El enviado especial de la ONU para Birmania (Myanmar), Ibrahim Gambari, se entrevistó con el jefe de la Junta Militar birmana, el general Than Shwe, en Napydaw, y antes de abandonar el país volvió a reunirse con la líder de la oposición, Aung San Suu Kyi, en Rangún.
Las conversaciones trataron sobre la crisis birmana provocada por la brutal represión de las manifestaciones pacíficas contra el régimen, pero se desconoce, de momento, si Gambari ha conseguido algún tipo de acuerdo entre Shwe y Suu Kyi, líder del movimiento democrático birmano y Premio Nobel de la Paz.
Después de reunirse con Suu Kyi en la residencia de la opositora en la Avenida de la Universidad, el diplomático nigeriano se trasladó al aeropuerto y abandonó el país, sin ofrecer la rueda de prensa que el Gobierno había anunciado.
Gambari llegó el sábado pasado a Birmania con la misión de convencer al régimen militar para que ponga fin a la brutal represión contra las manifestaciones pacíficas, encabezadas por los monjes budistas.
Pero hasta hoy Gambari no consiguió ser recibido por Shwe, de 74 años, aunque el domingo se le permitió a Suu Kyi, de 62 años y quien está bajo arresto domiciliario desde 2003, reunirse con el enviado de la ONU en Rangún.
Aunque no se conocen los pormenores de la conversación entre Gambari y Shwe, la ONU ya ha mostrado su preocupación por los detenidos en los últimos días, más de 6.000 según los medios de la disidencia.
Desde Ginebra, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Louise Arbour, advirtió hoy a las autoridades birmanas de que deberán rendir cuentas de lo que ocurre en el país, durante la apertura hoy de una sesión especial del Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la ONU.
Las autoridades de Birmania no deben confiar más en el aislamiento para llevar a cabo la represión de las protestas pro democracia en el país, dijo Arbour, al señalar que "gracias a las nuevas tecnologías e Internet el mundo tiene acceso a todo lo que ocurre" en el país.
Nada más llegar a Birmania, Gambari se entrevistó con el primer ministro interino, el general Thein Shein, y los titulares de Cultura, el comandante general Khin Aung Myint, y de Información, el general de brigada Kyaw Hsan, además de altos funcionarios de Asuntos Exteriores.
Al menos 16 personas han muerto, entre ellas varios monjes y dos extranjeros, debido a la represión de las fuerzas de seguridad contra las protestas populares en Rangún durante la semana pasada, en la que se estima que unos 200 participantes resultaron heridos.
Sin embargo, el ministro australiano de Asuntos Exteriores, Alexander Downer, dijo hoy que al menos 30 personas han muerto y otras 1.400 han sido detenidas en Birmania (Myanmar) desde el miércoles pasado.
"Se trata de un régimen brutal", señaló en declaraciones a la prensa.
El destino más temido por la disidencia en Birmania es la prisión de Insein, donde centenares de presos políticos cumplen sus largas penas hacinados en minúsculas celdas, entre sus propios excrementos y bajo la amenaza constante de la tortura.
La cárcel acoge al menos a 200 opositores al régimen que llevan veinte años encarcelados en condiciones infrahumanas, acusados de actividades políticas, según Amnistía Internacional.
La fuerte presencia policial y militar en las calles de las principales ciudades del país, así como el asedio de las fuerzas de seguridad a los monjes budistas en sus santuarios, impedía hoy nuevas manifestaciones pacíficas contra la dictadura militar.
A ese respecto, la alta comisionada afirmó que la desaparición de las manifestaciones de las calles birmanas "no ha sido voluntaria" y expresó su gran preocupación por la situación de los heridos "transportados a lugares desconocidos" y por los monjes que iniciaron las protestas hace dos semanas, "confinados en sus monasterios o algo peor".
El ministro francés de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, abogó hoy por la imposición de sanciones contra los que colaboran con la Junta Militar birmana, mientras que la organización Human Rights Watch (HRW) pidió a las empresas extranjeras que consideren retirarse del país si persiste la brutal represión.
En un comunicado, HRW recordó que compañías chinas, indias y tailandesas, entre otras, siguen sin condenar las violaciones de los derechos humanos del régimen.
