Ciro Seisas/Ricardo Robins/Lisandro Machain

El aumento de la violencia en las calles es un problema reconocido por todos pero complejo a la hora de analizar con datos concretos. El incremento de la cantidad y calidad del armamento en manos de los delincuentes es una de las puntas a tener en cuenta en este fenómeno. Los datos oficiales certifican que la situación se agravó: el secuestro de armas a delincuentes se incrementó un 76 por ciento en los últimos cinco años y también se elevó la proporción de calibres con mayor poder de fuego, es decir la capacidad de daño.

En el departamento Rosario, la División Criminalística recibió desde las distintas dependencias 559 armas en el primer semestre del año. La cifra creció un 9 por ciento con respecto al mismo periodo de 2011 (512) y un 44 frente a 2010 (388). En el primer semestre de 2009 el registro fue de 394 y en el de 2008 de 316.

En los primeros seis meses de 2012, el pico de secuestro ocurrió en febrero con 109 equipos. Casi cuatro capturas por día.


9 milímetros, las elegidas

En cuanto al tipo de armas, del total encontrado en el primer semestre del año, 301 fueron cortas, 100 largas y 158 pistolas. Las 9 milímetros ganaron terreno en los últimos años y desplazaron a los revólveres 22 en el podio de las más secuestradas en hechos ilícitos: fueron 61 contra 56 en este período.

Esas pistolas son más veloces y tienen mayor poder de penetración, explicó el jefe de Criminalística, comisario Gustavo Colombo. Son, además, las que utilizan los policías.

Un círculo cerrado

La gran mayoría del mercado ilegal de armas se origina en el terreno legítimo. Los especialistas entrevistados para el informe que presenta esta nota -entre ellos Mariano Savia, ex jefe de la Policía, y Raúl Bartolucci, delegado local del Registro Nacional de Arma (Renar)- coinciden en que el robo de pistolas y revólveres nutre a los delincuentes. Existen incluso bandas que se encargan de sustraer y alquilar armas.

Una de las fuentes de ese mercado son los particulares, quienes deben sacar permisos y capacitarse para portar un arma, según detalló Eduardo Rodi, perito y coordinador del Centro de Estudios Balísticos (Cesba).

Pero más allá del goteo hormiga que implica la sustracción de equipos en casas, la Policía y las Fuerzas Armadas son el principal blanco de ese tipo de golpes. En la región, la fábrica de armas de Fray Luis Beltrán es uno de las sedes principales que alimenta ese circuito.

El gobierno nacional reconoció que fueron robadas al Ejército 428 armas. La mayoría corresponden a esa fábrica militar del Gran Rosario: desaparecieron desde ametralladoras pesadas Browning hasta fusiles de combate FAL y se sustrajeron 22 pistolas 9 milímetros.

De esa manera, el círculo legal-ilegal se retroalimenta. Y así la cantidad de armamento secuestrado por la Policía, que crece año a año, apenas alumbra uno de los eslabones que explica el aumento de la inseguridad y la violencia.