Antonio Montero, Director del Centro de Medicina Tropical y Enfermedades Infecciosas Emergentes de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario, afirmó que el dengue no está superado y que el deterioro ambiental es uno de los factores que influyeron en la emergencia de esta enfermedad: "La lucha contra el dengue puede organizarse con agencias nacionales que tengan injerencia en todo el territorio. El mejor ejemplo es el Senasa con la erradicación de la aftosa".

Montero explicó la historia del surgimiento y propagación de la enfermedad transmitida por el Aedes aegypti y recomendó métodos de control del vector. También mencionó al Chagas como la gran patología tropical argentina, la existencia de zonas endémicas nacionales de paludismo. También aportó datos valiosos acerca del virus de la gripe porcina.

El especialista describió el surgimiento de la llamada Medicina Tropical: “Surge alrededor de 1870, cuando un médico militar francés advirtió que las tropas coloniales tenían más bajas de soldados por las enfermedades de los trópicos que por las balas de los enemigos. Después se fue profundizando el concepto, pero siempre tuvo sentido peyorativo por referirse a enfermedades relacionadas con las condiciones sanitarias de países dependientes. Eran patologías que tenían en común provenir de un entorno cálido, de países empobrecidos y ser muy contagiosas, transmitidas por vectores y que constituían una gran amenaza para la salud pública del mundo desarrollado”.

En el país siempre hubo fiebre amarilla pero no se diseminó porque se pudo contener muy bien por parte del ministerio de Salud, que mantiene una misión permanente en la zona endémica ubicada en la frontera con Brasil. Este virus está emparentado con el dengue porque lo transmite el mosquito.

Alrededor de 1948 hubo una iniciativa de la Organización Panamericana de la Salud para la erradicación de la fiebre amarilla y prácticamente se exterminó el mosquito pero quedó un pequeño reservorio alrededor del Caribe.

En 1970, Estados Unidos, unilateralmente, dio por terminada su campaña de fumigación y después fueron abandonándola todos los países. Y en este momento, el aedes aegypti, que estaba erradicado de las Américas, ocupa una superficie mayor que cuando comenzó esa campaña. En nuestro país, el dengue se introduce como rareza en Salta en 1997. Después hubo una epidemia en Paraguay y luego otra vez en Salta. Hace dos años hubo un número importante de casos y este año se diseminó por todo el territorio.

“Creo que hay una falta de coordinación central para la erradicación del dengue, porque se fumiga hasta el límite del municipio y el mosquito no entiende de fronteras. Además, las políticas neoliberales en América Latina crearon una nueva clase social que está excluida del sistema y que se instala en las periferias de las grandes ciudades, en condiciones de vida dignas de la Edad Media, con viviendas precarias, sin sistema de manejo de efluentes de agua servida, sin agua potable, y ese es el entorno perfecto para criar mosquitos”.

Montero agregó: “A esto se suman, por un lado, las migraciones internas dentro del país y, por el otro, el mayor flujo de pasajeros, por razones turísticas y comerciales, que fomentan el movimiento de cepas virales. Un tercer factor es el deterioro ambiental (basurales a cielo abierto, proliferación de envases descartables y bolsas de plástico) y la sojización.

Hay dos vectores para el dengue, explica, “el aedes aegypti, que es el vector urbano que vive en las ciudades, y uno silvestre, que es el aedes albopictus, que vive en la jungla. Al haber cambiado la geografía argentina con un monocultivo como la soja, ésta favorece la colonización del mosquito. Es decir que hay factores económicos y ecológicos, y considero que la epidemia de dengue en Argentina no está superada”.

Según explica Antonio Montero, tanto en la ciudad de Buenos Aires como en Rosario hay una oficina de control de vectores. Puede contarse la densidad de mosquitos por el porcentaje de huevos en trampas ovíparas que se colocan, o puede cazárselos en vuelo y calcular por unidad de volumen; incluso puede contarse el porcentaje de infestación de aedes con otras especies. Estas estadísticas están en Buenos Aires, sin embargo no se hacen campañas.

Fuente: Infouniversidades