Fue un partido a puro emoción. Y Australia, que perdía 1-0 0 con un grave error del referí que no vio una falta al arquero Schwarzer y convalidó un gol de Nakamura, lo dio vuelta sobre la hora y le ganó 3-1 a Japón. ¿Qué cambió para que Australia cambiara la historia? En el complemento ingresó Cahill, quien marcó dos goles y fue la figura. Aloisi metió el tercero y liquidó el encuentro. Australia volvía a un Mundial después de 32 años de ausencia, mientras que Japón, con Zico en el banco, tenía como objetivo una victoria para repetir lo del 2002, cuando accedió a segunda ronda. Abrían el Grupo F, que comparte con Brasil, el gran candidato, y Croacia. Ambos necesitaban un triunfo, ya que al estar con el Pentacampeón en la misma zona, pelean por el segundo puesto nada más. Los primeros minutos fueron de gran velocidad, y tanto Viduka como Takahara, aquel que vistió la camiseta de Boca hace algunos años, eran las principales referencias ofensivas de sus equipos. Por el lado de Australia, el capitán tuvo dos chances de gol muy claras, pero Kawaguchi se lució. Y por el lado de los japoneses, el nueve aprovechó un buen pase de Santos y su remate pasó muy cerca del palo. No se daban respiro, y los dos arqueros tuvieron trabajo. Los verdugos de Uruguay en el repechaje dominaron el juego, y en sólo veinticinco minutos tuvieron cinco llegadas de gol. Pero la suerte no estaba de su lado, y en un centro sin riesgo de Nakamura vino la apertura del marcador para Japón. Una mala salida del arquero, aunque el árbitro egipcio Essam Abd El Tatah no vio una clara carga de Takahara a Schwarzer, terminó en el primer gol para los de Zico. Las respuestas de los de Hiddink no se hicieron esperar, y Kewell estrelló la pelota en el travesaño. Un resultado injusto, pero como dice el dicho futbolero: "Los goles se hacen, no se merecen". Australia quería el empate antes de que finalice el primer tiempo, y Japón contraatacaba con la velocidad que los caracteriza. Bresciano tuvo un tiro libre cerca del área, que pasó muy cerca del palo izquierdo del arquero. Los orientales aprovecharon la desesperación de su rival, y finalizaron los 45 minutos iniciales controlando la pelota a su gusto. Kawaguchi daba seguridad y fue el principal responsable de que su arco siga en cero. El segundo tiempo comenzó muy distinto al primero, y las llegadas de gol escasearon. Los dirigidos por Zico tenían la pelota y no arriesgaban, mientras que los australianos no conseguían acercarse al área contraria. Los cambios de Hiddink, Cahill por Bresciano y Kennedy por Moore, buscaban más presencia y agresividad en la ofensiva, pero poco pudieron hacer por la buena marca de los japoneses. Las imprecisiones abundaban, lo mismo que las faltas. Takahara y Viduka, quienes en el primer tiempo habían tocado mucho la pelota, en el complemento casi ni participaron del juego. El que tampoco tuvo acción fue Kawaguchi, ya que en veinte minutos no le llegaron ni una vez con serio riesgo. No podían empatar, y el tiempo apremiaba. Una falta en la puerta del área le dio una gran chance a Viduka, quien le pegó fuerte al palo del arquero, y Kawaguchi la sacó con gran esfuerzo. El contragolpe era lo que proponía Japón, y Nakata el encargado de comandarlo. Una buena corrida, pero un pase imperfecto para Yanagisawa, quien le terminó pasando la pelota a Schwarzer y desaprovechó una buena posibilidad para liquidar el partido. Todo parecía controlado para los de Zico, pero apareció Cahill y amargó a todos. Tras una mala salida de Kawaguchi, le quedó la pelota picando en el área y no falló. El empate no le servía a ninguno de los dos, por que les quedaban dos partidos difíciles por delante. Y por eso, Australia siguió atacando. Otra vez Cahill, y la locura en el banco. En seis minutos lo dieron vuelta, y conseguían tres puntos clave. Japón salió con todo a buscar el empate, pero en una contra Aloisi metió el tercero y liquidó el partido. Increíble, pero real. El conjunto de Oceanía marcó sus tres primeros goles en su historia en un Mundial, y ahora se jugará todo ante Brasil, para seguir en carrera. Por su parte, los orientales la tienen más que complicada y quedaron con un pie afuera.