Por su parte, Australia ha rechazado la designación de un militar como nuevo embajador de Birmania en Camberra, en protesta por la brutal represión que ejerce la Junta Militar contra los partidarios de restaurar la democracia, según reveló hoy Downer.
Las conversaciones trataron sobre la crisis birmana provocada por la brutal represión de las manifestaciones pacíficas contra el régimen, pero se desconoce, de momento, si Gambari ha conseguido algún tipo de acuerdo entre Shwe y Suu Kyi, líder del movimiento democrático birmano y Premio Nobel de la Paz.
Después de reunirse con Suu Kyi en la residencia de la opositora en la Avenida de la Universidad, el diplomático nigeriano se trasladó al aeropuerto y abandonó el país, sin ofrecer la rueda de prensa que el Gobierno había anunciado.
Gambari llegó el sábado pasado a Birmania con la misión de convencer al régimen militar para que ponga fin a la brutal represión contra las manifestaciones pacíficas, encabezadas por los monjes budistas.
Pero hasta hoy Gambari no consiguió ser recibido por Shwe, de 74 años, aunque el domingo se le permitió a Suu Kyi, de 62 años y quien está bajo arresto domiciliario desde 2003, reunirse con el enviado de la ONU en Rangún.
Aunque no se conocen los pormenores de la conversación entre Gambari y Shwe, la ONU ya ha mostrado su preocupación por los detenidos en los últimos días, más de 6.000 según los medios de la disidencia.
Desde Ginebra, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Louise Arbour, advirtió hoy a las autoridades birmanas de que deberán rendir cuentas de lo que ocurre en el país, durante la apertura hoy de una sesión especial del Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la ONU.
Las autoridades de Birmania no deben confiar más en el aislamiento para llevar a cabo la represión de las protestas pro democracia en el país, dijo Arbour, al señalar que "gracias a las nuevas tecnologías e Internet el mundo tiene acceso a todo lo que ocurre" en el país.
Nada más llegar a Birmania, Gambari se entrevistó con el primer ministro interino, el general Thein Shein, y los titulares de Cultura, el comandante general Khin Aung Myint, y de Información, el general de brigada Kyaw Hsan, además de altos funcionarios de Asuntos Exteriores.
Al menos 16 personas han muerto, entre ellas varios monjes y dos extranjeros, debido a la represión de las fuerzas de seguridad contra las protestas populares en Rangún durante la semana pasada, en la que se estima que unos 200 participantes resultaron heridos.
Sin embargo, el ministro australiano de Asuntos Exteriores, Alexander Downer, dijo hoy que al menos 30 personas han muerto y otras 1.400 han sido detenidas en Birmania (Myanmar) desde el miércoles pasado.
"Se trata de un régimen brutal", señaló en declaraciones a la prensa.
El destino más temido por la disidencia en Birmania es la prisión de Insein, donde centenares de presos políticos cumplen sus largas penas hacinados en minúsculas celdas, entre sus propios excrementos y bajo la amenaza constante de la tortura.
La cárcel acoge al menos a 200 opositores al régimen que llevan veinte años encarcelados en condiciones infrahumanas, acusados de actividades políticas, según Amnistía Internacional.
La fuerte presencia policial y militar en las calles de las principales ciudades del país, así como el asedio de las fuerzas de seguridad a los monjes budistas en sus santuarios, impedía hoy nuevas manifestaciones pacíficas contra la dictadura militar.
A ese respecto, la alta comisionada afirmó que la desaparición de las manifestaciones de las calles birmanas "no ha sido voluntaria" y expresó su gran preocupación por la situación de los heridos "transportados a lugares desconocidos" y por los monjes que iniciaron las protestas hace dos semanas, "confinados en sus monasterios o algo peor".
El ministro francés de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, abogó hoy por la imposición de sanciones contra los que colaboran con la Junta Militar birmana, mientras que la organización Human Rights Watch (HRW) pidió a las empresas extranjeras que consideren retirarse del país si persiste la brutal represión.
En un comunicado, HRW recordó que compañías chinas, indias y tailandesas, entre otras, siguen sin condenar las violaciones de los derechos humanos del régimen.
Por su parte, Australia ha rechazado la designación de un militar como nuevo embajador de Birmania en Camberra, en protesta por la brutal represión que ejerce la Junta Militar contra los partidarios de restaurar la democracia, según reveló hoy Downer.