Los miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) intensificaron antes de la cumbre de Bariloche que arranca este viernes a las 10 las gestiones diplomáticas para salvar el resultado de la reunión y rebajar el nivel de enfrentamiento entre Venezuela y Colombia por el acuerdo militar de este último con Washington.

Argentina, anfitrión de la Cumbre que reunirá el viernes a los doce presidentes de Unasur en Bariloche, Brasil, como líder virtual del proyecto de integración suramericana, y Ecuador, como presidente de turno de Unasur, intentaban que la cita no termine en un fracaso que amenazaría a la Unión.

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha insistido en la necesidad de mantener un diálogo franco y moderado para resolver las diferencias, aunque el venezolano Hugo Chávez –que llegó a primera hora a Bariloche– parece hacer oídos sordos a los llamamientos de su vecino, al menos hasta el momento, y mantiene su intención de preparar la ruptura de relaciones con Bogotá.

Lula telefoneó a Chávez para intentar rebajar el clima de crispación y convencerle de la importancia de preservar el proceso de integración regional.

El líder brasileño tenía previsto insistir en su estrategia durante un desayuno privado con Chávez.

El gobierno del colombiano Álvaro Uribe reiteró que pedirá respeto a su soberanía ante sus socios e insistió en que la reunión debería abordar otros temas de interés común, como la carrera armamentista de algunos de sus vecinos -en clara alusión a Venezuela-, los acuerdos de cooperación extraregionales y el terrorismo.

En Bolivia, Evo Morales insistió en su propuesta de celebrar un referendo regional en caso de falta de consenso en la Cumbre.

Por su parte, el ecuatoriano Rafael Correa, que se ha manifestado dispuesto a mediar en el conflicto, evitó hacer declaraciones a su llegada a Bariloche, aunque en una escala técnica en Lima arremetió contra Colombia y cuestionó su capacidad para controlar el uso que las tropas estadounidenses harán de las bases militares.