indefinido y disperso, es lo innumerable que constituye una entidad que se expresa por el ocho.
Otra de las interpretaciones indica que el octavo día sucede a los seis días de la creación y al sabbat. Anuncia la era futura eterna, implica no solamente la resurrección de Cristo, sino la del hombre. Si la cifra 7 es sobre todo el número del Antiguo Testamento, el 8 corresponde al Nuevo. Anuncia la beatitud del siglo futuro.
Según San Agustín, toda acción en esta vida se relaciona con la cifra 4, o también con el alma cuyo número es ternario. Más allá del séptimo día, viene le octavo que señala la vida de los justos y la condenación de los impíos.
El 8º día simboliza también la transfiguración. Según el filósofo alemán Carl Schmidt, tiene origen cristiano, aún cuando se presenta como tema gnóstico. Simboliza a la vez la resurrección de Cristo y la promesa de resurrección del hombre transfigurado por la gracia.
En el pensamiento de los dogon (tribu Africana que viven en la republica de Malí, tienen una mitología riquísima que fue estudiada por varios antropólogos franceses) todo lo que es puro, es decir justo o ajustado, es doble: colocado en el significado de la gemelaridad de los principios contrarios, condición del dinamismo equilibrado. Así todo hombre, lo mismo que todo animal, nace con dos almas, una macho y una hembra. El número clave de la creación no es pues el cuatro, sino el ocho por su cualidad de cuatro doble. El hombre tiene el ocho en su esqueleto, asegurado por ocho articulaciones de los miembros, articulaciones cuya importancia es primordial porque de ellas proviene el semen masculino. El ocho es el número de la palabra.
Finalmente, el mito quechua que relata el origen de la dinastía de los incas menciona también ocho ancestros primordiales que son cuatro hermanos y cuatro hermanas.


